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La misión: el conflicto Iglesia-Estado y la Teología de la Liberación

La firma, en 1750, del anhelado Tratado de Límites entre España y Portugal, fruto de arduas negociaciones y no pocas intrigas en las cortes de Lisboa y Madrid, fue contemplado por gran parte de la clase política española como uno de los principales éxitos diplomáticos del ministro Carvajal 15. La reina de España, Doña Bárbara, una Braganza, sellaba con este compromiso uno de los asuntos más espinosos que enturbiaban las relaciones entre los dos vecinos ibéricos: la Colonia del Sacramento 16. A cambio de la cesión de este establecimiento portugués en el Río de la Plata, que tanto daño hacía al comercio hispano, Portugal recibía una jugosa porción de territorio inhóspito aunque rico en recursos naturales. Un territorio habitado tan solo por los indios guaraníes y por algunas molestas misiones jesuitas que se empecinaban en cristianizar a los primeros.

La Orden de San Ignacio yacía, a mediados del XVIII, convaleciente de diversos males 17. La doctrina política dominante en las cortes católicas europeas, el regalismo, tendía a eliminar todos aquellos obstáculos para la autoridad real y, desde luego, una orden "internacional", leal a sí misma y al Sumo Pontífice y que defendía la doctrina del tiranicidio no podía obtener precisamente su beneplácito. Dentro de la propia Iglesia existía una nutrida "quinta columna" antijesuita, como no podía ser menos dado el poder que la orden ejercía dentro de la institución. La lucha entre "escuelas" había dejado tras de sí un corolario de polémicas, no siendo la menos relevante entre ellas la de los métodos de evangelización empleados por los jesuitas en los más remotos rincones del planeta. Resulta sencillo perseguir estas disputas en la literatura de la época, una literatura que había predispuesto negativamente, al menos, a un nutrido grupo de la elite dirigente y de las masas populares, demonizando al jesuita en la cruda batalla de la opinión pública, que, por primitiva que fuese, comenzaba a articularse en el seno de las cortes y las sociedades europeas del XVIII 18.

El Tratado de Límites y la cesión de las misiones -"desalojo" sería la palabra correcta- era el órdago definitivo del Estado a los jesuitas y, por añadido, a la Iglesia 19. Lo que está en juego es la propia supervivencia de la compañía 20. La reacción de la orden ante los dictámenes regios sería examinada con lupa por sus enemigos. La misión ofrece una visión muy particular de esta reacción. Resumido en las propias palabras del Padre Altamirano:

Esta carga traje yo a Sudamérica: satisfacer el deseo de los portugueses de acrecentar su imperio, satisfacer el de los españoles de que eso no les causará a ellos ningún perjuicio, satisfacer a Vuestra Santidad en cuanto a que los monarcas de España y Portugal no siguieran amenazando al poder de la Iglesia y asegurar para todos que los jesuitas de estas tierras no pudieran negaros por más tiempo esas satisfacciones.

Así se inicia el recorrido de La misión 21. La estructura narrativa del filme es sencilla: la carta del legado pontificio, el Padre Altamirano, escrita al Sumo Pontífice, contando lo sucedido en flash-backs sucesivos. En cuanto a la línea argumental, aparece dividida en dos ramas durante la primera parte. Se trata de la historia de la fundación de la Misión de San Carlos y de la historia de Rodrigo de Mendoza, un traficante de esclavos español. Ambas corren paralelas hasta unirse en la primera gran catarsis del filme: la redención de los pecados de Rodrigo y su ordenamiento como jesuita. A partir de este momento el hilo argumental será único: el juicio del futuro de las misiones, el veredicto en contra y su desesperada defensa final 22.

Aunque la película se centra tan sólo en una de las orillas del Atlántico, la lucha por las misiones se jugó también en Europa. Los jesuitas -a los que se acusaba, entre otras cosas, de haber creado un reino independiente en el Paraguay 23- ostentaban en España cargos destacados. Así, por ejemplo, el confesionario regio, que desde los tiempos de Felipe V, corría a cargo de un jesuita (el último había sido el Padre Febvre). Contemporáneamente a estos hechos era el Padre Rávago el que ejercía el cargo, siendo, además de uno de los personajes más destacados y poderosos -por cercano al monarca- de la corte 24, uno de los principales aliados del hombre fuerte del momento: el marqués de la Ensenada 25.

1754 fue, sin embargo, un año funesto para las aspiraciones jesuitas. La caída del marqués supuso la desaparición del paraguas protector contra las críticas vertidas contra la orden 26. Los sustitutos, principalmente el ministro D. Ricardo Wall -que tenía fama de antijesuita 27- continuaron con el proyecto y con la política de Carvajal 28. Se enviaron expediciones de delimitación y de castigo 29, una vez iniciadas las hostilidades (al mando del general Pedro Cevallos).

La misión obvia voluntariamente este frente. Tan sólo la presencia de los representantes ibéricos, Ontar y Cabeza, y la aparición de las tropas españolas en el tramo final recuerda estos hechos, de un modo deliberadamente tangencial 30. Como si la opinión de los monarcas europeos fuera realmente tan lejana que no mereciese aparecer en los fotogramas salvo por alusión indirecta.

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NOTAS Y REFERENCIAS

15. KRATZ, G., El tratado hispano-portugués de límites de 1750 y sus consecuencias, Roma, 1954 y MOLINA CORTÓN, J., "El tratado de Límites de 1750 y la intervención jesuita", en Cuadernos de Investigación Histórica, XVI, 1995.

16. BERMEJO DE LA RICA, A., La Colonia de Sacramento. Su origen, desenvolvimiento y vicisitudes de su historia, Madrid, 1920.

17. Sobre los jesuitas en el XVIII existe un nutrido grupo de investigadores que trabajan en la Universidad de Alicante, dirigidos por el catedrático Enrique Giménez. Su trabajo de investigación es ingente. Véase, como ejemplo, GIMÉNEZ LOPEZ, E. (ed.), Expulsión y exilio de los jesuitas españoles, Alicante, 1997. Un resumen de toda esta labor y algunas indicaciones bibliográficas interesantes en la web de su proyecto: http://cervantesvirtual.com/bib_tematica/jesuitas/. Otro trabajo a tener en cuenta es EGIDO, T. y PINEDO, E., Las causas "gravísimas" y secretas de la expulsión de los jesuitas por Carlos III, Madrid, 1994.

18. Siempre que se hable de opinión pública en España en el XVIII, debe recurrirse al estudio pionero en el campo: EGIDO, T., Opinión pública y oposición al poder en la España del siglo XVIII (1713-1759), Valladolid, 1971. Muy estimable también: ENCISO RECIO, L. M., "La prensa y la opinión pública", en JOVER ZAMORA, J. M. (dir.), Historia de España fundada por Ramón Menéndez Pidal, Tomo XXXI-I, Madrid, 1982-, pp. 60-128.

19. Como bien retrata el propio Altamirano: “Vuestra Santidad: el cirujano se ve a veces obligado a cortar un miembro para salvar un cuerpo. Pero en verdad nada me había anunciado la belleza y la fuerza del miembro que he venido a cercenar”. Datos realistas de la población de las misiones en MARTÍNEZ MARTÍN, C., "Datos estadísticos de población sobre las misiones del Paraguay durante la demarcación del Tratado de Límites de 1750", en Revista Complutense de Historia de América, 24, 1998, pp. 249-261.

20. Altamirano es consciente: “Si los jesuitas se enfrentan a los portugueses su orden será expulsada de Portugal. Primero Portugal, luego España, Francia, Italia. ¿Quién sabe? Si quiere que su orden sobreviva, estas misiones han de ser sacrificadas”.

21. Así se inicia si obviamos, claro, las primeras líneas que Altamirano escriba al Santo Padre, pero que deshecha por no ser “el tono adecuado”: “Vuestra Santidad, el pequeño asunto que me trajo aquí, al más lejano confín de la tierra está ya resuelto y los indios están de nuevo libres para ser esclavizados por los españoles y portugueses”.

22. Esta estructura corresponde básicamente a la esbozada en MARTÍNEZ GOMIS, M., “El ocaso de la compañía de Jesús en América Latina. La misión ”, en UROZ, op. cit ., pp. 394-418. Otros estudios sobre la película son: ESPAÑA, R. de, Las sombras del Encuentro. España y América: cinco siglos de Historia a través del Cine, Badajoz, 2002; y SÁNCHEZ MARCOS, F., “Lectura histórica de La misión (1986) de Roland Joffé”, en Film-Historia, III, 3, 1993, pp. 411-416. Sobre los jesuitas y el cine ver: PÉREZ GÓMEZ, A. y UNSAIN AZPIROZ, J. M., Imago Societatis Iesu, San Sebastián, 1991.

23. BECKER, F., Un mito jesuítico. Nicolás I rey de Paraguay, Desc., 1987.

24. Sobre Rávago: LEGUINA, E., El P. Rávago, confesor de Fernando VI, Madrid, 1876, PEREYRA, C. y PÉREZ BUSTAMANTE, C. (eds.), Correspondencia reservada e inédita del P. Francisco de Rávago, confesor del Fernando VI, Madrid, s. f. y ALCARAZ GÓMEZ, J. F., El padre Rávago, confesor del rey (1747-1755), Granada, 1993.

25. Sobre Ensenada: RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada. Ensayo biográfico, Madrid, 1878, BOUVIER, R. y SOLDEVILLA, C., Ensenada et son temps. Le re­dresse­ment de l'Espagne au XVIII siècle, París, 1941 y GÓMEZ URDÁÑEZ, J. L., El proyecto reformista de Ensenada, Lérida, 1996.

26.La caída se debió entre otras cosas a la oposición del marqués al tratado: “Era venuta nelle mani del Carvajal, intercetta, una delle lettere dell'Ensenada al re delle due Sicilie, cogl'incitamente acciocchè non accedesse mai al Trattato di Madrid”, SCHIPA, M., Il regno di Napoli al tempo di Carlo Borbone, Milán, 1923, p. 50. Para el nuncio en España, Spinola: “È ben vero che la disgrazia del Marchese dell'Ensenada fu opera della defonta Regina, istigata dal Ministero di Lisbona del quale, si valsero gl'inglesi per allontanare il ministro”. También añade que la caída de Rávago (un año después) fue debida a la Reina, “che mal volontieri soffriva il suo non piccolo ascendente sullo spiritu del Re”, Spínola a Torrigiani, 23 de abril de 1759, Archivo Segreto Vaticano (en adelante A.S.V.), Segreteria di Stato, Spagna, 285. Rávago cayó al año siguiente.

27. “Eccomi per tanto in obbligo di informare in oggi più distintamente avertendola colla maggior segretezza qualmente esso Ministro, in vigore, non meno de suoi fini particolari che di antichi pregiudizi provenienti dall'educazione, non pùo soffrire i Padri della Compagnia, e senza ascoltare ragione o fare le necesarie distinguizioni vorrebbe se potesse cacciarli da Spagna, godendo per tanto assai apertamente di ciò che attualmente succede ne Domini di Portogallo”, Spinola a Torrigiani, 26 de marzo de 1759, A.S.V., Segreteria di Stato, Spagna, 285. Sobre Wall: TÉLLEZ ALARCIA, D., D. Ricardo Wall. El Ministro Olvidado, http://tiemposmodernos.rediris.es/ricardowall .

28. Wall aseguraba que “no tenía interés ni pasión en este asunto, mas que el que se cumpliese un tratado a que el rey estaba ceñido ni podía S. M. rescindir de él sin el consentimiento del Rey de Portugal que como sabía S. Señoría, no había tenido parte en el tratado directa ni indirectamente, que solo miraba a las consecuencias tan peligrosas que resultarían en América si una vez se perdiese por ahí el respeto y debido temor a la Majestad con un ejemplar como el de que por la conveniencia propia de los vasallos del rey perdiese S. M. las que se propuso por el tal tratado y para una paz perpetua con el Portugal”, Wall a Portocarrero, 6 de enero de 1756, Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España (en adelante A.G.M.A.E.), Santa Sede, 403.

29. RAMOS PÉREZ, D., El Tratado de Límites de 1750 y la expedición de Iturriaga al Orinoco, Madrid, 1946; y LUCENA GIRALDO, M., Laboratorio tropical: la expedición de límites al Orinoco, 1750-1767, Venezuela, 1993.

30. Así se expresaba Wall con respecto a estos combates: Altamirano le escribe desde Buenos Aires “dándome la enhorabuena para S. M. por el feliz suceso de sus armas (...) Esta mortandad y lastimosos destrozo de aquellos miserables a que en cuanto es mal del prójimo no la puedo celebrar sino sentir mucho. Confieso con toda ingenuidad a V. Em que según otras consideraciones y justos respectos me ha sido de muy particular consuelo y especialmente por los justificadísimos motivos que contemplo de parte del Rey para su Real Satisfacción y agrado en el debido castigo de unos vasallos rebeldes que al paso que conserva el honor de las ramas servirá de escarmiento para los demás”, Wall a Portocarrero, 31 de agosto de 1756, A.G.M.A.E., Santa Sede, 403. Altamirano se refiere a las victorias de las fuerzas hispano-lusas contra los guaraníes en Caibaté y Bacaray, anteriores a la llegada de Cevallos, MAEDER, E. J. A., Aproximación a las misiones guaraníticas, Buenos Aires, 1996, pp. 97-98.