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Todo huele a húmedo en las tierras de América al sur. Las primeras décadas del siglo XIX se presentan como una zona pantanosa. Aún no se han erigido las estatuas de los héroes... Cada mirada vuelve a convertir en arcilla el pasado, un tiempo que se amasa y se moldea intentando "explicar" las grandes cuestiones.
¿Cuál es la medida de los sueños sobre los que se erigen las sociedades?¿Cómo se construye un país? ¿Cuáles son los costos y qué beneficios se vislumbran? ¿Cómo se hilvanan los acuerdos y con qué fuerza se imponen las decisiones? ¿Mediante qué mecanismos, la sociedad define su identidad, busca sus pertenencias y distingue a sus enemigos?

Vamos a rastrear en dos películas -Juan Manuel de Rosas y Camila- realizadas en épocas diferentes, versiones de ese pasado que todavía sobreviven en el debate historiográfico, y también intentaremos interpretar qué idea de la historia propone cada uno de los filmes.
Para desentrañar el tejido que le da cuerpo a estas películas, consideramos varios elementos: el contexto histórico de producción y el contexto fílmico, las características técnicas y artísticas de las obras, así como también a partir de qué operaciones construyen sus versiones del pasado. Además, intentamos pensar las diferentes temporalidades que se ponen en juego al ver una película: el presente de las figuras históricas, el de los autores soñando con sus personajes, el de los historiadores reinterpretando las viejas fuentes, el nuestro visionando y escribiendo y el vuestro repensando y criticando lo producido.

 

Breve contexto histórico de la época recreada

Desde las primeras imágenes, ambas películas nos sitúan en los escenarios y las dimensiones de las historias que van a narrar: los territorios por poblar, la extensión geográfica y política a integrar en Juan Manuel de Rosas; y la ciudad, ámbito privilegiado de la vida social de las familias importantes en Camila. Vamos a recorrer los principales rasgos de una época crucial para la Argentina donde un caudillo se erige como rector de los destinos del país.

A partir de las guerras por la independencia se inicia en América Latina un proceso de definición de las nuevas naciones, esbozándose formas de gobierno y alternándose facciones y clases sociales en el poder. La independencia pondrá en marcha también una importante movilización social, fruto de la militarización de los sectores populares, y la aparición en la arena política de jefes militares que actuarán como caudillos regionales y se convertirán en un factor más de conflicto a la hora de definir el orden institucional a construir.1
En estos tiempos donde la Argentina aún no lo era, se recorta en el horizonte de la llanura pampeana2 un estanciero bonaerense3, Juan Manuel de Rosas, quien si bien no había tenido activa participación en la lucha por la independencia, supo forjar un nombre en las campañas contra el indio y tempranamente emprendió otra forma de hacer política. Apoyado por el sector ganadero exportador -al que pertenece-, la plebe urbana y los peones rurales, logrará construir las bases de un poder que ejercerá sin interrupción desde 1835 hasta 1852.


Cuando Rosas asume como gobernador de la provincia de Buenos Aires la legislatura4 le otorga la suma del poder público y el uso de las facultades extraordinarias5 . Dicho marco legal le permitirá actuar con cierta autonomía política. El poder del gobernador sobrepasará los límites de su provincia a partir de la construcción de un entramado de alianzas con los caudillos federales de la región del Litoral y del interior del país.

Lograda la pacificación, el reconocimiento externo de la independencia y un principio de orden político y social en todo el territorio, se establece la Confederación Argentina6 , una solución que no se presentó como definitiva ya que algunos sectores eran reticentes a sancionar una constitución que legitimara ese nuevo orden político.

Esta unidad dentro de la diversidad de gobiernos provinciales se basó no sólo en la construcción de alianzas militares y políticas, sino también en la creación de un fuerte aparato represivo que actuó tanto al interior del bloque como hacia afuera, contra los caudillos unitarios7 agrupados en la Liga del Interior y también contra los ciudadanos que no mostraban una activa adhesión a la causa rosista. La Argentina se tiñó de rojo, el color que identificaba a Rosas y a los federales. Los símbolos y divisas rojo punzó ocuparon las calles, las casas y las iglesias. El poder político exigía de cada uno de los ciudadanos la externalización de su vínculo con el "Restaurador de las leyes"8. La disciplina fue un elemento central en la política del gobierno y el uso del terror fue una metodología que se aplicó tanto contra los adversarios como en la propias filas.


 

Muchos opositores a Rosas -intelectuales, políticos y oficiales del ejército- nucleados en "La Joven Argentina"9, emigraron a la Banda Oriental del Uruguay y a Chile, desde donde hicieron llegar sus críticas al gobierno a través de las columnas de periódicos tradicionales de esos países.

Si algún ingrediente le faltaba a esta historia, basta mencionar que durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, la Confederación debió afrontar conflictos internacionales con las dos grandes potencias de la época: Francia y Gran Bretaña, que deseaban extender su influencia en América. En abril de 1845 naves inglesas y francesas bloquearon el puerto de Buenos Aires, mientras que el caudillo uruguayo Oribe, apoyado por Rosas, sitiaba Montevideo. A mediados del año 1846, Gran Bretaña, por problemas internos, se retiró del conflicto pero el bloqueo siguió hasta 1848, aunque con arreglos que convenían a ambas partes. Finalmente, en 1849 y 1850 aquel país y Francia -respectivamente- firmaron la paz con la Confederación.

Las películas

De facciones con proyectos políticos enfrentados, de silenciados, vencedores y vencidos, de violencia política, instituciones y regímenes autoritarios en un territorio disgregado, de heroínas rebeldes y caudillos "hablan" las películas que hemos elegido analizar, Juan Manuel de Rosas y Camila.
Cada una recorta su acción a determinados escenarios -la campaña/los recintos de gobierno y la ciudad/la estancia, respectivamente- y pone a jugar a sus personajes para construir singulares miradas sobre ese período tan controvertido. También plantean diferentes dimensiones del pasado: la historia reducida a los acontecimientos políticos protagonizados por un caudillo (en el caso de Juan Manuel de Rosas), o lo político sobredeterminado la vida cotidiana y hasta las relaciones de pareja (Camila).

Juan Manuel de Rosas, dirigida por Manuel Antín y estrenada en 1972, traza una suerte de biografía del caudillo federal centrándose en su accionar público. La película, hilvana una serie de episodios fragmentarios que recrean momentos relevantes de la vida pública de Rosas. Se trata de un gran racconto que se abre con la firma del acuerdo de levantamiento del bloqueo anglo-francés, recreado con una fuerte carga de nacionalismo. Ese momento crucial para don Juan Manuel, dispara una serie de recuerdos que nos permiten reconstruir algunos hitos de su historia política en progresión cronológica: su vida de estanciero y promotor de la acción corporativa para la negociación de carnes en el exterior, los comienzos de su carrera militar, el ascenso al poder y otros hechos de sus sucesivos gobiernos cuidadosamente seleccionados para darle más relieve al personaje.

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NOTAS Y REFERENCIAS

 

1. Para ampliar estos conceptos ver Halperín Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América Latina y Revolución y guerra.

2. Se trata del litoral fluvial pampeano que incluye las provincias de Buenos Aires, parte de La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Esta llanura templada contiene la mayor densidad de población del país y allí se desarrollaron los principales productos agropecuarios de exportación (cuero, lana, carne y cereales).

3. Bonaerense: gentilicio de los habitantes de la provincia de Buenos Aires, República Argentina.

4. Es necesario recordar que el Estado porteño (de Buenos Aires) tenía casi diez años de existencia previo a la llegada de Rosas. Ya desde la ley electoral de 1821, la población de vecinos del lugar accedía al sufragio sólo con residir y trabajar en la campaña bonaerense.

5. Estas eran atribuciones especiales entre las que se encontraba la supresión de las garantías individuales y la delegación de las relaciones exteriores de toda la Confederación en Buenos Aires.

6. Rosas venció a los unitarios de Buenos Aires en 1829, y a los del interior en 1832. A partir de 1835 comienza el proceso de homogeneización política bajo el federalismo. Esa no institucionalización de un Estado argentino puede explicarse no sólo por la negativa de Rosas a concretarla, sino también por los "costos" de la unidad: por un lado, la elite de Buenos Aires debía compartir y redistribuir los ingresos provenientes de la aduana (por las exportaciones ganaderas) y del puerto; y por el otro, las provincias del interior -que desde 1820 habían construido regímenes políticos republicanos, basados en la división de poderes-, desconfiaban de las pretensiones hegemónicas de Buenos Aires. Quizás por eso la Confederación fue el sistema posible en este contexto.

7. Proponen la unidad del régimen bajo un gobierno centralizado, sin autonomías provinciales. El unitarismo fue sostenido tanto por grupos porteños, como por grupos del interior cuyas actividades económicas estaban ligadas al puerto de Buenos Aires.

8. Otro de los apelativos con que se designaba a Juan Manuel de Rosas.

9. Eran jóvenes egresados de la Universidad de Buenos Aires que se agruparon alrededor de Esteban Echeverría (poeta y escritor). En principio, la actividad de esta asociación fue eminentemente cultural. Reunidos en el salón literario discutían sobre educación política y literatura. No faltó la crítica a la realidad argentina; algunos pretendieron postularse como "intelectuales del régimen", pero fueron despreciados por Rosas. Otros optaron por el exilio desde donde mantuvieron sus críticas.