Para su debut cinematográfico, Andrei Zvyagintsev –joven director ruso de tan sólo 30 años– no podía haber apuntado mejor en todos y cada uno de los conceptos que ésta, su ópera prima, propone, tanto a nivel formal como de contenido .
Hasta la fecha, Zvyagintsev tan sólo había desarrollado su labor como director en las tablas de los teatros independientes de Moscú. Posteriormente, dio el salto a la pequeña pantalla a través de la publicidad. Tras un breve periplo en ésta –lo suficiente como para poder aprender las técnicas más básicas de rodaje –, fue reclamado para dirigir tres episodios de la serie de televisión rusa “Black Room”. Esta corta carrera profesional, le hizo valedor de la atención del productor cinematográfico Dimitri Lesnevsky, quien le ofreció la dirección de El regreso.
Este film nos narra la historia de dos jóvenes hermanos –Andrei, el mayor e Iván, el menor – que se enfrentan al regreso de su padre, un hombre del que desde hacía doce años no sabían nada. La aparición de éste da origen a un sinfín de conflictos en el núcleo familiar provocados por la dura autoridad que muestra hacia sus hijos. Tras unas pocas horas en casa, el padre decide llevarse a sus hijos de pesca durante dos días. Sin embargo, una vez empezado el viaje, el mismo padre decide que deberán estar con él durante más tiempo. Poco a poco, a medida que los días transcurren sobre la superficie de una isla desierta, el clima que envuelve a los tres personajes va armándose de tensión, en especial entre Iván, el hijo más rebelde, y su padre. Este clima, finalmente, desembocará en un casi inevitable y trágico final en el que el padre fallece, por accidente, ante la atónita mirada de sus hijos.
Partiendo de esta –en apariencia – sencilla historia (siempre lineal, sin un exceso de subtramas artificiales, con unos personajes claramente definidos), Zvyagintsev logra un resultado final mucho más complejo y repleto de dobles sentidos y metáforas de lo que cabría esperar para un autor novel. De esta forma, el director no tan sólo construye un apasionante drama de un núcleo familiar inusual, sino que consigue realizar un sutil pero visible relato envuelto de simbología religiosa.