<< 1 2 3 4 5 >>

1. Introducción

El Holocausto judío sigue siendo una cuestión de extremada sensibilidad para la historia europea, que no deja de aportarnos nuevas ideas, cuestiones, interrogantes y perspectivas cinematográficas. Es imposible acotar un tema tan amargo y trágico -aunque comercialmente no sea de los más apetecidos por las productoras- que ha golpeado y sigue golpeando con tanta violencia la conciencia humana, y que parece rescatarse tras el éxito obtenido por la delicada película La vida es bella de Roberto Benigni (1997). Pues, en su referencia histórica, nunca antes se habían puesto todos los engranajes de un Estado, la Alemania nazi, al servicio de un proyecto de exterminio tan terrible durante la Segunda Guerra Mundial. Pero sin duda, a raíz también de los últimos crímenes cometidos en la extinta Yugoslavia -con ciertos paralelismos históricos-, el cine recobra ese viejo papel de contador de historias que nunca acaban de ser aprendidas por la historia humana, y que retoman su referente pasado, ineludible por otro lado, para que al recordar aprendamos a comprenderlo. Confiemos en que algún día seamos capaces de superar definitivamente la amarga y áspera sensación de que volvimos a reincidir en los viejos y funestos signos de tanta locura.

De hecho, al calor de la conmemoración del Holocausto, tanto en Gran Bretaña y Alemania (a principios de 2001) se han llevado a cabo recientes realizaciones europeas sobre el tema, como el último film de Costa-Gavras, Amen, presentado en el Festival de Berlín con bastante polémica por tratar el papel de la Iglesia católica durante esta tragedia (aunque analiza otras cuestiones de interés como la reacción de la sociedad alemana ante el genocidio). El film italiano La puerta del cielo retrata las vicisitudes de De Sica en 1943, que salvó de la muerte a un grupo de judíos haciéndolos pasar por extras del cine. O bien, el film de Bertrán Tavernier titulado Salvoconducto, sobre la Francia de Vichy. Sin olvidar filmes como Rebelión en Polonia de Jon Avnet (2001) o La Solución final de Frank Pierson (2001), que por desgracia fueron estrenados en vídeo en España, o el último film de Roman Polanski El pianista (2002) ganador de la Palma de Oro en Cannes, que habla de las vicisitudes del pueblo judío en la Varsovia ocupada.

2. La zona gris, una visión norteamericana del Holocausto

El film de La zona gris discurre en el complejo de Auschwitz Birkenau, con sus tristemente famosas cámaras de gas y sus hornos crematorios -dos millones de judíos encontraron la muerte en sus instalaciones-: "En 1942-1943 Birkenau llegó a ser el principal campo de la muerte para los judíos de Europa" 1. Esta vez, de nuevo, la cámara retrata uno de los hechos singulares que acompañan a todo estremecedor relato histórico. Se trata de la visión de los judíos húngaros que protagonizaron esos extraños trazos de la ambigüedad cuando el horror llega a su máxima cúspide. La zona gris, de la que cobra nombre el film, se refiere a esa línea de difícil definición entre quienes no fueron ni exactamente víctimas ni tampoco verdugos.
Estos judíos húngaros del horno crematorio 1 eran quienes realizaban las duras e ingratas tareas de recoger los cadáveres de las cámaras de gas para trasladarlos a los hornos, y allí incinerarlos -para borrar toda huella del crimen-, o bien despojarles de la ropa, pelo, grasa, piel y todo lo que tuvieran de valor -incluidos sus dientes de oro-. Y en prebenda por esta ingrata labor, los nazis les prolongaban la vida no más de cuatro meses, dejándoles disfrutar de una existencia, dentro de lo precario, cómoda y con ciertas liberalidades que no tenían el resto de los condenados del campo. En un tono muy sobrio y contenido, casi como una pieza teatral
(sobre todo, en sus diálogos directos y sin el empaque dialéctico del cine), intenta visualizar el drama de estos judíos cuando deciden actuar, sabiendo que sus vidas no tienen ningún sentido, que van a morir y que no sacrifican su esperanza de sobrevivir porque ya están condenados de antemano 2.

Su fin es intentar destruir los hornos crematorios para frenar esta matanza ante la inminente llegado de los aliados, ya que nos encontramos en noviembre de 1944, a escasos meses de que los soviéticos liberaran el campo. En este sentido el director Tim Blake Nelson no utiliza la violencia gratuita, tampoco le gusta sacar los cuerpos desnudos de los muertos, como si tuviera aprensión asimismo de mostrarlos en público, por el pundonor de desnudar a las víctimas de esta tragedia (no sin razón). La descripción visual de cómo se producía el asesinato colectivo se grava en el espectador de forma contundente.

Todo el ritmo del film tiene este mismo candor, frío y directo, en el que el duro retrato de lo que acontece en Auschwitz puede interpelar al espectador, sin que éste tenga necesidad de taparse los ojos, pero sin dejar de sentir su impactante fuerza visual (a veces, no es tanto lo que se dice o muestra en la pantalla, sino la sutileza de cómo se expresa). Ésta es la historia verídica del duodécimo sonderkommando encargado de las tareas de limpieza del campo y también de las vivencias, en las que en parte se basa el film, del doctor Niklos Nyiszli que colaboró -pero sin cometer ningún asesinato- en los atroces experimentos del fatídico doctor Mengele, que sobreviviría a la guerra y escaparía de la justicia aliada por sus crímenes.

La duda moral de dicho doctor, entre colaborar con los nazis y, por tanto, ser partícipe de sus crímenes -aunque de manera indirecta-, o la de prolongar su vida y también la de su familia, es otra muestra importante del conflicto interno de un ser humano ante la arbitrariedad de la barbarie nazi y las ambigüedades morales que fluyen de una ideología criminal como ésta. Además, el resto de las víctimas, por partida doble en su condición de judíos y colaboradores del exterminio, dudan en su necesidad de huir de lo inevitable (unos quieren escapar y otros inmolarse destruyendo los hornos), sufren la violencia y la expresan envueltos en esta tragedia, en donde el alcoholismo, no sólo latente entre los presos sino entre los oficiales nazis, es la muestra de un desquiciamiento colectivo ante el que ninguno de ellos sabe cómo actuar.

<< 1 2 3 4 5 >>

 

NOTAS Y REFERENCIAS

1. MAZOWER, Mark, La Europa negra, Ediciones B, Barcelona, 2001, p. 195.

2. RUTHERFORD, Ward, Genocidio, San Martín, Conflicto humano, núm. 1, Madrid, 1979, p. 109. Existieron intentos de fuga como en Sobibor en octubre de 1942 o en Treblinka al año siguiente, aunque ambos fracasaron.