Las últimas palabras de Cicely fueron para Mace; “Cualquiera que sean las fuerzas que le han hecho, tiene usted el poder para cambiar”.
Y ese poder para cambiar es el que tiene presente Joel al término del
relato de Ned. Antes de escuchar su historia Joel afirmaba; “ Debemos hablar de dos lugares distintos”. Cierto, la Cicely de Ned fue el París del Norte , el Eden, jardín del Paraíso. La Cicely de Joel parece ser, como indican Pringle y L.Shearer 124 ,
el Eden después de la caída del pasado glorioso. Ned presenció el
triunfo del espíritu femenino pero Joel vive en una Cicely dominada por
el patriarcado de Maurice aunque el espíritu de lo femenino sigue
latiendo y hay una rematriarcalización (Maggie declarada alcaldesa,
Shelly domina a Holling, Barbara a Maurice…). Si en 1909 quien tenía el
poder era Mace, ahora es el Maurice, quien además mantiene a Joel en
Alaska contra su voluntad.
En el relato de Ned se entrevé el mito de América como país de las oportunidades pero en Northern Exposure
también se advierte una crítica al americanismo al enfrentarse al Mace
del pasado o al Maurice de nuestros días. Se cuestionan los conceptos
americanos por excelencia (propiedad privada, materialismo, expansión
territorial) aunque no se exponen como exclusivos del hombre blanco.
Brand juega de nuevo a lo inesperado; “(...) part of the show's
genius (...) was continually confounding audience expectation. Thus,
the native Alaskans, the Inuits we encounter, are sometimes the
strongest advocates for modernity and change. They eat junk food, do
the New York Times crossword puzzle. Maurice, the reactionary, could
often be found on the side of tradition and history. It was a heady
brew of deliberately conceived contradictions 125 ”. Esta crítica a veces es demoledora: “E res
un verdadero americano. Eres un ex marine y un astronauta. Tú eres
América. Eres rico, eres rapaz, eres el progreso sin conciencia
machacando a todos en tu camino. Sólo sois el 5% de la población y
consumís el 25% de los recursos naturales del planeta. Pagáis muchos
impuestos, hacéis muchas obras de caridad, muchas de ellas deducibles
de impuestos, pero vuestro corazón está donde debe estar 126”.
A este respecto Barry Corbin (Maurice) afirma: “I
think Maurice with all hisfaults and attributes is a good example of
what the world thinks of as essentially American. He is by turn, honest
and sly, generous and selfish, tender and abrasive, and brave and
frightened. Many people in the world think of America as a bully (speak
softly and carry a big stick). This is sometimes true, but we are also
the first to help others in a crisis. Sometimes our help is misguided,
but like Maurice, our heart is always in the right place 127”.
Retomando las palabras de Cicely, siempre hay esperanza en el poder de cambiar y Joel capta la esencia de este cuento catártico sobre la fundación de un estado de ánimo
que todavía vive. Fleischman cura el tobillo de Ned pero éste cura el
pesimismo de Joel con su relato. De hecho, en la medicina tradicional
hindú se ofrece un cuento a una persona psicológicamente desorientada
para hacerle ver desde fuera su mal interno 128.
Cicely
y Roslyn elevaron a Ned de su estado salvaje en el barro a un estado de
hombre culto y formado. Con su vuelta a Cicely, al seno materno donde
una vez conoció el amor, Ned llena el vacío que había tenido toda su
vida y su relato llena el vacío que tenía Joel en la suya. Las voces
del pasado de Cicely impregnan el espacio del presente:
Cicely:
En este pequeño rincón de Alaska ha triunfado el espíritu humano.
Albergamos en nuestras manos el bien más preciado de todos, la
libertad.
Ned: Una persona puede tener un profundo efecto sobre otra y dos personas pueden hacer milagros.
Estas voces y otros sonidos del París del Norte rodean al solitario Joel en el Brick – “La volandera verdad de nuestras palabras (...) se transporta instantáneamente. Sólo resta el recuerdo de sus letras 129”- , el salón de la Cicely de hoy, naciendo un nuevo Joel con una actitud diferente ante el futuro pues “E s
aceptable tener sentimientos de rabia pero no actuar por esos
sentimientos. Los niños se desenfrenan cuando se enfadan. Nosotros
somos adultos, podemos hablar”. Fleischman entiende que debe abandonar sus quejas infantiles y afrontar su situación en Alaska como un adulto.