Sin embargo, no todo es tan negativo. La inspiración del mejor Jean-Pierre Jeunet se muestra en dos historias que nacen de la narración principal. La primera, la trágica historia de amor protagonizada por el personaje de Jodie Foster, un conmovedor relato de amistad, amor, pasión y celos. La segunda es el violento relato de la femme fatale que interpreta Marion Cotillard, un ángel vengativo que va dando caza a varios de los oficiales que estuvieron detrás de la muerte de su amante en las trincheras. Ambas eran merecedoras de una película, y no la edulcorada y sosa aventura de Mathilde y Manech.
A lo largo del filme encontramos otros aciertos, como el brillante trabajo fotográfico de Bruno Delbonnel, brillante y cálido cuando se trata de pintar la Bretaña de Mathilde y su hogar; y frío, con tristes tonos sepia para dar luz a las trincheras donde se encuentra su prometido. Por desgracia, el concurso del brillante compositor Angelo Badalamenti resulta poco brillante. La banda sonora es plana y poco inspirada, nada que ver con la composición que acompañaba las imágenes de Amélie del galo Yan Tiersenn.
Como hemos dicho al inicio de nuestro comentario, la película está ambientada durante la Gran Guerra y su inmediata posguerra. Ciertamente, una época oscura para las fábulas de Jeunet. Cuando el director retiene su mirada en el frente, es fácil rememorar obras anteriores a las que Jeunet homenajea. Por ejemplo, Senderos de gloria ( Paths of Glory , Stanley Kubrick, 1957) en el travelling inicial de la cinta y las secuencia del ataque francés, con los poilus yendo over the top ; Sin novedad en el frente ( All Quiet on the Western Front , Lewis Milestone, 1931), en las escenas que se desarrollan en el cráter, entre Manech y uno de sus compañeros o bien en la muerte de uno de los soldados franceses por un francotirador –en este caso de sus propias filas–, que nos retrotrae a la imagen de la mano de Paul Baumer acercándose a la mariposa en el final de la obra maestra de Milestone. También aparece Alas! ( Wings , William A. Wellman, 1927), durante el ametrallamiento de las líneas francesas por el avión alemán, o Uno Rojo: División de choque ( The Big Red One, Samuel Fuller, 1980), en el plano que abre la película. Jeunet se acerca a la tradición fílmica anti-militarista del cine de la Primera Guerra Mundial sin aportar mucho. Quizás unas secuencias bélicas bien rodadas y recreadas, aunque esto sea mérito de la informática y el departamento de efectos especiales.