T.O.: The Soul of a Man. Producción: Reverse Angle International, Vulcan Productions, Jigsaw Productions y Cappa Productions (Alemania-USA, 2003). Productores: Alex Gibney y Margaret Bodde.

Director: Wim Wenders. Guión: Wim Wenders. Fotografía: Lisa Rinzler. Música: temas de Skip James, Blind Willie Johnson y J.B. Lenoir. Diseño de producción: Liba Daniels. Montaje: Mathilde Bonnefoy.

Intérpretes: Chris Thomas King (Blind Willie Johnson), Keith B. Brown (Skip James), James Hughes (H.C. Speirs), David Hughes (Art Laibley), Shayne Tingle (Ingeniero de sonido), Joy Brashears (Secretaria), Laurence Fishburne (Narrador), Beck, T-Bone Burnett, Nick Cave & The Bad Seeds, Eagle-Eye Cherry, Vernon Reid, David Barnes & James “Blood” Ulmer, Shemekia Copeland, Alvin Youngblood Hart, Garland Jeffreys, Los Lobos, Bonnie Raitt, Lou Reed, Marc Ribot, Jon Spencer & The Blues Explosion, Lucinda Williams, Cassandra Wilson, Steve & Ronnog Seaberg, Dick Waterman, Skip James y J.B. Lenoir (ellos mismos).

Color/Blanco y negro - 103 min. Estreno en España: 19-VIII-2005.

 

 

En 1999, Wim Wenders rodó, en colaboración con el músico Ry Cooder, Buena Vista Social Club, un sensible homenaje a la canción cubana a través de encuentros, grabaciones y entrevistas con algunos de los más destacados representantes del folclore de aquel país (como Compay Segundo e Ibrahím Ferrer, recientemente fallecidos).

Cuatro años después, el cineasta alemán se afilió a un proyecto propuesto y producido por Martin Scorsese, consistente en la realización de una serie de siete films documentales que llevarán a cabo un recorrido por toda la historia de la música blues. Bajo ese telón de fondo, ha nacido The Soul of a Man (2003), primera parte de este sugestivo periplo por las raíces de los ritmos afroamericanos. El resto de los filmes correrán a cargo de Mike Figgis, Charles Burnett, Clint Eastwood, Marc Levin, Richard Pierce y el propio Scorsese.

Esta reciente película ha tardado dos años en estrenarse en nuestras pantallas. De hecho, el público selecto pudo disfrutar, con anterioridad, del visionado de Tierra de abundancia (2004), retrato crítico de la actual política norteamericana rodado por Wenders después de la referida cinta musical. A pesar de todo, la espera ha merecido la pena, ya que este realizador nos ha ofrecido una fascinante visión retrospectiva de los orígenes del blues en Estados Unidos desde los años 30 hasta su consolidación en la segunda mitad de los sesenta (con repercusión incluida en bluesmen tan prestigiosos como John Mayall).

 

Para ello, ha recurrido a la biografía de tres desaparecidas leyendas: Skip James, Blind Willie Johnson y J. B. Lenoir. Los dos primeros desarrollaron su carrera musical principalmente durante las décadas de los 20 y los 30. Sin embargo, Skip James tuvo una sorprendente reaparición en 1964, tras treinta años dedicados a la predicación religiosa. Resultan verdaderamente conmovedoras las imágenes de archivo que Wenders ha logrado recuperar de la participación de James en el Festival Folk de Newport, al que acudieron más de 10.000 personas. Todo un logro teniendo en cuenta que este estilo musical estuvo condenado, en sus primeros años de existencia, a la exhibición ante públicos muy minoritarios (compuestos en la mayoría de ocasiones por gente de color) o, en el mejor de los casos, a la grabación de temas en sellos discográficos que acabaron en la quiebra. Por su parte, J. B. Lenoir tuvo la suerte de vivir momentos más gloriosos, como fueron los años sesenta. De él se ha conservado material filmado por un matrimonio sueco que quiso reivindicar la espiritualidad y las raíces gospel de este infravalorado sonido sureño.

 

Una de las grandes ideas que tuvo Wenders fue mezclar la recreación ficticia de una época y de unos personajes tristemente olvidados (gracias al uso de espléndidas imágenes en blanco y negro y a la ausencia de diálogo) con la rigurosa documentación de los archivos cinematográficos y la actuación en estudio de grandes estrellas de la música actual, versionando los temas de James, Johnson y Lenoir. En la pantalla se pueden ver desfilar a artistas de la talla de Lou Reed, Nick Cave, Beck, Shemekia Copeland o Cassandra Wilson, todos ellos interpretando canciones de más de medio siglo de antigüedad.

La labor de reconstrucción biográfica resultó especialmente ardua, dadas las condiciones sociales y el momento histórico en que vivieron estas tres estrellas del blues. Para Wim Wenders supuso un verdadero desafío intentar narrar vidas de personajes tan poco populares a pesar del empeño puesto en la búsqueda de datos personales. En declaraciones, el cineasta manifestó lo siguiente:

Blind Willie Johnson sólo había cantado 'gospel', pero de la manera más parecida al 'blues' que se pueda imaginar. Y además era un gran guitarrista. Pero tenía menos información de él que de los otros dos. No había ni una sola fotografía suya, sólo una especie de imagen que había servido de anuncio para uno de sus discos a finales de los años veinte. Blind Willie Johnson era un absoluto misterio.

 

Sin lugar a dudas, el autor de El cielo sobre Berlín (1987) ha sabido combinar de manera espléndida todos estos materiales para dar a luz una película emocionante, rigurosa y de notable fluidez narrativa. Sirva como ejemplo el acertado prólogo-epílogo sideral incorporado por Wenders, donde logra transmitir la estela de inmortalidad que acompaña ya a estos tres míticos bluesmen.

Con The Soul of a Man, el cine ha vuelto a recuperar la altura de los grandes documentales musicales (como El último vals, de Martin Scorsese, o Stop Making Sense, de Jonathan Demme). Sólo cabe esperar que Wim Wenders sea capaz de mantener la misma línea en sus siguientes producciones y que las próximas entregas de este ambicioso proyecto cinematográfico estén al mismo nivel que este film de impecable factura plástica.

 

Para finalizar, nada más apropiado que las palabras del propio realizador alemán, manifestando la devoción que, ya desde muy joven, sentía por el blues, y que le ha devuelto, con envidiable fortuna, al terreno del cine documental:

Esas canciones representan para mí todo un mundo. Sentí que en ellas había más verdad que en todos los libros que leí sobre Estados Unidos y en todas las películas que vi. He intentado describir, más como un poema que en forma de documental, qué fue lo que me conmovió en sus canciones y sus voces.

 

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