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El documental siempre es la explicación de una situación. A veces en un documental pueden haber varias acciones, pero acciones que sólo tienen como finalidad el servir, el explicar la situación en la que se encuentran los pescadores de altura, o el problema de las viviendas sociales en la Inglaterra de los años cuarenta, etc… Entonces el documental nos habla de situaciones y vamos a enterarnos, se supone, cuando los pasan por la televisión, aunque hay muy pocos documentales… Bueno, en las últimas temporadas ha habido algunos. Pero en fin, cuando nos lo cuentan simplemente tratamos de enterarnos de cual es la vida sexual del orangután…

Al cine de ficción no vamos a eso. Al cine vamos a ver qué pasa en la película, y el desarrollo de la acción es lo que nos encandila. Bien entendido, como ya he dicho, que esa acción no se puede considerar solamente física, aunque también las películas de aventuras vienen a ser en definitiva las películas donde hay más acción. ¿Qué ocurre? Que el planteamiento de la película, que es cuando se describe la situación, es muy breve, porque es muy fácil de comprender. "En los antepasados, este señor se ha ido a África en busca de tal, y entonces ya conocemos al personaje, ya sabemos cómo es la chica correspondiente…"; pero es muy breve y nos pasamos simplemente a ocuparnos de la acción, que son las películas de aventuras. Pero hay otra acción que no se ve tan claramente en la pantalla pero que existe. Las películas, mejor dicho, los personajes, se mueven, evolucionan dentro de la película. Sobre todo… en las películas de acción no; los héroes acaban siendo como eran al principio, sólo que con suerte al final salvan un país o una situación o se quedan con la chica… etc. etc. Pero en las películas normales, realistas, los personajes no pueden acabar como comienzan; los personajes tienen que haber evolucionado. El que era malo se convierte en bueno, el que era bueno se convierte en malo… Algo cambia en esa película. Como siempre digo hay películas donde no se mueve la cámara, los personajes no se mueven, no aprenden, no sacan consecuencias, no evolucionan, no se transforman, no cambian… Son las películas de los efectos especiales de Hollywood en su momento actual, quitando salvedades maravillosas: Woody Allen, algún director independiente, etc.

Pero en estas películas no pasa nada porque no les pasa nada a los personajes. Cuando ves una película de éstas pues dices ¡pero si no ha pasado nada! ¿Cómo que no? ¡Ha habido un incendio, una persecución, ha estallado un coche volando por los aires, se ha roto y se ha hecho añicos contra el edificio…!¡Pues no ha pasado nada! Han pasado cosas, pero en la historia no ha pasado nada. Si la película hubiese durado una hora y pico más, pues hubieran seguido pasando cosas, toda una enumeración de cosas; pero no cosas que se suceden a sí mismas, unas a otras, y que van construyendo un arco temático o argumental, sino una enumeración de cosas. Entonces eso es lo que ocurre: que en las películas hay una acción de los personajes que es la misma, parecida y tan necesaria en definitiva como en las películas de aventuras, en las películas de héroes. A veces en una película aparentemente no se mueve nada, porque los personajes han evolucionado por dentro, y el espectador no se suele enterar, a no ser que sean ya casos extremos de que aquella película físicamente las cosas se mueven muy poco. En cambio, los personajes, las ambiciones, las circunstancias personales de cada uno, por ambición, por envidia, por crueldad, por maldad, están agitándose, están cociéndose. Entonces sí que hay acción en la película, aunque sea de Dreyer y todo el mundo esté en una mesa, fijo, mirándose unos a otros, poco menos que estáticos…

Bien. Entonces yo siempre he querido que mis películas se movieran por dentro, no por fuera. Mi máxima ilusión es que la cámara no se mueva, que parezca que no se mueva, y que sin embargo todas las cosas vayan ocurriendo -de ahí mi admiración por Yasujiro Ozu-, que parezca que la cámara no existe, que se entienda todo, todo lo que se pueda entender, y que se acceda a todo, más bien con naturalidad, con sencillez, que no destaque nada en la película más que la película misma, el tema de la película, la historia de la película…
Que la música sea fantástica me asusta, porque claro, una película sin música puede ser fantástica, por supuesto. Pero siempre que se dice "¡qué música más fantástica!", me pregunto ¿por qué la ves fantástica? ¿porque la has escuchado o porque la has oído? Si la has oído está muy bien, porque esa música ha subrayado la acción, la ha envuelto, la ha caracterizado, ha subrayado la alegría de los personajes… Pero sin escucharla. Para escucharla tienes que parar. Para eso vas a un concierto. Es malo para el cine. La fotografía, cuando es excesivamente virtuosa, pues también es mala en el sentido de "¡jo, qué fotografía tiene esta película!". No, no vamos al cine a ver fotografías, el cine no son las hojas de un calendario enorme de la casa Kodak. La mejor fotografía es la que sirve a la historia, por supuesto. La que envuelve el personaje, la que envuelve la narración pero no se alza como la protagonista. Yo diría más, incluso: los actores.

Voy a confesar una cosa que puede ser un poco escandalosa, y aseguro que no es acertada, que lo digo a tumba abierta, porque se supone me habéis traído para expresar lo que pienso: a mí los buenos actores me cargan. Voy a intentar explicarlo. Esos actores maravillosos que lo hacen todo a mí me agotan. Por ejemplo, hay una película de hace bastantes años, La decisión de Sophie -podría poner varios ejemplos, cualquier película de Dustin Hoffman-, donde Meryl Streep hacía de todo. Era una polaca, era una judía, salía hablando en polaco, luego se exiliaba a América y hablaba inglés, aunque al principio lo hablaba mal, con acento polaco, y luego lloraba, reía, se sentía engañada, indignada, asombrada, patética… ¡Por favor, que acabe la película porque esa mujer me ha dado una paliza! Eso es un poco lo que ocurre con Dustin Hoffman y con otros buenos actores. En realidad son muy buenos, pero las películas que presiden acaban siendo un recital. A mí me gusta el actor que apenas se nota. Bueno, que sí se nota porque lo estás contemplando, pero que aparentemente no hace nada.

Hace poco, la semana pasada, pasé unas secuencias en Barcelona de una película absolutamente maravillosa, una película de John Ford. No es su mejor película, pero tiene los mejores momentos de John Ford, que se titula en España Pasión de los fuertes, porque el título original es el de una canción del Oeste que se llama My Darling Clementine. Bueno, pues esa película tenía dos actores: uno divino, maravilloso, insuperable, fantástico, que prácticamente no hacía nada más que mirar, acusar con la mirada lo que pasaba, pero no hacía ningún gesto, que era Henry Fonda. Y había otro actor que vendía mucho más que Henry Fonda en las taquillas que era horroroso, que era Victor Mature, que aquella vez estaba un poco más contenido con John Ford de lo habitual, estaba un poco mejor de lo que solía estar, pero claro, frente al otro… Pues eso, Victor Mature hacía gestos con la cara, hacía cosas, se le notaba más que era mal actor. Si hubiese hecho menos cosas, como él daba el físico del personaje, eso sí que es cierto, pues hubiera contado con una gran ventaja. Pero claro, él luego hacía cosas. Sea dicho de paso, porque digo las cosas según se me van ocurriendo, que cuando un actor tiene el físico muy caracterizado y decides por ese físico entonces no debe actuar. ¿Por qué? Porque si tiene cara de malo y él ya de por sí mira de reojillo y esas cosas, pues entonces no puede hacer de malo porque es una redundancia. El aspecto que él tiene y la composición de ese aspecto redundan, repiten y hastían. Otra cosa es para el personaje que tiene cara de pocas cosas, y entonces se tiene que ayudar más con la caracterización, con el maquillaje, la composición del personaje, etc., pero en general... Antaño habían discusiones que ahora ya no hay. Los actores decían: "¡Gary Cooper es un actor malísimo! ¡no hubiera podido dar ni dos pasos en un escenario, fíjate lo que te digo!". Y era verdad, porque una cosa es actuar en el teatro, donde hay que dar muchos pasos y hay que gesticular, y otra cosa es tener la cámara pegada. Sólo cuenta lo que piensas. Y Gary Cooper la prueba está que tanto hacía de héroe de películas del Oeste como comedias sofisticadas y ambiguas y todo lo que se quiera. Era un gran actor de cine. Como Greta Garbo. Greta Garbo tampoco hubiera podido dar dos pasos en los escenarios, porque se movía muy mal, daba los pasos muy largos y tenía los pies muy grandes. Pero eso no importa, porque tú ves una película de Greta Garbo y te pasas toda la película pendiente de ella, pendiente de ese fenómeno físico, que es su imagen...

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