Tanto La zona gris como Hijos de un mismo dios, se enmarcan en un contexto de revitalizar el pasado, de reconvertirlo en un maestro de la vida ante tragedias semejantes como lo acaecido en la extinta Yugoslavia. Pero lo que sí llama la atención, de algún modo, es la forma en que también Estados Unidos se ha volcado en la temática del Holocausto. El film La zona gris lo demuestra -los actores protagonistas, de hecho, son norteamericanos-, pero desde una visión identitaria llegando a formar parte de su conciencia nacional, cuando en realidad el fenómeno en sí mismo sucedió en Europa. Hecho que quedó de relieve con La lista de Schindler, de Steven Spielberg en 1993 11.
En conclusión, no podemos olvidar, ni debemos de hacerlo, este acontecer que ha lastrado la memoria de las naciones europeas que participaron en el conflicto, ya que se trata de un capítulo de la historia de Europa que nunca se ha cerrado del todo 12, porque puede estar más cerca de nosotros de lo que creemos y no sólo porque afecta a los adultos, sino también porque puede golpear muy duramente a los niños (en ambos filmes, los niños representan la inocencia rota o asesinada por el mundo adulto). El cine, como relato histórico, no sólo es un buen contador de historias sino revelador de realidades e inquietudes, respecto a una Europa que aún no ha sabido cicatrizar todas sus heridas del pasado, y que sabemos que, hoy día, tiene que curar las nuevas heridas inflingidas en las conciencias, y una Norteamérica que no ha dejado de nutrirse tampoco de un pasado común y compartido como ha sido el Holocausto, tanto en su cultura como por su participación en el conflicto.
