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Yo siempre que hago una película la hago siempre así, para jugar yo. Eso es terrible confesarlo, pero puestos a decir la verdad Siempre pienso "¡pues ni el hijo de Catalina de Rusia -que no sé si tuvo hijos-, ni el de Felipe II ni el de cualquier monarca del mundo ha tenido un juguete más caro que yo!". Porque claro, hacer una película Aunque el hijo de Catalina de Rusia tuviera un caballito de brillantes para jugar con el caballito en vez de uno de cartón, pues es bastante más barato que una película. Yo siempre he jugado, he experimentado, me he enamorado de las películas. Cuando yo arranco una película pienso, equivocadamente, eso es cierto, que esa película no la ha hecho nadie, esa es la mejor que se puede hacer, que o sea, es un enamoramiento. Si tú te enamoras de una mujer o de un hombre siempre piensas "¡éste es el amor de mi vida, no hay otra como ella, por fin la he encontrado, es mi media naranja!" y luego pasa lo que pasa |
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Yo, después de Furtivos, tenía un mínimo dinero, y que todavía sigue siendo la cuarta, la quinta o la sexta en términos equivalentes de dinero, porque claro, la entrada valía antes sesenta pesetas y ahora vale no sé cuanto En términos de dinero no, pero en términos de asientos sí. Pues a la película siguiente (La Sabina) yo me tuve que ir a Suecia para hacer la película, encontré una coproducción con Suecia, porque no encontré un productor en España. Siempre lo he hecho para no dar explicaciones a nadie. Y la película que hice en Estados Unidos (Río abajo) pasó igual. Cuando se paró el rodaje por una serie de circunstancias que ahora no voy a contar aquí porque estaríamos hasta mañana, hubo gente, productores de Hollywood, que decían: "Sí, pero el público americano nunca aceptará que una prostituta mejicana se cargue a un patrón". Entonces tuve que acabarla como fuera, me tuve que venir a España, pedir más dinero, llevármela, hacer la película... Entonces, siempre hecho lo que he querido. Para bien y para mal, naturalmente. Pero no he aceptado que me cambiara nadie nada, ni siquiera la censura. Hombre, a veces la censura, cuando Furtivos, que hubieron tantos cortes, pues dije ¡pues no estreno la película! Pero eso sí que creo que es fundamental para una persona que quiera actuar con moral interna, con moral creativa, con moral artística, con moral social, lo que queráis, me da igual el adjetivo que utilicéis. Hay que hacer las cosas como uno crea necesario. A no ser que, cosa que me parece respetable, tengas un concepto pues digamos más profesional, en el sentido de tantos directores, algunos muy buenos, del Hollywood clásico, sencillamente que estaban en contacto con un gran estudio, detrás de una película hacían otra, el estudio les daba un guión, ellos luego lo estudiaban, se lo preparaban cuando tenían tiempo, y luego hacían la película. Eso es otro procedimiento industrial, bueno para la industria, pero desde el punto de vista creativo hay que hacer lo que a uno le dé la gana. Si estás equivocado, horrible; y si no estás equivocado, maravilloso, porque a ratos estás equivocado y a ratos no... Sería terrible que habiendo dedicado toda la vida a una cosa, que ha sido ésta, aunque haya hecho muchas más, pero siempre condicionadas a ésta, sería terrible que al final yo me hubiera prostituido, porque eso es lo que les pasa a las prostitutas. Al final dices "¡pero bueno, que he hecho de mi vida, que he hecho de mi juventud, que he hecho de mi atractivo! ¡No tengo ni dinero ni juventud ni atractivo ni nada!". Entonces me tengo que pegar un tiro. Tengo la teoría de saber que por lo menos me he sentido a gusto conmigo mismo, aunque repito las cosas no hayan ido bien, sobre todo tú mismo dices ¡pero cómo hice esto! Pero claro, yo todavía ahora hay películas que a veces esto no ha sido verdadero. Vale, cuando eres productor desgraciadamente las tienes que volver a ver. Eso que le pasa a muchos directores, directores afortunados que no son productores, hacen una película, la pasan en un festival, la estrenan y se acabó, ya no ven más la película. Yo les envidio, porque al ver una película tuya, a no ser que seas narcisista, que también los hay, pero si no eres narcisista es como una paliza que te das a ti mismo, porque no ves más que lo que está mal y los errores. Y a veces incluso al cabo de los años me digo ¿pero yo por qué haría esto?; ¿por qué no rodaría un plano aquí para tal?; ¿por qué no se incendiaría aquella casita del molino de Furtivos antes de que hayan llegado! Claro, eso es vivir al cien por cien una profesión, para bien y para mal, insisto. Es lo único que merece la pena. Por eso me dicen: "¡qué pocas películas has hecho, Jose Luis!", y es verdad. Yo en todos estos años, desde el sesenta y tres hasta el actual, he hecho muy pocas películas, he producido algunas, solamente de amigos o de alumnos míos de la escuela que se han convertido en amigos. Hace muchos años que no produzco películas ajenas, porque Manuel Gutiérrez Aragón me dijo "¡pero para qué produces a nadie!", incluyéndose él mismo en el capítulo. |
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