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Antonia Fraser se significó en las campañas a favor de Salman Rushdie: “Salman vino a comer la otra noche y nos acordábamos cuando nos conocimos en una manifestación en apoyo de Solidaridad. Yo creo firmemente en que hay que manifestarse a gritos, abiertamente, por las causas en las que uno cree o contra las que uno no cree. Uno tiene que dejar sentado su desacuerdo, su posición. Por supuesto, me iba bien donde vivo, por aquí hay muchas embajadas y las manifestaciones siempre me quedaban a pocas manzanas de casa. Solíamos ir mucho a la embajada turca a pedir que liberaran a periodistas y escritores detenidos, y pasamos horas frente a la de Nigeria cuando asesinaron a Ken Saro Wiwa. No voy a decir que disfruto las manifestaciones, pero las causas demandan acciones, por lo que generalmente no falto. No creo que mi posición como escritora sea más importante que la de un bombero, ambos tenemos voces y tenemos que usarlas. Por eso creo que lugares como el PEN, la Sociedad de Autores, de los que fui presidente en algún momento, tienen la capacidad y deberían manifestarse sobre muchas cuestiones, no sólo escribir.”

Pero no es una persona intolerante. Aunque su opción es el compromiso, comprende y respeta otras actitudes: “Si un escritor quiere dedicarse solo a sus libros, debería poder hacerlo. Mi difunto tío Anthony Powell, que escribió Una danza de la música del tiempo (Anagrama) en doce tomos, siempre decía cuando se le pedía que se uniera a una manifestación que un escritor debe dedicarse sólo a su obra porque a nadie le interesan sus opiniones políticas. Creo que en una sociedad como la nuestra, que no es tiránica, uno tiene derecho a decir eso. Pero yo no pienso eso. Siento que tengo que ayudar a escritores de otros países donde no se puede escribir lo que uno quiere justamente porque yo sí puedo hacerlo y porque puedo ayudar. Eso me llevó a presidir el PEN.”

Confiesa también Antonia Fraser la influencia que el ser católica tiene en su obra como historiadora: "Pienso que mi religión me fue de una enorme utilidad. Y más importante aún que ser católica ha sido que soy una conversa, por lo que también conozco el otro lado del mostrador. Mucha gente piensa que porque soy irlandesa nací católica, pero mi padre, que era protestante, se hizo católico cuando yo tenía ocho años y mi madre cuando yo tenía trece. O sea, al escribir sobre el complot católico de la pólvora, en el siglo XVII, tuve que estudiar cómo era ser católico en esa época de persecuciones. Ser una conversa al catolicismo me ayudó a entender la situación mucho mejor. Creo que mi religión además me sirvió para no tomar nunca el catolicismo como algo natural. Me hubiera sido muy difícil escribir sobre la reina María de Escocia de no haber sido católica, pero la religión, en cambio, no tiene la misma importancia si se escribe sobre María Antonieta.”

Otro factor esencial es su feminismo. La suya es una historia a través de los ojos de las mujeres: “Hay mucho de eso. The Weaker Vessel estudia la situación de las mujeres en Inglaterra en el siglo XVI. Pero cuando me dicen que sólo escribo sobre mujeres, siempre recuerdo que escribí las biografías de Oliver Cromwell y de Carlos II. En la vida del rey, las mujeres son importantes, pero en la de Cromwell simplemente no existen”.

Le interesan especialmente los personajes femeninos y también aquellos que tuvieron un destino trágico: “Andrew Roberts, el célebre historiador inglés, al comentar mi María Antonieta, se preguntó qué era lo que pasaba con esta Antonia Fraser, que tanto le interesa la decapitación de mujeres. Y destacaba cuántos de mis personajes terminaron con la cabeza cortada: María, reina de Escocia, dos de las reinas de Enrique VIII, María Antonieta de Austria... Le contesté con humor que era porque en la historia, cuando la mujer asoma la cabeza, enseguida se la quieren cortar. Bromas aparte, con los años me he dado cuenta de que lo que realmente me interesa es investigar la realidad de personas que terminaron envueltas en el mito, como Oliver Cromwell. Esto incluye determinar cuánto del mito es verdadero. Y éste es particularmente el caso de personajes como María Antonieta, que soporta no uno sino dos mitos, el hagiográfico que la retrata como la reina santa, y la leyenda negra de que era una Jezabel.”

Sobre el  tópico de que el biógrafo acaba haciendo causa común con el biografíado, Antonia Fraser afirma: “Hay dos cosas, para mí, y para todos los escritores, seguramente: cómo me ve el público, y cómo me veo yo. Pienso que el problema de identificarse con las causas de tus sujetos, de decir que María de Escocia era buena porque era una mujer como yo, es que invita a la pregunta: ¿quién puede entonces escribir sobre Stalin? Y sin embargo acabo de leer un excelente libro sobre Stalin y su corte, de Simon Sebag Montefiore. Nadie en su sano juicio puede decir que el querido Sebag se identifique con Stalin de ninguna manera. La identificación está en el ojo del público. Tuve mucha suerte en 1969, cuando la gente unió autor y tema al publicarse María, reina de Escocia, porque lo transformó en un best seller. Pero luego publiqué Cromwell y también fue un best seller, aunque no podía haber identificación. Si se piensa en María Antonieta, no hay manera de que alguien vea ni un rasgo de carácter que tengamos en común. Y sin embargo, es posible la empatía.”


Aunque la mayor parte de las obras de Antonia Fraser se ocupan de personajes ingleses, en este libro se dedicó a estudiar uno de los más polémicos personajes de la historia francesa: “En Francia se escribió muchísimo sobre María Antonieta, siempre con hostilidad. Yo me dirigí deliberadamente a una audiencia de habla inglesa, escribiendo en inglés. Por eso, hay cosas que tuve que explicar que no les interesarían a los franceses, efectivamente no me dirigí a ellos.

El libro sobre María Antonieta [que se publicó en Inglaterra en 2001] se vendió muy bien en las librerías inglesas de París, lo que me deleita, pero no creo que ande bien en francés. Como estoy investigando en Francia, estoy empezando a pensar en francés pero, como María Antonieta, no soy francesa. Creo que los franceses, por regla general, no tienen demasiado respeto por las biografías inglesas. Nuestra obra se vende mucho mejor en España, Italia y Alemania. En Francia tienen un punto de vista diferente de la historia, son más filosóficos, más analíticos, menos orientados al detalle biográfico. No lo digo como una crítica.

La película de Sofía Coppola: Marie Antoinette

El libro de Fraser fue el punto de partida del que surgió la película de Sofía Coppola, Marie Antoinette (2006). Sofia Carmina Coppola (Nueva York; 14 de mayo de 1971) es una destacada directora y guionista estadounidense. Hija del famoso director y productor Francis Ford Coppola y Eleanor Coppola, tiene ascendencia irlandesa, inglesa e italiana. Estuvo casada con el también director Spike Jonze de 1999 hasta el 2003, cuando se separaron alegando "diferencias irreconciliables". Fue la tercera directora y la primera estadounidense candidata al Oscar a la mejor dirección.

La película, como el libro, apuesta también por María Antonieta, presentándola simplemente como una mujer joven y alegre, llena de vida, deseosa de disfrutar y de agradar, víctima de las severas reglas de su condición real, de las intrigas de la corte francesa y de los turbulentos acontecimientos de su reinado. Y no se trata de un caso aislado. La joven directora ha llevado a la pantalla un  tríptico sobre “mujeres en búsqueda de libertad emocional”, en The Virgin Suicides (1999), Lost in Traslation (2003) y Marie Antoinette (2006), cintas que son un testimonio vivo de la propia vida de Coppola, una vida de constante búsqueda de libertad creativa. Como muy certeramente ha escrito José Sarmiento en “También los cineastas empezaron pequeños” (30 de abril de 2007): “Un motivo recurrente en la filmografía de Sofía Coppola, es la atención que le presta a sus protagonistas femeninas, mujeres perdidas en espacios que le son ajenos, tanto física como psicológicamente. En Las Vírgenes Suicidas, Lux (Kirsten Dunst) y sus hermanas, escapan físicamente del espacio sofocante de los suburbios, y de una pareja de padres ultra conservadores. Ellas  practican su libertad a escondidas, hasta un punto crucial en el que deciden entregarse a su expresión  máxima: la muerte. Charlotte (Scarlett Johansson) se encuentra igualmente extraviada en un país cuyas costumbres la confunden, le maravillan y le abruman, mientras lucha por encontrarse a sí misma en el viaje. Finalmente, y emparejada con Bob Harris (Bill Murray), logra explorar un tipo de relación distinta, en la que encuentra finalmente  paz. En Marie Antoinette, es la misma reina (Kirsten Dunst) la que se extravía en Versalles, embriagándose del lujo de la monarquía francesa, frustrada por un matrimonio no consumado, presionada por su familia (“todos los ojos están sobre ti”) y confundida en un mundo de rumores, falsas amistades, hipocresía y exceso de protocolo.”

Efectivamente, la misma directora confirma esta interpretación en la entrevista concedida a Beatrice Sartori, con motivo de la presentación de la película en el Festival de Cannes (El Cultural). Existe en su obra una continuidad en la preocupación por vidas de mujeres jóvenes, enigmáticas, insatisfechas y como perdidas. Llevaba tiempo pensando en el proyecto de María Antonieta. El proyecto –dice Coppola– “se remonta al momento en que finalicé Vírgenes suicidas. Un amigo de mi padre, Dean Tavoularis, me solía narrar historias de Versalles y del siglo XVIII. No me llamaba nada la atención. Pero de repente, me fascinó la historia de María Antonieta, una princesa austríaca de 14 años que llegó a Versalles para desposarse con Luis XVI, con el que sólo consumó el matrimonio siete años después de haber sido celebrado. Un enigma.” Al hacer la película pretendía más descifrar el enigma en sí, acaso su propio enigma personal, que aclarar la polémica historia de María Antonieta. Sofía Coppola confiesa que Marie Antoniette es en cierto modo su película más autobiográfica. Proclama además con mucha sinceridad, a pesar de la calidad histórica de su obra, que no pretendía hacer un film de historia: “No es una película histórica en el sentido estricto. Siempre quise pensar en Maria Antonieta como en una joven americana que arriba al Viejo Continente. Una especie de Daisy Miller en la Francia del XVIII. Ella llega con toda la curiosidad natural de su edad par verse constreñida en algo más que un corsé.” “Nunca fue mi intención hacer una película de época. De hecho, mi película histórica favorita es Barry Lyndon, pero he querido evitar la teatralidad y tomarme una cierta distancia hacia unos personajes que no quería que parecieran salidos de una serie de la BBC. Pero yo con todo esto no quiero criticar a nadie.”        

Objetivo principal era destacar la juventud de la protagonista: “Desde el principio quise que se percibiera la absoluta ingenuidad y frescura del personaje, de esa joven llena de vida que llega a lo que se puede convertir en una tumba en vida. La película narra desde su llegada a Versalles a los 14 años hasta la amenaza de la Bastilla cuando sólo cuenta de 34.” La música elegida, una decisión polémica y atrevida, está calculada precisamente para subrayar esa juventud: “Quise expresar un sentimiento adolescente a través de la música. Maria Antonieta y Luis tenían 18 y 19 años cuando fueron coronados. Eran jóvenes y algo traviesos y he utilizado una música que exuda aquel sentimiento de libertad y falta de responsabilidades. De ahí el usar música de Bow Wow Wow o Phoenix. Si uso I Want Candy mientras ella come dulces es porque es la expresión de dos adolescentes en Versalles, jugando. Y creo que los ritmos de Nueva Orleans casan verdaderamente con los sones de Vivaldi o Rameau”.
Para sus películas Sofia Coppola ha recurrido tanto a guiones originales como a libros de otros autores. Su primera película, Las Vírgenes Suicidas, fue el resultado de la adaptación de una novela. La segunda, Lost in Traslation, es un guión original. Es interesante su opinión sobre las ventajas y desventajas de una u otra fórmula, según las resume en una entrevista realizada por Michel Ciment y Yann Tobin, en la revista Positif (número 515. Enero 2004), antes, por tanto, de rodar María Antonieta. Dice Soffia Coppola: “Me ha resultado mucho más difícil concebir un guión original, dado que no tenía referencia alguna. Cuando se dispone de un libro como punto de partida, es algo así como hacer un puzzle: en cuanto surge un problema se puede recurrir al modelo. Partir de cero, es algo diferente; Da miedo, pero tenía ganas de intentar esta experiencia, en la que veía una especie de desafío al que enfrentarme. Y también tenía el ejemplo de mi padre para quien escribir un guión original era un esfuerzo más personal, como The Rain People (Llueve sobre mi corazón) o The Conversation (La conversación.) También sucede que numerosas películas que admiro son obras de autores que han imaginado ellos mismos sus historias.”

En Marie Antoinette se ha basado en un libro, con el que creo que se sentía muy identificada, y del que ha tomado con mucha clarividencia aquello que a ella le interesaba. Lo revela muy claramente en la entrevista concedida a Beatrice Sartori: “Me he basado en la biografía de la reina escrita por Antonia Fraser. La teoría es que la desorientada joven se dedicó activamente a comprar de forma compulsiva y a organizar las fiestas más extravagantes jamás vistas. Lo hizo todo para llenar su vacío vital. Lo más complicado fue la adaptación de la biografía de Fraser, verdaderamente mastodóntica. Y mi obsesión fue apartarme de los tópicos que toda biografía conlleva. Mi intención al adaptarla fue intentar una historia y una recreación de un momento histórico desde un punto de vista femenino.”

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