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3. Hijos de un mismo Dios, otra visión del Holocausto

Hay filmes que, sin tener la necesidad de situarse como centros de interés, muestran una sinceridad que desborda emociones en la gran pantalla. A veces no hace falta contar historias turbulentas, ni tan siquiera aderezarlas con los recargados efectos visuales que tanto se prodigan actualmente en un cine muy comercial. Pero, sin duda, es cierto que en esta coproducción Yurek Bogayevicz aboga por un estilo sencillo y a la vez brillante de un tema de interés, como es la cuestión judía durante la Segunda Guerra Mundial -siguiendo los pasos del tono estilístico de La vida es bella-. No es menos cierto, antes de nada, que hay que admitir que se trata de un film emotivo que se dibuja a través de la mirada inocente y trágica de unos niños inmersos en una realidad que no comprenden pero que, a la vez, marca irremediablemente sus vidas e, incluso, les embrutece de tal manera, que son capaces de matar o de violar a un niña, porque el clima de locura que les rodea no hace sino acentuar unos rasgos que rompen con esa inocencia e ingenuidad infantiles.

Su composición recuerda al film El jardín secreto, en donde no se hace sino una sencilla muestra de un cine que no tiene por qué adecuarse sólo al gran público, olvidando muchas veces que los niños no merecen sólo filmes de dibujos animados, sino otros en los que sean ellos mismos sus protagonistas. Ha sido una sorpresa grata encontrarnos aquí la mirada de unos niños, con el telón de fondo de la guerra y el holocausto. La historia se sitúa en Cracovia durante el año 1942, en plena ocupación nazi. El film arranca cuando una familia pudiente judía deja al cuidado de una familia polaca a su único hijo, un niño de diez años, el conocido Haley Joel Osment, que vive con la vana esperanza de que sus padres regresen a buscarle. Su nueva familia vive en una aldea en el corazón de Polonia, en la que se integra haciéndose pasar por un niño católico, pariente de éstos -y por eso su padre le enseña sus ritos esenciales-. En la Polonia ocupada, "tras haber establecido una distinción tajante entre culturas, las SS se empeñaron además en separar a los racialmente valiosos de los elementos de la población carentes de valor" 7, en los que indudablemente entraban los judíos como el nivel más bajo de estas categorías raciales.

A partir de aquí, es obvio encontrar los conflictos derivados de esta ideología basada en la superioridad racial a lo largo del film (y el temor a que descubran la verdadera identidad del protagonista), y que culmina cuando uno de los niños se declara judío, y es conducido a un vagón para ser transportado a un campo de exterminio.

En el aporte interpretativo, desde la óptica de los adultos, también nos encontramos con un actor todo terreno como es Willem Dafoe, que ha combinado películas de poca calidad, con otras de primera categoría -de secundario de lujo, como es el caso-, demostrando su talento interpretativo. En el film, da vida a un sacerdote católico que une el mundo adulto con el infantil de los niños; mediador entre la cruda realidad y el imaginario de su inocencia. Tampoco el resto de los chicos desmerece en ningún momento de la película en sus interpretaciones, porque son ellos quienes atestiguan lo emotivo y lo irracional de sus vivencias, en el que la tragedia -visualmente contenida-, arrastra al espectador durante su hora y media de metraje, sin darle tiempo a tomar conciencia del tiempo de la misma. No se trata de un cine renovador sino dulce y tiernamente trágico, no intenta tampoco ser una película de primera fila sino un film en el que, frente a la frialdad de La zona gris, se señala un espíritu inocente, que poco a poco tiene que enfrentarse a una serie de realidades, que son tratadas con una aparente sensación de ligereza -pero sólo bajo el velo del candor infantil-, ya sea con los juegos, sus rencillas, su mirada ingenua de cuanto les rodea, pero que al final, acaban siendo tragados por ella -en su dolor, digamos-.

Los niños son los que observan el mundo que les rodea y acaban participando de él. Son testigos de la muerte de dos humildes campesinos por ocultar unos cerdos a las autoridades nazis, que se pena con la muerte (como en un macabro juego, el cura trata de salvarles persiguiendo a unos cerdos, aunque en vano): "Para los alemanes, es legal matar polacos y judíos" 8. También, constatan el vil crimen del padre de los chicos, y se enteran de que el vecino, celoso de su suerte, le ha asesinado cuando van a vender el cerdo en la ciudad. La violación de la niña de la que se han enamorado los dos protagonistas, remarca claramente esta asimilación de la barbarie en la que conviven cotidianamente, incluido el robo de los judíos que escapan lanzándose del tren en marcha, y que intentan desviarse del fatídico destino de los campos de la muerte nazi.

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NOTAS Y REFERENCIAS

7. MAZOWER, Mark, op. cit., p. 190.

8. MAZOWER, Mark, op. cit., p. 189.