Las cartas a Ndugu son ese punto de liberación de sus frustraciones sobre un ser que no ha sabido nunca mirar más allá de su pequeño mundo perfecto. Finalmente, acude a la casa de sus suegros dos días antes de la boda de su hija, a la que se opone porque, en ese afán de protección de su pequeña, no quiere perderla. Así, conocemos a la familia de Randall, a su madre Roberta (una excelente Kate Bates), mujer extrovertida y desinhibida donde las haya (es muy divertida la escena del yakusi). Warren no puede sino aceptar lo irremediable, y aún en ese entorno de mediocridad latente en la nueva vida de su hija, está obligado a reconocer que no puede impedir la boda.
Los pequeños golpes de humor, en el patetismo de un personaje como Warren, esos brillantes matices del gesto de Warren-Nicholson y un tierno desencanto de la vida, son los valores más pujantes de un film tejido con audacia. Si bien hay secuencias en las que le falta ritmo, y un final que, groso modo, tiene su paternal conclusión con el dibujo que recibe de su niño apadrinado Ndugu, pero que no aclaran las amargas perspectivas de un personaje desvalido y solo como Warren.
En todo caso, el film sí añade un tono distinto a los dramas norteamericanos. Aunque no practica un barrido social completo, sí realiza un loable ejercicio de estilo al crear una historia en la que lo mundano y la mediocridad de la existencia son capaces de llevarnos por una reflexión, más o menos intencional, acerca de la obligada necesidad que existe de saber en qué se va a convertir aquélla, una vez que los pilares que hemos establecido como seres sociales se rompen. Pilares que todos sabemos no duran por siempre, como el trabajo, o cambian, como la familia. Quizás, en este sentido, el film no plantea alternativas pero, al menos, encara la necesidad de perfilarlo en la gran pantalla.
Una lástima, en todo caso, que dicha reflexión no llegue hasta el final, y que el tejido cinematográfico se sustente en los inagotables registros de un actor como Jack Nicholson, que sustituye a la propia gramática del texto fílmico para desbordarlo, aunque sin encontrar una comprensión intermedia, a veces, entre el personaje y la composición fílmica que logra, por lo menos, desmarcarse del estribillo de la happy family norteamericana.
El film consiguió el Globo de Oro al mejor actor (Jack Nicholson) y al mejor guión. El rodaje se inició en Omaha (ciudad natal del director en la que ha filmado todas sus películas) el 6 de marzo de 2001 y concluyó a finales de mayo con un presupuesto de 30 millones de dólares. Consiguió dos candidaturas a los Oscar, las correspondientes a mejor actor (Jack Nicholson) y mejor actriz de reparto (Kathy Bates)4. También tuvo una estimable acogida en España, con 821.465 espectadores (con una recaudación de 3.914.306,79 €) 5.
Ficha técnica
Dirección: Alexander Payne. País: USA. Año: 2002. Duración: 125 min. Guión: Alexander Payne & Jim Taylor; basado en la novela de Louis Begley. Producción: Michael Besman y Harry Hittes. Música: Rolfe Kent. Fotografía: James Glennon. Montaje: Kevin Tent. Diseño de producción: Jane Ann Stewart. Dirección artística: T. K. Kirkpatrick y Pat Tagliaferro. Vestuario: Wendy Chuck. Interpretación: Jack Nicholson (Warren Schmidt), Kathy Bates (Roberta Hertzel), Hope Davis (Jeannie Schmidt), Dermot Mulroney (Randall Hertzel), June Squibb (Helen Schmidt), Howard Hesseman (Larry), Len Cariou (Ray), James Crawley (Dave Godberson).
