T.O.: The Departed. Producción: Plan B/Initial Entertainment Group/Vertigo Entertainment/Media Asia Films, para Warner Bros (USA, 2006). Productores: Brad Pitt, Brad Grey y Graham King. Director: Martin Scorsese. Guión: William Monahan. Fotografía: Michael Ballhaus. Música: Howard Shore. Diseño de producción: Kristi Zea. Montaje: Thelma Schoonmaker.

Intérpretes: Leonardo DiCaprio (Billy Costigan), Matt Damon (Colin Sullivan), Jack Nicholson (Frank Costello), Mark Wahlberg (Dignam), Martin Sheen (Queenan), Ray Winstone (Mr. French), Vera Farmiga (Madolyn), Anthony Anderson (Brown), Alec Baldwin (Ellerby).

 

Color - 152 min. Estreno en España: 27-X-2006.

El thriller ha sido siempre uno de los géneros predilectos del realizador estadounidense Martin Scorsese. Películas como Malas calles (1973), Taxi Driver (1976) o Uno de los nuestros (1990) ofrecen un fiel testimonio del personalísimo estilo cinematográfico de este autor, que suele combinar dos tipos de discurso muy interrelacionados: uno religioso acerca del ascenso y la caída de un personaje o una colectividad (con su consecuente sentido cristiano de la redención), y otro ético en torno a la ambigüedad moral que conlleva la conducta humana. Ambos son rasgos que han caracterizado su obra a lo largo de más de treinta años.

Basados habitualmente en guiones propios o escritos en colaboración con el cineasta calvinista Paul Schrader, los films de Scorsese han evidenciado una preocupación hacia el comportamiento social del individuo a través de la educación católica del director. Dentro de esta línea cabe enmarcar su última cinta Infiltrados (2006), a pesar de que el origen y las particularidades del proyecto no respondan plenamente al espíritu de sus obras mayores.

El argumento de The Departed está extraído de un thriller policiaco rodado en Hong Kong y titulado Infernal Affairs (2002). El guionista William Monahan (El reino de los cielos) fue el encargado de redactar la versión americana del guión, trasladando la acción a los ambientes irlandeses de Boston. Éste es, a primera vista, el cambio más relevante que Martin Scorsese ha introducido respecto a los clanes mafiosos italianos de películas anteriores en su filmografía (como, por ejemplo, Casino o la antes mencionada Uno de los nuestros). No obstante, el autor de El cabo del miedo (1991) ha justificado los intereses que le han llevado nuevamente al terreno de los remakes y a la filmación de un guión ajeno, con las siguientes palabras:

El mundo que William Monahan ha creado es totalmente distinto al de la película de Hong Kong. Cuando recibí el guión me llevó un buen rato leerlo porque, de modo automático, empecé a visualizar la acción y a meterme en la naturaleza de la historia y de los personajes. Una de las cosas que me chocó fue que la descripción de los distintos tipos y sus actitudes hacia el medio en el que viven fuera tan intransigente. Eso es lo que de verdad me interesó para dirigir la película.

 

Infiltrados narra la persecución mutua a la que se someten dos agentes de policía muy distintos: el primero de ellos trabaja para el líder de la mafia local mientras que el segundo recibe la misión de introducirse dentro de este grupo de gánsters para descubrir al traidor. Este juego de identidades permite mantener el suspense de manera inteligente durante la mayor parte del relato. Desgraciadamente, la resolución abrupta y repentina que Scorsese confiere a la trama decepciona las expectativas del público y pone fin a un habilidoso ejercicio de intriga mantenido durante dos largas horas de metraje.

A pesar de todo, la presente cinta hace gala de un despliegue de medios y talento narrativo que la convierten en una de las obras más sólidas filmadas por el cineasta neoyorquino dentro de la década presente, aunque se le puedan reprochar ciertos mimetismos e influencias innecesarias del cine de acción oriental (cinematografía actualmente en auge gracias a nombres como Johnny To).

 

El resultado es un film con elevadas dosis de violencia y un vocabulario muy soez en el que Martin Scorsese pretende llevar a cabo una dura crítica hacia la actual administración gubernamental norteamericana. El propio realizador ha explicado las intenciones de su nueva obra en un par de entrevistas:

Me guste o no, siempre me he sentido atraído por aquellas historias que tienen que ver con la confianza y la traición, por eso me sentí tan interesado por el guión y por el proyecto, pero una vez que me involucré se convirtió en algo completamente diferente.

Ese mecanismo perverso de la confianza continuamente defraudada crea un mundo de absoluta ambigüedad moral, una especie de ‘zona cero' de la ética en la que estamos, y de alguna forma refleja el ánimo desesperanzado de Estados Unidos, y creo que de gran parte del planeta. Refleja las consecuencias del 11 de septiembre.

 

Por otra parte, Infiltrados supone la tercera colaboración de Scorsese con el actor Leonardo DiCaprio tras las desafortunadas Gangs of New York (2002) y El aviador (2004), películas con las que su autor ha ido alejándose progresivamente de su particular estilo y sometiéndose a las presiones, cada vez mayores, de las grandes productoras norteamericanas. Merece la pena citar las breves declaraciones que ha formulado Jack Nicholson, uno de los intérpretes de la cinta, respecto a las dificultades con las que topan los grandes cineastas hoy en día:

A mí nunca me lo ha dicho, pero sí que es cierto que ha sido una lucha muy dura poder hacer el film tan interesante y fresco como él lo quería. Cada vez cuesta más que te den luz verde para hacer una película nueva, personal. A pesar de llamarte Martin Scorsese.

 

No obstante, el film que nos ocupa ha devuelto a este consagrado maestro al género del thriller con gran fortuna, permitiéndole exhibir esa puesta en escena ágil y nerviosa tan característica de obras como El color del dinero (1986) o El último vals (1978), filmación del último concierto organizado por el conjunto musical The Band antes de su definitiva disolución.

En lo referente al elenco de protagonistas, conviene destacar la presencia de veteranos de la talla de Martin Sheen o el referido Jack Nicholson –luciendo su habitual histrionismo que tan popular le hiciera en películas como El resplandor (1980), de Stanley Kubrick, o Batman (1989), de Tim Burton– junto a las notables interpretaciones de los jóvenes actores Matt Damon, Mark Wahlberg y el ya citado DiCaprio, que alcanza, en este excelente policíaco, alguno de los momentos más gloriosos de toda su carrera profesional.

 

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