Una historia del cine a través de ocho maestros es el título de la última obra del especialista José María Caparrós Lera. Animado por la experiencia personal de otros colegas –como los historiadores Antonio Castro y Augusto M. Torres-, el profesor Caparrós ha decidido publicar un libro en el que evoca sus años como crítico cinematográfico, en revistas como Mundo o Cinestudio , por medio de los históricos encuentros que mantuvo con ocho importantes maestros del arte de las imágenes: Fritz Lang, King Vidor, Federico Fellini, Jacques Tati, François Truffaut, Luis García Berlanga, Roman Polanski y Robert Altman.

El presente estudio se plantea como objetivo el análisis de la filmografía de estos grandes realizadores a la luz de la coyuntura sociopolítica y las corrientes artísticas que les tocó en suerte vivir a cada uno de ellos. Tenemos, pues, frente a nosotros a cineastas de diferentes nacionalidades y periodos históricos que nos aportan una visión de conjunto sobre la evolución del Séptimo Arte en su primer siglo de vida. Aunque dicho estudio tiene un carácter básicamente testimonial, el autor no puede evitar –ni tampoco lo pretende– la nostalgia de estos encuentros (al fin y al cabo, cinco de estos maestros han desaparecido ya). Nostalgia, dicho sea de paso, que no enturbia en absoluto la sobriedad del análisis.

El libro está dividido en ocho partes –sin tener presentes la introducción del autor y el prólogo del historiador Rafael de España– que se corresponden con cada uno de los realizadores mencionados y en donde la entrevista viene precedida de una contextualización histórica absolutamente necesaria para entender la aportación cinematográfica del director en cuestión.

El primer encuentro es el que Caparrós recuerda con mayor entusiasmo: una entrevista personal con Fritz Lang durante el Festival de San Sebastián de 1970. Recordemos que Lang fue el mayor exponente –junto con F. W. Murnau– del Expresionismo alemán en el cine y que, tras su obligado exilio a EE.UU., se dedicó en aquel país al cultivo de distintos géneros, destacando en el film noir gracias a su concepción pesimista del destino humano y a su filosofía de la fatalidad. El encuentro con Lang es denso pero, a pesar de todo, breve, y la postura defensiva del cineasta vienés no da lugar a entrar en grandes detalles (aunque sí hay un rinconcito para la crítica severa a la industria cinematográfica estadounidense).

King Vidor proporcionó a Caparrós el segundo encuentro más memorable de su carrera. Crítico y maestro coincidieron en el Festival de San Sebastián del año siguiente, donde Vidor llevó a cabo un repaso minucioso de su trayectoria fílmica desde el cine social (Y el mundo marcha, La calle) hasta el espectáculo grandilocuente (Guerra y paz , Salomón y la Reina de Saba). Este estudio resulta espléndido como síntesis del espíritu empresarial de la época del Hollywood dorado y de los autores adscritos a ella. Autores con personalidad pero que también recibieron imposiciones comerciales en películas tan míticas como El gran desfile –uno de los grandes melodramas antibelicistas– o Duelo al sol .

Federico Fellini es el protagonista del tercer capítulo. Su encuentro con Caparrós tuvo lugar durante el Festival Internacional de Cinema de Barcelona de 1985. El homenaje que se le hizo en la Ciudad Condal a este maestro del cine italiano se completó con una rueda de prensa para los periodistas. El fruto de ésta es un elaborado recorrido por la filmografía de Fellini desde sus orígenes neorrealistas hasta la adquisición de ese estilo creador barroco, extravagante y onírico que tanto le ha caracterizado como cineasta universal e inimitable (por más que siempre traten de emularle). El narcisismo excesivo del responsable de La dolce vita le incapacitó para atender a la observación que, con gran agudeza crítica y capacidad premonitoria, le hizo Caparrós Lera sobre el carácter testamentario de su película Y la nave va –entiéndase como obra que resume a nivel estético y temático todo el ideario fílmico felliniano , no como la último cinta de su carrera.

El encuentro con Jacques Tati –el cuarto que aparece en el libro- tuvo lugar durante la Semana Internacional de Cine en Color de Barcelona en 1971. Una pequeña comitiva de críticos recibió el privilegio de asistir a una entrevista con este genio del cine cómico. El papel revolucionario de Tati dentro de la evolución del género burlesco tradicional y las influencias recibidas por los grandes maestros del periodo silente –Chaplin, Keaton y Sennett, fundamentalmente– son algunos de los aspectos sobre los que Caparrós diserta largo y tendido. Las declaraciones de Tati sobre el uso enfático del sonido en sus películas para aumentar el valor de la pura imagen y el bagaje humano del personaje de Monsieur Hulot –marginado irremediablemente por una sociedad mecanizada y paradójicamente incómoda– forman parte de un apasionante estudio sobre la trayectoria del género cómico desde sus orígenes hasta nuestros días (con previsiones de futuro incluidas). Sin duda alguna, estamos ante una de las propuestas de análisis más lúcidas sobre la filmografía –escasa pero brillante- de este gran cineasta.

Luis García Berlanga –protagonista del quinto encuentro– se negó a conceder entrevistas durante la V Semana de Cine Fantástico y de Terror de Sitges, a la cual asistía como Presidente del Jurado Internacional. Por fortuna, Caparrós coincidió con él como vocal del mismo Jurado y, durante cinco días de convivencia, llegó a conocerle lo suficientemente a fondo como para elaborar un estudio crítico sobre su persona y obra en base a sus declaraciones. Por otra parte, hablar de Berlanga supone hablar de medio siglo de cine español, desde sus primeros films influenciados por el Neorrealismo italiano (Esa pareja feliz, Calabuch) hasta sus decepcionantes obras postreras (Todos a la cárcel, París-Tombuctú), pasando por la combatividad antifranquista expresada en sus farsas –con un humor muy negro y una tendencia pesimista a partir de Plácido – y por sus proyectos bloqueados por la censura (La vaquilla) o rodados en el exilio (La boutique, Tamaño natural). La personalidad profundamente amarga y nihilista de este creador queda muy bien expuesta en el ensayo que Caparrós Lera desarrolla sobre él. Dicho texto demuestra un conocimiento exhaustivo de la figura de este maestro del cine, actualmente retirado.

El desaparecido François Truffaut figura en este libro como representante de la Nouvelle Vague francesa. En la contextualización histórica previa a la entrevista se analiza el surgimiento de esta corriente –así como su ideología y su ruptura con el sistema de producción de los estudios– y se cita a sus principales exponentes (Godard, Chabrol, Rohmer, Bazin...) para dejar paso a continuación al encuentro propiamente dicho. El dialogo entre crítico y cineasta aborda diversos aspectos de la vida de Truffaut: su formación autodidacta, su experiencia profesional en el mundo del cine –primero como crítico y después como realizador– y el futuro de Antoine Doinel (personaje protagonista de sus films e identificado como alter ego suyo). El encuentro tuvo lugar en Barcelona durante la XII Semana Internacional de Cine en Color, en 1970.

El cine de los países de la Europa del Este está representado por el cosmopolita Roman Polanski, cuya ópera prima El cuchillo en el agua (1962) fue prohibida en Polonia por el régimen socialista. De los distintos países que formaron el denominado Cine del “Deshielo” –coincidente en el tiempo de origen con el periodo de la desestalinización-, entre los que figuraban Hungría, la Republica Checa, la antigua Yugoslavia y la extinta Unión Soviética, el autor del libro se centra en la filmografía polaca, de la que surgirían maestros como Andrzej Wajda, Jerzy Kawalerowicz, Andrzej Munk y Wojciech J. Has u otros más tardíos como Krzysztof Zanussi, Jerzy Skolimowski, Krzysztof Kieslowski y el referido Polanski. Como en el resto de casos, antes de reproducir el encuentro mantenido con el realizador franco-polaco, Caparrós comenta a grandes rasgos el torturado universo creador de este singular artista y sus películas características: entre éstas cobra un especial renombre La semilla del diablo, film que propició el asesinato de su esposa, la actriz Sharon Tate, a manos de una secta satánica. Por otra parte, la rueda de prensa en cuestión se llevó a cabo durante la XXVIII Semana Internacional de Cinema de Barcelona a la que Polanski acudió para presentar su fallida producción Piratas (1986). Entre las declaraciones más interesantes que salieron de aquel encuentro figuran unas críticas –más severas si cabe que las de Lang y Vidor– a los productores estadounidenses, cuya preocupación por el dinero –al margen de cualquier intención artística– condiciona notablemente la libertad que se le concede al cineasta a la hora de rodar. También se habló en aquella sesión sobre su actividad teatral durante los siete años que estuvo alejado de los platós y sobre la redacción de sus memorias Roman por Polanski . Pese a todo, no se trata de una entrevista que revele grandes claves sobre el cine de este polémico maestro, recientemente “oscarizado” por El pianista .

La última de todas las entrevistas tuvo lugar en el Festival de San Sebastián de 1971. Se trata de un encuentro personal con el cineasta norteamericano Robert Altman, de popular éxito por aquel entonces gracias a M.A.S.H. (1970). Dicho encuentro facilitó a Caparrós la posibilidad de desarrollar una teoría sobre los intereses comerciales que los nuevos productores de Hollywood tenían depositados en el cine “contestatario” de finales de los años 60 y principios de los 70, bajo una pretendida actitud de denuncia a la sociedad del momento. Hipótesis muy razonable que Altman desmiente sin acabar de convencer –como tampoco lo hace con sus paradójicas ideas acerca del simbolismo en sus propios films–. Sin embargo, no se puede negar que ya nos encontrábamos en aquella época frente a uno de los cineastas más inconformistas y de espíritu más independiente del nuevo cine estadounidense. Un realizador que jamás se ha doblegado ante los presupuestos fílmicos de la era digital y que, al igual que Polanski, sigue aún en activo.

La labor de contextualización efectuada por Caparrós Lera es un aspecto de este estudio que se agradece muy especialmente, ya que ayuda al lector aficionado a documentarse más plenamente sobre la figura de cada uno de los ochos cineastas referidos. Por otro lado, aunque no todas las entrevistas resulten igual de interesantes e incluso algunas de ellas puedan haber perdido cierta actualidad con el paso del tiempo, el valor histórico de tales encuentros es innegable y supone un testimonio importante acerca de las diversas corrientes cinematográficas que han pululado por el mundo entero a lo largo del siglo XX.

En resumidas cuentas, Una historia del cine a través de ocho maestros resulta una obra que, más allá de lo puramente anecdótico o de la autenticidad de las declaraciones formuladas por los cineastas entrevistados, aporta el peso del análisis del cine como fuente histórica y como medio de expresión artística e ideológica de figuras tan distintas entre sí como las de estos ocho legendarios realizadores. Además, el libro se completa con una bibliografía selecta de cada autor y fichas técnicas detalladas de cada una de sus películas.

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