Llegados a la cabeza de la ofensiva –acompañado desde ese mismo momento por un constante sonido distante del duelo artillero- el escuadrón recibirá la orden de avanzar a lo largo de la línea ferroviaria en dirección Murmansk, y estacionarse en Porajärvi. Antes de partir hacia la misión, el teniente Perkola encontrará entre toda la tropa a Kaarina, quien forma parte del Lotta Svard, organización auxiliar femenina. A lo largo del film se ilustrará el papel desempañado por estas mujeres en el conflicto.
El origen del esta organización, ligada ideológicamente a la Guardia Cívica, se remonta a los tiempos de la Guerra Civil. Sometida a una serie de reorganizaciones, para el año 1941, momento en el que estalla la Guerra de Continuación, la Lotta prestaba apoyo en enfermería de campaña, aprovisionamiento, intendencia, administración y señalización y recogida de fondos para el mantenimiento de las tropas. Cada división del ejército contaba entre sus filas con un número que oscilaba entre 100 y 200 Lottas.
El número de mujeres que participó en el movimiento Lotta experimentó un crecimiento a lo largo de los años incrementándose en los años de guerra 41.
Año |
Número de miembros |
1919 |
34000 |
1930 |
64000 |
1935 |
90000 |
1939 |
130000 |
1943 |
173000 |
1944 |
150000 |
El personaje de Kaarina corresponde con una de las encargadas de tareas de intendencia, lo que permite a Saarela ilustrar de manera efectiva los pormenores del equipamiento del ejército. Igualmente se muestra el carácter de no combatiente de estas auxiliares cuando en el ataque al convoy en el que Kaarina junto con sus compañeras, heridos y una pequeña escolta son asaltados por soldados soviéticos y son masacrados, Kaarina es tomada prisionera y desde ese mismo momento el realizador deja bien claro que va a ser objeto de abusos por parte de los enemigos.
Si la secuencia mostraba toda la dureza del combate con la ejecución de los heridos y las Lottas, el director construye un buen discurso antibélico con la siguiente secuencia cuando se centra en el escuadrón de Perkola efectuando sus labores de patrulla en el sector de Rukajärvi y encuentran a un grupo de refugiados que están tratando de alcanzar la frontera de Finlandia. Uno de los jóvenes refugiados, por temor a ser registrados emprende la huida y es abatido por Kaarpinen quien se gana una fuerte reprimenda por parte del teniente. De esta manera Saarela no hace distinción entre unos y otros combatientes, ni hace un discurso maniqueo, sino que muestra la terrible crueldad de la guerra y como las partes enfrentadas son iguales.
Si tradicionalmente el cine b élico ha presentado a los oficiales con gran entereza incluso en los momentos más adversos, Saarela derrumba este mito al mostrara al teniente Perkola en estado de shock al recibir la noticia del ataque al convoy en donde viajaba Kaarina, y suponer que esta ha muerto. En este estado ausente se mantendrá durante toda la película y hará que los hombres bajo su mando lleguen a estar en situaciones de peligro por falta de liderazgo.
La misión de reconocer los pueblos abandonados por los rusos se convertirá en momentos de gran tensión –el director hace un efectista uso del zoom de retroceso para materializar la sensación de miedo- y donde encuentra la muerte Heikkinen al detonar una trampa explosiva preparada por los soviéticos en su retirada. Este encuentro con la muerte origina una de las escenas más simbólicas de todo el film, cuando tras el entierro del camarada muerto, los restantes miembros de la escuadra junto con el teniente -13 en total- se refugian en una cabaña semidestruida donde se disponen a cenar. El director concede una gran carga de significado a esta secuencia al ubicar la cámara de manera frontal al grupo y ofrecer un plano de conjunto al que intercala un plano detalle de las manos del teniente partiendo el pan y repartiendo arenques.
La iluminación por medio de tonos azulados, la ausencia de pared tras el conjunto y la profundidad de campo que se crea con el paisaje, el silencio sobrecogedor de la escena lleva a pensar en una relectura del tema de la Última Cena, sustituyendo la figura de Cristo por la del teniente, el oficial más cercano a sus hombres con los que comparte todas las vivencias de frente.
No será esta la única referencia de corte espiritual en el film, más adelante el cabo Saarinen es herido de gravedad al cruzar un puente y cae al agua donde se hunde a la vista de todos y es dado por muerto, pero más tarde regresa malherido al campamento donde está el resto de la unidad y explica la experiencia mística que ha tenido. Retoma Saarela la idea del bautismo –desde el punto de vista luterano- que supone la muerte y renacimiento espiritual.