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De esta manera se va cincelando el carácter de cada uno de los niños, hasta el punto de que cuando, en un juego propuesto por el cura, tienen que figurarse ser los apóstoles de Jesús, el niño pequeño Tolo sólo quiere ser Jesús. El dolor, la tragedia, la mirada impactante de un mundo que asesina y viola, hacen que Tolo acabe aceptando su papel imaginario de Jesús, que en su ingenuidad infantil le hacen creer que con su sacrificio puede salvarles de su fatídico final. Así que cuando el protagonista, Haley, es detenido por los nazis durante una redada por la noche, cerca de la vía férrea -los niños han ido a vengar al padre y matar al hijo del vecino que había violado a la niña-, debe de actuar con mucha sangre fría para no delatarse ante ellos, lo que le lleva a interpretar el papel de ladrón de judíos que hábilmente ha suplantado (avasallando a su propia gente), y lo que produce las mofas de los dos oficiales nazis. En esa escena tragicómica, es cuando Tolo se deja confundir con un judío y niega, ante la pregunta del oficial nazi, que es polaco, por lo que es embarcado en los vagones con el resto de los judíos hacia su trágica e intuida muerte.

Gentil y generoso, es un film que conmueve por una serie de sencillos elementos que el director sabe explotar muy bien a lo largo de todo el metraje. A veces, cuando uno deja la infancia, olvida por un momento que la historia puede gravarse, y de hecho se grava, más duramente por terrible, en unas mentes ingenuas que son incapaces de comprender ni asimilar la realidad. Todo esto se va reflejando en el film con unos matices que en ciertos momentos, se alejan del horror nazi pero que, en su textura viva se comprende aún mejor a través de sus juegos infantiles -a pesar de alguna crítica adversa al respecto-, que se van adaptando a una realidad tan cruel como espantosa, demostrando que, por mucho que se pretenda creer que los niños no sienten, se adueñan de la misma crueldad que les toca vivir.

Al final, los niños, que deben recibir la comunión sin pecado alguno, guardan en su interior el dolor y la miseria de un tiempo que ha roto sus conciencias infantiles por la mitad.

Así el film nos hace entender que las tragedias no vienen solas, no sólo competen a los individuos tocados por el destino, como son los judíos, sino que, en realidad, ante el horror, cada uno de nosotros también nos vamos convirtiendo en víctimas y en protagonistas de la misma historia, de la que no se salvan ni los niños en su ingenuidad. Antonio José Navarra en su crítica escribe por ello: "El film trata de englobar, en un discurso único, naturaleza e historia humana, pública y privada, para definir en su totalidad la vida: las cristalinas aguas del lago acogen indistintamente los alegres chapuzones de los niños y el quebradizo cuerpo de María, después de ser violada (...)" 9.


Ficha técnica

T. O.: Edges of the Lord. Producción: Zev Braun Productions-Tor Studio, para Millennium Film (USA, 2001). Productores: Zev Braun, Philip Krupp y Avi Lerner. Director: Yurek Bogayevicz. Guión: Yurek Bogayevicz.
Fotografía: Pawel Edelman.
Música: Jan A. P. Kaczamarek
Diseño de producción: Mailing Cheng.
Montaje: Dennis Hill
Intérpretes: Haley
Joel Osment, Willem Dafoe, Liam Hess, Richard Banel, Olaf Linde
Lusbascenko, Malgorzata Foremniak.
Color - 96 minutos.

4. Una reflexión de ambas perspectivas de la lectura del Holocausto

Tanto el film La zona gris como Hijos de un mismo dios disfrutan de dos estilos cinematográficos distintos, con temáticas que se unen en un punto en común, el trasfondo del Holocausto judío. En La zona gris el horror se siente desnudo y descarnado al situarnos la historia en el campo de exterminio de Auschwitz, mientras que Hijos de un mismo dios pretende retratar el sufrimiento a través de unos niños que no viven lejos de los campos, sino cerca de las vías férreas por donde pasan los trenes de transporte hacia estos campos de exterminio situados en Polonia. Pero, en el fondo, ambos reflejan una misma afección de unos seres, judíos húngaros con sus privilegios y unos niños católicos y un judío, que también son señalados por la suerte de la crueldad nazi. Son dos filmes que, de algún modo, se complementan en contar sus historias, y señalan que no hay que referirse al pasado como algo lejano e impersonal, sino con unos rostros, con unas personas que lo vivieron en sus propias carnes, que se encontraron en mitad de una línea divisoria en donde, sin dejar de ser víctimas, tampoco dejaron de ser actores inconscientes de lo que allí sucedía, ante la barbarie de pretender instaurar un Imperio basado en la superioridad racial de unos seres sobre otros. 10

Los niños protagonistas del film de Hijos de un mismo dios se encuentran atrapados en una misma idiosincrasia vital, el estigma de ser judío, de robarles cuando saltaban de los trenes para salvar sus vidas, la impunidad de una violación, sus rencillas, el asesinato como venganza, a imitación de unos padres que también se ven empujados a sobrevivir en un mundo cruel. Impunidad que, en una escena muy dura, también sucede en La zona gris, cuando uno de los judíos húngaros pega hasta casi matarlo a otro judío porque no quiere darle su reloj de oro, y finalmente le remata un soldado de las SS que vigilaba a los prisioneros.

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NOTAS Y REFERENCIAS

9. NAVARRO, Antonio José, "Hijos de un mismo dios", en Dirigido nº 308, enero de 2002.

10. MAZOWER, Mark, op. cit., pp. 161-206. Análisis en el que aclara la política de Hitler en los países ocupados, el futuro Imperio alemán, y su ideario de supremacía aria en el continente europeo.