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(...) la obra completa está organizada a partir de un sistema de oposiciones muy claro: blancos frente a indios, buenos frente a malos y fuertes frente a débiles. Con estas tres dicotomías combinadas tenemos todos los personajes y actitudes descritos en la película. Los blancos buenos son los americanos, o los que lo serán en el futuro, es decir, los colonos, y los blancos malos son los franceses y los británicos que impiden a los colonos defender sus tierras y que representan la injusticia de la corona en tierra americana. Recordemos que en el momento histórico de la narración, 1757, franceses e ingleses luchan por dominar en las colonias, con aliados indios a cada lado, y que se están sembrando además las semillas de la revolución. También, por supuesto, hay indios buenos, los que ayudan a los ingleses y en especial a los americanos, es decir, Mohicanos y Delawares, e indios malos, que son los que están del lado francés, Hurones, Abenakis y Ottawas (...). Por último tenemos personajes fuertes (...) y débiles (...) En el primer grupo están todos los blancos frente a todos los indios, condenados a la extinción (...). Como vemos, los supervivientes serán blancos, buenos y fuertes, es decir, los que contengan el primer término de cada una de las tres dicotomías, en este sistema de definición y clasificación tan típicamente occidental" 47.

La simpleza de los perfiles psicológicos contrasta con lo analizado en La misión. Los "blancos buenos y fuertes" no son otros que los norteamericanos. Todos los demás, están condenados, aún siendo "buenos y fuertes". Así ocurre con Chingachgook, el último mohicano, que es quien cierra el filme tras haberlo pasado prácticamente en silencio. Un estoicismo éste muy propio para quien se prepara para desaparecer, extinguirse, pero sin rebelarse contra ello, como si fuera el resultado lógico del orden natural.

Efectivamente, también se "están sembrando las semillas de la revolución". Uno de los aspectos más interesantes de El último mohicano es, precisamente, su intento de justificar la revolución americana utilizando la injusticia de las metrópolis europeas como principal argumento. Este estilo marcará una interesante pauta que puede rastrearse en algunas otras superproducciones de Hollywood recientes, sobre todo en El Patriota, que incluso hereda gran parte de la estética de El último mohicano. Para conseguir esa justificación a la que aludimos es necesario poner el acento en la "tiranía", la "maldad", el "absolutismo", la falta de leyes o los "métodos" europeos:

Hawkeye: ¿Y Magua utilizará los métodos de los franceses y los ingleses? ¿Lo hará?

Magua: ¡Sí!

Hawkeye: Los hurones embriagan a sus hermanos con brandy y roban sus tierras para venderlas al hombre blanco por oro. ¿Desean los hurones poseer más tierras de las que van a utilizar? ¿Engañarán a los Sénecas llevándose las pieles de toda clase de animales a cambio de collares y whisky? ¿Serán capaces de matar a todas las mujeres e hijos de su enemigo? Esos son los métodos que han empleado los franceses e ingleses y los de sus señores en Europa, enfermos de avaricia.


Los razonamientos para situar a los europeos en un escalón moral inferior son diversos. Se juega -sin mencionarlo explícitamente- con conceptos políticos anacrónicos como "democracia" en claro antagonismo con el "absolutismo" europeo:

Hawkeye: Su opinión no es más importante que el derecho de estos hombres a defender como acordaron sus granjas y sus familias.

Colono: ¿Acaso ya no imperan las leyes inglesas, las ha sustituido el absolutismo?

Hawkeye: Si no pueden confiar en sus leyes deberían hacer las paces con los franceses.

Duncan: ¡Eso es sedición!48

 

Pero también hay razonamientos de otro tipo. La integración en el medio, por ejemplo, aparece en diversos momentos. Una suerte de "ecologismo" en la actitud de mohicanos y colonos (ritual tras la caza del ciervo en la primera escena del filme) frente a la depredación insostenible y avariciosa de los europeos. Los monarcas luchan por "saciar su avidez de tierras y pieles" o "desean poseer más tierras de las que van a utilizar".

En la base de todos estos argumentos subyace, por supuesto, el mito del sueño americano:

(...) después de 7 años de servidumbre en Virginia vinieron aquí porque la frontera es la única tierra disponible para los pobres, aquí no están en deuda con nadie ni piden permiso para vivir.

Sin embargo, la justificación de la independencia sólo es el primer objetivo del filme. La independencia es el paso inaugural en la construcción de la propia identidad americana. La integración del elemento nativo en la misma, es el segundo:

Hawkeye es el auténtico americano, el blanco que ha rechazado las injusticias y ataduras inglesas y que se ha ido con los indios para aprender de ellos a vivir en esta tierra. Él apoya a los colonos y homenajea su fuerza para seguir adelante en tierras fronterizas, el origen del sueño americano49.

La cuestión parece evidente: los nativos "buenos" se resignan a su destino y se funden en el crisol de la cultura norteamericana inmolándose voluntariamente -de ahí la escena final y el lamento de Chingachgook-. No obstante, ellos no son los protagonistas; son los "débiles". Quienes sobrevivirán -los "fuertes"- son los colonos, personificados a la perfección por Cora y Nathaniel (y con un contrapunto perfecto en Alice y Uncas)50:

La película de Michael Mann no es la elegía al indio desaparecido sino el homenaje a los colonos en la frontera americana del s. XVIII, al valor de los fundadores del país a quienes se vuelve constantemente, tanto en el cine como en literatura, en busca de las raíces de la identidad americana51.

No parece preciso explorar en exceso, por habitual y renuente, las razones históricas contextuales de esta oda al pueblo americano. Aunque tal vez la Guerra del Golfo (un año anterior al estreno) y la necesidad de una buena propaganda en el exterior del gobierno republicano de George Bush puedan servir como referencias gruesas del momento.

 

El elemento nativo en La misión y en El último mohicano

Mención especial merece el tratamiento que se da en ambas películas del elemento nativo y de su interacción con los europeos en el proceso de colonización. La "frontera" como escenario espacial de este fenómeno es el denominador común. Pero su interpretación en dos sistemas coloniales bien distintos, el hispano-luso y el anglo-francés, merece un análisis detenido.

La perspectiva que se da en La misión de esta problemática entronca en cierto modo con la más rancia tradición de la Leyenda Negra. Los españoles consideran a los indios animales, recordando a las claras la polémica desatada ya en el XVI entre Las Casas y Sepúlveda sobre la naturaleza espiritual de los nativos americanos:

P. Altamirano: Señor Cabeza, ¿cómo os referís a este niño como si fuera un animal?

Cabeza: A un loro se le puede enseñar a cantar, Eminencia.

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NOTAS Y REFERENCIAS

 

47. MARTÍNEZ FALQUINA, S., “Como los indios...: Imágenes y estereotipos de los nativos americanos en El último mohicano”, en CARAMÉS LAGE (et al.), op. cit ., pp. 27-28. Estos estereotipos son reforzados por la banda sonora de Randy Edelman y Trevor Jones.

48. En similar línea: “Si ellos se saltan el código siempre que les place, sus leyes no pueden tener ninguna autoridad sobre nosotros. Solo pueden imponernos su tiranía. No pienso vivir bajo ese yugo, de modo que no voy a quedarme”.

49. MARTÍNEZ FALQUINA, op. cit ., p. 30.

50. Un contrapunto, por cierto, forzado, ya que en la obra de Cooper, es Uncas quien tiene el romance con Cora, que no llega a consumarse sino a título póstumo, Ibídem , p. 31. Es complejo perseguir estas modificaciones ya que el guión, escrito por Michael Mann y por Christopher Crowe está basado como hemos indicado en el guión de la versión cinematográfica de la obra de Cooper, estrenada en 1936.

51. Ibídem , p. 32.