T. O. : Un long dimanche de fiançailles.

Producción:Warner Bros., 2003 Productions, Tapioca Production, TF1 Films Productions, Canal+, Centre National de la Cinématographie, Région Poitou-Charentes, Région Bretagne y Gerber Pictures (USA-Francia, 2004 ).
Productor :
Francis Boespflug.
Director:
Jean-Pierre Jeunet.
Argumento:
basado en la novela homónima de Sébastien Japrisot.
Guión:
Jean-Pierre Jeunet y Guillaume Laurant.
Fotografía:
Bruno Delbonnel.
Música:
Angelo Badalamenti.
Diseño de producción:
Aline Bonetto.
Montaje:
Hervé Schneid.

Intérpretes: Audrey Tatou (Mathilde), Gaspard Ulliel (Manech), Jean-Pierre Becker (Teniente Esperanza), Dominique Bettenfeld (Ange Bassignano), Clovis Cornillac (Benoît Notre-Dame), Marion Cotillard (Tina Lombardi), Jean-Pierre Darroussin (Benjamin Gordes), Julie Dépardieu (Véronique), Jean-Claude Dreyfus (Com. Lavrouye), André Dussollier (Rouvières), Ticky Holgado (Germain Pire), Tchéky Karyo (Capitán Favourier), Jérôme Kircher (Bastoche), Denis Lavant (Six-Soux), Chantal Neuwirth (Bénedicte), Dominique Pinon (Sylvain)

Color - 134 min. Estreno en España: 28-I-2005.

Cuatro años después de dirigir una de las películas más populares del cine francés actual, Amélie ( Le Fabuleux destin d'Amélie Poulain , 2001), vuelve Jean-Pierre Jeunet. Su nombre, desde su ópera prima con Marc Caro, Delicatessen (1991), es sinónimo de cine de calidad, arriesgado y a la vez de fantasía y poesía. El estreno de sus cintas, en especial en Francia, es seguido con expectación, puesto que posiblemente sea, junto a Luc Besson, el cineasta más popular desde los tiempos de la Nouvelle Vague .

Más de uno nos preguntábamos cómo adaptaría su particular visión del mundo, donde reina la imaginación y la fantasía, con el crudo panorama de la Francia de la Primera Guerra Mundial. Por desgracia, la respuesta a esa pregunta no es muy optimista: Largo domingo de noviazgo no es una mala película, pero está muy lejos de la fabulosa Amélie .

Jeunet realiza, con el filme que nos ocupa, su obra más academicista hasta la fecha, si bien podemos denotar su estilo en ciertos aspectos comunes a sus anteriores trabajos como la voz en off , la puesta en escena barroca –aunque en esta ocasión mucho más contenida–, el gusto por encuadres y composiciones de talante pictórico o el tratamiento fotográfico cuidado al extremo, amén del sentido del humor surrealista y sus personajes, siempre rocambolescos. No obstante, todos estos ingredientes están lejos de resultar la receta ideal, que tan buen resultado dio en un pasado reciente.

Todo lo que aparece en el filme que reconocemos como distintivo de Jeunet, resulta apagado, sin chispa; no tiene el toque de gracia que hacía a sus películas unas obras personales y diferentes. Muchos han definido a la cinta como las andanzas de la abuela de Amélie. Nada más lejos, su protagonista Audrey Tatou incluso intenta emular su actuación de la heroína de Montmartre, pero sin resultado. La historia – las pesquisas de una joven bretona, en busca de su amado durante la Primera Guerra Mundial, aparentemente fusilado– es cansina, confusa, folletinesca y morosa en su narración. ¿Era necesaria una historia tan complicada? Después de una hora de metraje, han aparecido tantos nombres, personajes, situaciones, pistas que no conducen a nada..., que poco podemos hacer por mantener el interés por las desventuras de la joven Mathilde.

Sin embargo, no todo es tan negativo. La inspiración del mejor Jean-Pierre Jeunet se muestra en dos historias que nacen de la narración principal. La primera, la trágica historia de amor protagonizada por el personaje de Jodie Foster, un conmovedor relato de amistad, amor, pasión y celos. La segunda es el violento relato de la femme fatale que interpreta Marion Cotillard, un ángel vengativo que va dando caza a varios de los oficiales que estuvieron detrás de la muerte de su amante en las trincheras. Ambas eran merecedoras de una película, y no la edulcorada y sosa aventura de Mathilde y Manech.

A lo largo del filme encontramos otros aciertos, como el brillante trabajo fotográfico de Bruno Delbonnel, brillante y cálido cuando se trata de pintar la Bretaña de Mathilde y su hogar; y frío, con tristes tonos sepia para dar luz a las trincheras donde se encuentra su prometido. Por desgracia, el concurso del brillante compositor Angelo Badalamenti resulta poco brillante. La banda sonora es plana y poco inspirada, nada que ver con la composición que acompañaba las imágenes de Amélie del galo Yan Tiersenn.

Como hemos dicho al inicio de nuestro comentario, la película está ambientada durante la Gran Guerra y su inmediata posguerra. Ciertamente, una época oscura para las fábulas de Jeunet. Cuando el director retiene su mirada en el frente, es fácil rememorar obras anteriores a las que Jeunet homenajea. Por ejemplo, Senderos de gloria ( Paths of Glory , Stanley Kubrick, 1957) en el travelling inicial de la cinta y las secuencia del ataque francés, con los poilus yendo over the top ; Sin novedad en el frente ( All Quiet on the Western Front , Lewis Milestone, 1931), en las escenas que se desarrollan en el cráter, entre Manech y uno de sus compañeros o bien en la muerte de uno de los soldados franceses por un francotirador –en este caso de sus propias filas–, que nos retrotrae a la imagen de la mano de Paul Baumer acercándose a la mariposa en el final de la obra maestra de Milestone. También aparece Alas! ( Wings , William A. Wellman, 1927), durante el ametrallamiento de las líneas francesas por el avión alemán, o Uno Rojo: División de choque ( The Big Red One, Samuel Fuller, 1980), en el plano que abre la película. Jeunet se acerca a la tradición fílmica anti-militarista del cine de la Primera Guerra Mundial sin aportar mucho. Quizás unas secuencias bélicas bien rodadas y recreadas, aunque esto sea mérito de la informática y el departamento de efectos especiales.

Jeunet se une a las voces fílmicas que han descrito la guerra como un infierno, criticando a los oficiales de alto rango –en especial un despiadado general que parece salido de Senderos de gloria – y a la inutilidad de una guerra que destruyó una generación. Vemos como los hombres se autolesionan para no volver al frente, como sufren sus familias e incluso como son fusilados diversos soldados por no cumplir con su deber. Esto último herencia directa de la obra de Kubrick. Resulta curioso como el ejército francés, debido a los motines de abril de 1917, durante la inútil ofensiva del Chemin des Dames, ha quedado para el cine como el único que ejecutaba a sus hombres por cobardía; en realidad eso no fue así, ya que el Cuerpo Expedicionario Británico se llevó la palma en ello: casi 400 fusilados por menos de un centenar en el caso francés: ¿Un mito cinematográfico? ¿Un error de la memoria fílmica? Puede, como lo es el hecho de que todos los soldados que aparecen en el film –con la excepción de uno– odian la guerra, detestan las trincheras y sólo quieren volver a casa.

Coincido con el especialista Marc Ferro y otros autores al preguntarme el porqué de las asociaciones de excombatientes, los alistamientos masivos y el nacimiento del llamado Mito de la Experiencia de la Guerra si todos los contendientes odiaban a ésta. Estamos viendo la guerra con nuestros ojos y de manera sesgada. Es una visión a posteriori y no la de muchos de los que estaban allí.

Jeunet se muestra contrario al conflicto, pero al igual que gran parte de la cinematografía gala, no lo hace con aspavientos, sino sin demasiado ruido. Su discurso –aunque no creo que esa fuera su intención– está muy lejos del de su compatriota Bertrand Tavernier, el cineasta que más ha contribuido a la temática en los últimos años, pero cercano a la tradición cinematográfica francesa, que ha tratado el tema de la Gran Guerra de una manera un tanto similar al de la Ocupación alemana y el Colaboracionismo durante la Segunda Guerra Mundial.

El intento de Jeunet es loable y válido, en algunas secuencias, pero todo nos suena demasiado. Es remarcable citar diversos aspectos poco vistos en otros filmes y muy bien reconstruidos, como la capilla subterránea, los burdeles de la retaguardia con su luz roja, los movimientos y traslados de tropas a lo largo del frente, ciertas imágenes fantasmagóricas vistas en muchas fotografías contemporáneas como la crucifixión devastada que abre la cinta, los cementerios de la posguerra o la reconstrucción de las trincheras francesas ciertamente logradas.

Por otro lado, Jean-Pierre Jeunet incurre en diversos errores de ambientación que son difícilmente entendibles en una producción de este calado. En primer lugar, durante la ofensiva francesa aparecen diversos tanques. Se nos anuncia que nos encontramos en enero de 1917. Por desgracia para el Ejército francés, los carros de combate no los apoyaron hasta mediados de ese mismo año, y además en otro sector del frente. En segundo lugar, el avión alemán que aparece en el filme es totalmente erróneo. Diversos protagonistas hablan del Albatros rojo. Efectivamente, los Albatros eran aviones alemanes, pero lo que vemos en pantalla es un Boeing Stearman norteamericano, pintado de rojo y con una falsa deriva. ¿Qué costaba digitalizar el avión? Quizás sean detalles insignificantes, pero creo oportuno señalarlos en aras de los amantes de las reconstrucciones meticulosas. Es triste ver que después de ochenta años y centenares de obras sobre la Gran Guerra, un autor se vea limitado a repetir los mismos clichés y a profundizar tan poco. Creo que daría igual si Manech hubiera desaparecido en Dien Bien Phu o en Omaha Beach, a Jeunet le interesa más la love story y las pesquisas a lo Philip Marlowe de Audrey Tatou que lo que pasaba en el frente occidental durante 1917.

Parte de la crítica especializada ha esgrimido la participación de la Warner como una de las posibles causas de lo fallido del producto. Es posible. La prensa francesa atacó el filme por estar americanizado e incluso no lo dejó presentar en Cannes, esgrimiendo los pases que se habían efectuado en Estados Unidos. Quizás Jeunet se vio obligado a ciertas concesiones para intentar tener más mercado –y su holgado presupuesto de sesenta millones de dólares–. Si eso fuera así, la jugada no ha tenido el resultado esperado. La película no ha funcionado bien y la crítica no ha sido tan entusiasta como en su anterior obra. Momentos aislados, como las dos historias antes referidas, o el bello y pulcro final, nos regalan de nuevo al Jeunet que conocíamos y que esperemos vuelva a emocionarnos con relatos donde se sienta más cómodo.

Más Críticas

<< 1 2 3 4 5 6 7 >>