Sin embargo, la integración curricular del cine pasa por considerarlo
como un modelo educativo más, que no subsidiario. Es indispensable,
por lo tanto, conocer en profundidad un medio, que, tras adoptar características
de otras disciplinas artísticas (el ritmo, de la música;
el encuadre, de la fotografía; la estructura argumental, de la
novela -cuando menos, la primigenia-, etc); ha alcanzado, a día
de hoy, una cierta madurez, que le permite presumir de ser el séptimo
arte.
Por otra parte, tanto el docente como el discente deben ser capaces
de abandonar la actitud dúctil propia del espectador pasivo que
consume indiscriminadamente todo tipo de filmes, sin cuestionarse los
oscuros intereses de sus promotores, y con referencia a esta máxima,
Víctor M. Amar hace alusión a Hollywood, una de cuyas
misiones es la de exportar un modelo social, el estadounidense, que
tiende a asimilar agresivamente, a otras sociedades totalmente dispares.
Así pues, conocerlo pormenorizadamente ayudará al docente
a utilizar el cine en el aula sin los condicionantes que impone la industria.
Su incorporación pasa por ser más actitudinal en los primeros
estadios de la enseñanza, y más conceptual, en los sucesivos,
"
sin que se haga necesaria la formación de un profesorado
específico, sino la adaptación del profesorado ya existente".
Así, el autor formula una propuesta que sugiere una transformación
estructural del proyecto curricular, que plantea, a su vez, una reforma
legislativa, factible, y por ende, indispensable, como ya hemos apuntado
anteriormente.
La segunda parte del libro nos acerca deliberadamente al ámbito
escolar, analizando oportunamente, la función propagandística
que el cine ha desempeñado desde sus orígenes, pues tal
y como Amar Rodríguez señala "
la industria
del cine
es
un posible sistema de aculturación colectivo",
secundado por la implacable tiranía económica de las grandes
productoras. Para acabar con la pasividad acrítica de un sector
adocenado de la población, hay que recurrir a la alfabetización
cinematográfica, con arreglo a la cual, se podrán, entre
otras cosas, descifrar los mensajes subliminales que se proyectan más
allá de las salas de cine, y que tienden a alterar la conducta
colectiva, y a alimentar el imaginario, que se construye, destruye y
reconstruye constantemente de acuerdo con las películas o modelos
sociales en boga. La educación en cine, permitirá finalmente,
al docente, reducir e incluso combatir el grado de manipulación
de los filmes de ficción y no ficción, e incluso darles
un uso didáctico de acuerdo con los objetivos pedagógicos
que se plantee alcanzar, por lo que si bien, la función didáctica
era originariamente inherente a la propagandística, el conocimiento
del séptimo arte permitirá disociar la segunda de la primera.
En Cine y otras disciplinas, el autor hace una comprometida defensa
de la unión del cine con otras disciplinas, de las que ha tomado
sus más característicos rasgos. Nos recuerda que el histórico
fue uno de los primeros géneros cinematográficos, pero
la Historia ha precedido, además, a la posterior unión
entre cine y disciplinas de diversa naturaleza (el cine y la literatura;
el cine y la música; el cine y el teatro, etc).