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Producción:
Radar Pictures/Bedford Falls Company/Cruise-Wagner, para Warner
Bros. (USA, 2003)
Productores:
Tom Cruise y Paula Wagner
Director:
Edward Zwick
Argumento:
John Logan
Guión:
John Logan, Marshall Herskovitz y Edward Zwick
Fotografía:
John Toll
Música:
Hans Zimmer
Diseño
de producción: Lilly Kilvert
Montaje:
Steven Rosenblum
Intérpretes:
Tom Cruise (Capitán Nathan Algren), Ken Watanabe (Katsumoto),
Timothy Spall (Simon Graham), Billy Connolly (Zebulon Gant), Tony
Goldwyn (Coronel Bagley), Hiroyuki Sanada (Ujio), Koyuki (Taka),
Shichinosuke Nakamura (Emperador), Masato Harada (Omura), Shun Sugata
(Nakao).
Color
- 157min. Estreno en España: 9-I-2004.
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Una
superproducción en toda regla. Así se podría
definir la nueva película coproducida y protagonizada por
Tom Cruise, "avalada" por una taquilla abundante y una
crítica poco desgarradora, incluso favorable. En ella, el
actor, da vida a un militar americano (Nathan Algren), protagonista
de algunas de las batallas más famosas de la historia americana
del s. XIX (incluida las masacres de indios), sobreviviendo "físicamente"
a todas ellas. Este alcohólico mercenario se pondrá
al servicio del gobierno Meiji japonés para adiestrar a las
tropas gubernamentales contra la oposición de un grupo de
los recién ilegalizados samuráis (rebelión
samurái de 1876 y 1877). Tras la primera batalla, donde los
insurgentes dan cuenta del ejército gubernamental recién
formado, el capitán Algren es hecho prisionero por el rebelde
Matsumoto. La evolución que sufrirá (tanto física,
como psicológica y emocional) el capitán Algren en
el poblado, acabará llevándole a entender y admirar
la profunda filosofía que rige la vida del samurái.
Esta evolución personal (que le permite volver a descansar,
olvidando las pesadillas militares de las matanzas indias) va paralela
a la que ocurre en el propio Japón, que cada vez sufre más
la herida de las corrupciones internas y de las garras extranjeras
(tanto militares como comerciales) que estás ocupando y destrozando
el país.
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Cómo
ya se hizo durante la filmación de la película, ésta
se podría dividir en dos partes bien diferenciadas: aquella en
la que se refleja la vida en el poblado samurái y las costumbres
japonesas, llena de momentos de quietud total, silencios, lirismo, filosofía,
tranquilidad
; y la otra, donde las batallas toman el papel primordial,
ya sea en forma de guerra en sí, o de oposición brutal
a aquello que significaba el mundo samurái. Pese a la importancia
que tienen estos momentos bélicos, se puede ver -sobre todo en
una escena de la batalla final, con la mirada de los dos protagonistas-
un cierto mensaje "pacifista" en la película, sin por
ello denigrar la tradición militarista nipona.
Es difícil honrar una cultura que no es la tuya, y en Japón
estaban preocupados. Por eso, cuando se estrenó allí
y gustó, sentimos un alivio, comentó el director Eduard
Zwick. (Reconocido autor de Tiempos de gloria, Leyendas de pasión,
En honor a la verdad).
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Esta
división del argumento va creando ritmos en la película
que no dejan indiferentes al espectador. La combinación de éstos
y la buena ambientación (contó con la ayuda de Akira Fukuda,
habitual colaborador de Kurosawa, para ser más fiel al ambiente
y al armamento japonés de la época) ofrecen una película
redonda.
Uno
de los elementos que casi se convierten en un personaje más de
la película es la concepción samurái del honor.
Como se cita en algún momento, los samuráis sólo
se acogen a un código de normas que intentan llevar siempre consigo
y las cuales devienen en el motor de su forma de vivir. Con el final
del film, parece que este código de normas que ayudan a mantener
la armonía en la comunidad son la única receta para vivir
bien, lejos de las corruptelas y del vicio de la sociedad moderna.
El
papel de Tom Cruise, como ya se ha citado en las innumerables entrevistas
y críticas que se han hecho tras el esperado estreno de la película,
estuvo muy preparado por el actor. Esto se tradujo en meses de entrenamiento
en artes marciales, lecturas sobre el Bushido, etc... Tal es el influjo
que el estudio de la vida del samurái ha hecho mella en Cruise
que aseguró: "El credo samurái coincide con mi filosofía
de vida".
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Otro papel a destacar
es el de Ken Watanabe como Matsumoto (personaje basado en el verdadero
líder de la rebelión, Saigo Takamori), que encabezará
la rebelión samurái. Este gran actor (1'85 cm) desconocido
para Hollywood y para Occidente en general, es un actor en auge en Japón.
Surgido del mundo del teatro, Watanabe se convierte en la película
en un magnifico interlocutor para Tom Cruise, sin quedar eclipsado por
la fama mundial del actor norteamericano. Es más, algunos han calificado
su actuación en la película como el "ancla necesaria"
para la evolución del relato. Además, su figura nos recuerda
al gran Toshiro Mifune.
Sus escenas de acción,
la mayoría sin dobles, son comparables a la de Cruise. Esto no
sorprendería a nadie si el actor no estuviera saliendo de un
duro tratamiento de leucemia: "Y después mucha gente tuvo
la idea de que yo no podía hacer más películas,
y que éstas eran demasiado esfuerzo para mí".
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Otra
de las pequeñas maravillas del film (aparte del lirismo de las
escenas del pueblo) es la banda sonora hecha por Hans Zimmer, autor
de innumerables bandas sonoras de reconocido mérito (Rain Man,
Thelma y Louise, Gladiator, etc...). Zimmer no solo compone una música
para la película, sino que crea el ambiente necesario para la
acción que se desarrolla. Combina perfectamente los temas con
gran fuerza (necesarios en momentos de tensión, de triunfalismo
o de gran énfasis emocional), con temas más tranquilos,
cálidos y emocionantes para las escenas más melancólicas.
También reúne en un estilo de música particular,
la melodía oriental con algunos arreglos occidentales creando
una armonía musical muy lograda.
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El vestuario, bien ambientado en la época,
se hizo a mano en Japón y de los diseños se encargó
Ngila Dickson que también estuvo en "el vestuario"
de otra superproducción: El señor de los anillos.
El mayor acierto de la película
es haber dejado la mayoría de diálogos en japonés,
lejos de la prepotencia yanqui (a la que estamos habituados) que ponían
a los orientales hablando un perfecto inglés para "ayudar
al espectador". Esto aporta más realismo y fuerza a la película
y nos ayuda a ver mejor la evolución del Capitán Algren.
Este film no está libre de "occidentalismo" en otros
ámbitos, ya que ni los japoneses llamaron a militares americanos
para entrenar a sus tropas, ni los americanos eran el ejército
más potente del momento (como lo eran Alemania y Francia). Pese
a esas "licencias históricas". La película sí
respeta la vida cotidiana japonesa y la relación que mantuvieron
en ese momento con Occidente.
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En definitiva, The Last
Samurai es una película completa, llena de momentos profundos
y a la vez tensos y emocionantes. Aunque algunos la tachen de típica
y occidentalista, el film entretiene y no llega a ser inverosímil
(si no es por la probada invencibilidad del protagonista).
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