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Març
2017
Novetats editorials d’Edicions de la Universitat de Barcelona
Dilluns 06 de març de 2017
«A lo largo de la historia, la concepción de la vida humana y las expectativas sobre su gestación y nacimiento han sido muy diversas. Las simbologías al respecto y las prácticas concretas a las que han dado lugar muestran con claridad que esta diversidad ha estado siempre vinculada al deseo de controlar el dominio de la vida y su reproducción, así como al desarrollo de políticas y procedimientos que se imponen sobre el ámbito de lo privado y de las decisiones personales. El desarrollo de la medicina y los cambios sociales del último siglo han abierto un espacio de autonomía personal y de cuidados personalizados que constituyen un cambio de gran calado.»

«Este cambio trascendental se produce en el siglo que algunos han llamado “de la biopolítica”, porque las políticas sociales y económicas tienen un núcleo aglutinador muy potente relacionado con lo biológico, lo genético, la reproducción, la biotecnología, la medicina, los seguros de salud, los medicamentos... Como dijo Foucault, “para la sociedad capitalista es la biopolítica lo que importa sobre todo, lo biológico, lo somático, lo corporal. El cuerpo es una realidad biopolítica; la medicina es una estrategia biopolítica”. Foucault utilizó el término “biopolítica” en 1974, en una conferencia que tuvo lugar en la Universidad de Río de Janeiro, titulada “El nacimiento de la medicina social”, luego impartió un curso en el Collège de France (1978-1979) sobre “La naissance de la biopolitique”, en el que precisó: “Entiendo por ‘biopolítica’ la manera en que se ha intentado racionalizar, desde el siglo XVIII, los problemas planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de seres vivos constituidos en población: salud, higiene, natalidad, longevidad, razas... Conocemos el lugar creciente que estos problemas han ocupado desde el siglo XIX y los envites políticos y económicos que han supuesto hasta hoy”. La senda crítica que inició Foucault se ha ampliado con aportaciones de otros autores como Giorgio Agamben (Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida), Paolo Perticari (Biopolitica minore), Roberto Esposito (Bíos. Biopolitica e filosofia), Franck Magnard y otros (Le spermatozoïde hors la loi: de la bioéthique à la biopolitique).

»Otros autores han hablado de biopolítica en otros sentidos. Por ejemplo, Agni Vlavianos-Arvanitis, una griega que fundó y preside la Organización Internacional de Biopolítica, considera necesario desarrollar una concepción de la biocultura para fomentar acciones colectivas a favor del medio ambiente y formas de vida saludables y armoniosas con el entorno. Agnes Heller y su marido, Ferenc Fehér, publicaron en 1995 su libro Biopolítica: la modernidad y la liberación del cuerpo, en el que se referían a las reivindicaciones y los debates de los grupos radicales provida, proaborto, defensores y detractores de las técnicas de reproducción humana asistida, feministas, ecologistas, etcétera, así como a la influencia política de dichos movimientos y las contradicciones que encierran sus postulados.

»No entraremos ahora en estas distintas maneras de analizar los fenómenos biopolíticos, pero es provechoso tener presentes algunos hechos que caracterizan el desarrollo de las instituciones sanitarias del último siglo y su dependencia de los poderes políticos y económicos; las formas de organización y de atención están sujetas a dicha relación. Desde finales del siglo XIX se han ido implantando sistemas de cobertura médica, organizados por el Estado; el primero fue decretado por Bismarck, que hizo obligatorio un seguro mínimo de enfermedad, invalidez y vejez e instauró una red de salud pública en la que el Estado asumió la autoridad sanitaria; las aportaciones económicas dependían de los trabajadores, asociaciones y gremios, y tenían la garantía del Estado. Varios países copiaron el sistema alemán durante los primeros años del siglo XX. En 1948 el Reino Unido quiso mejorar la organización sanitaria existente e instauró el modelo Beveridge como sistema nacional de salud (National Health Service); este se financia a través de los presupuestos generales del Estado y se rige por los principios de universalidad, gratuidad y equidad (aunque también recibe otras fuentes de ingresos). Muchos países europeos adoptaron este modelo, entre ellos España. Otros países han seguido el modelo liberal de Estados Unidos, caracterizado por la competitividad de las compañías de seguros privadas, que deben contratar y pagar los asegurados; según la propia dinámica socioeconómica, el lugar del usuario en este es básicamente el de cliente.»


 
 
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