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Una vez constatada la ineficacia de este esfuerzo, Hitler ordena –19 marzo 1945 la aplicación de una política de verbannte Erde (tierra quemada) según la cual:

1. Serán destruidas todas las instalaciones militares, de transporte, de comunicaciones, industriales y de abastecimiento, así como los valores muebles que haya dentro del territorio del Reich y que el enemigo pueda utilizar inmediatamente o a corto plazo para proseguir el combate.

2. Serán responsables de poner en práctica estas medidas de destrucción las jefaturas militares cuando se trate de objetivos de índole militar, incluidas las instalaciones de transporte y de comunicaciones, y los jefes regionales y comisarios de defensa del Reich cuando se trate de industrias e instalaciones de abastecimiento y cualesquiera otros bienes muebles. Las tropas prestarán a los jefes regionales y comisarios de defensa del Reich la ayuda necesaria para llevar a cabo sus cometidos”41

En esta coyuntura se inserta la narración de Wicki al contar la historia personal y colectiva de los siete adolescentes que son llamados a filas, siete muchachos que aparecen al principio del film ataviados como cualquier colegial, jugando a ser estrategas señalando en el mapa mural del aula el avance de los aliados y los heroicos contraataques de la Wehrmacht y las fanáticas divisiones de las Waffen SS.

La película se estructura en tres partes en las cuales va presentando la evolución de los protagonistas según se van adentrando en el mundo de la guerra. La primera de ellas sirve para presentar a los personajes, los cuales son representativos de distintos estamentos sociales: Sigi, hijo de una familia proletaria; Karl, Klaus y Albert, representantes de la burguesía local; Hans, desplazado por la guerra y acogido por una familia amiga; Walter, hijo del Jefe del Partido; y por último Jürgen, heredero de una familia de junkers y que trata de cumplir con las exigencias de su clase.

La llamada a filas de los jóvenes marca el tránsito a la segunda parte del film en la cual son adiestrados en el cuartel donde el veterano sargento que los instruye tiene la orden del Alto Mando de “enseñarles a no retroceder nunca”. La reflexión antibélica está presente en todo momento, pero quizás merezca la pena detenerse en una serie de personajes secundarios cuya presencia y actitudes refuerza este discurso.

 

Uno de ellos es el maestro de la escuela, que lejos de asemejarse al belicista Kantorek –su homólogo de Sin novedad en el frente apela al humanitarismo para que el capitán de la compañía no envíe “al sacrificio” a los chicos, señalando que “libertad, heroísmo, patria son ídolos caídos”.

Otro de los personajes que despierta le reflexión antibélica –pero desde el lado contrario, es decir, por su fanatismo y doble moral es el coronel del regimiento, quien no duda en arengar a los jóvenes bajo predicados –caducos como: “patria”, “luchar, vencer o morir”, “luchar hasta el fin”, para más tarde indicarle al capitán que la batalla que se avecina “va a ser una carnicería”; aseveración ante la cual, el capitán opta por destinar a los chicos a defender el puente del pueblo donde viven, un lugar sin importancia estratégica alguna.

Tras la muerte del sargento –abatido por error por la Feldgendarmerie– y la aparición de un convoy de la Wehrmacht en caótica retirada, una espesa niebla se abate sobre el puente –lo que muy bien aventura los acontecimientos que van a acontecer y a remarcar el “grado de patetismo y de inutilidad de la guerra”42–, dando paso a la tercera parte del film. Así, en esta parte, los chicos tendrán que organizarse y, en la secuencia que emana de este incidente, Wicki crea una nueva reflexión al mostrar como Jürgen, el terrateniente, comienza un proceso de actuación similar al que ejerció el propio Partido Nazi para conseguir el mando. La reacción de cada uno de los compañeros también puede ilustrar la respuesta de la nación alemana ante el acoso nazi: Sigi cede de inmediato víctima fácil de un lavado de cerebro ejercido por quien es más poderoso, Karl cede por despecho hacia la sociedad (su padre mantenía una relación afectiva con la muchacha de la cual él estaba enamorado), los demás ceden por ser fieles al concepto del deber, y solo Hans manifiesta que cumple su misión por camaradería.

Tras esto se inician las secuencias bélicas –de desolador discurso–, destacando por la dureza de las imágenes la muerte de Sigi, quien para mostrar su valor frente a los camaradas no se protege ante el ataque de un avión enemigo. Cuando los demás compañeros ven el cuerpo de su amigo, se produce el tránsito hacia la madurez y la realidad de la guerra. Acto seguido se produce el ataque de una compañía de blindados americanos, cuya amenazadora presencia se apercibe por el sonido fuera de campo de sus cadenas. En la batalla, Wicki opta por centrarse en mostrar las actitudes de cada uno de los muchachos: satisfacción ante la primera víctima (Jürgen), rabia personal materializada ametrallando incluso a los heridos (Karl), miedo (Albert).

Finalmente los chicos defienden el puente y los americanos se repliegan. El balance no puede ser más terrible, tan solo sobreviven Hans y Albert. Pero Wicki va aun más lejos en la idea de mostrar lo absurdo de la guerra: un grupo de zapadores alemanes llega con la intención de dinamitar el puente; Hans los hace huir disparando contra ellos y es respondido siendo alcanzado fatalmente y muere. Tan solo uno de los muchachos queda con vida sobre un puente que es cubierto por la niebla y el humo de la batalla.

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NOTAS Y REFERENCIAS

41 SPEER, A: Memorias. Barcelona: El Acantilado, 2001, p. 791.

42 BALLÓ, op. cit. p . 142.