Pocos meses antes de que el Ejército Republicano Irlandés declarase el abandono de la lucha armada y la destrucción de su arsenal bélico para integrarse en la política parlamentaria, vía el Sinn Féin, se estrenó la impresionante crónica del último ataque terrorista de magnitud: el atentado en la ciudad de Omagh, en el que fallecieron 31 personas, entre ellas dos niños españoles, y más de 200 resultaron heridas.
Se trata de un importante filme de reconstitución histórica –que obtuvo el premio al Mejor guión en el Festival de San Sebastián 2004–, co-escrito por el autor de otra película análoga: Paul Greengrass, director de Domingo Sangriento (2001), que ya comentamos en estas páginas.
El realizador de Omagh es prácticamente un debutante, Pete Travis, que recibió el encargo de Greengrass, dándole total libertad para la puesta en escena. Así, Trave continúa el estilo de la emblemática cinta de Gillo Pontecorvo La batalla de Ángel (1966), o de la misma Bloody Sunday, donde se combinaba el documental con la ficción, para acometer un relato que está también concebido dentro de la mejor tradición del cine político de Costa-Gavras o en las películas más combativas de Ken Loach.
Tras aquella tragedia del 15 de agosto de 1998, atribuida a una facción del denominado IRA Auténtico, que colocó una bomba en la calle comercial de esa localidad norirlandesa, los familiares de las víctimas comenzaron su lucha por la justicia y enseguida organizaron una asociación –Omagh Support and Self Help Group– para esclarecer los hechos.