Ante el renovado interés por María Antonieta, cabe preguntarse si tiene la reina francesa algún significado emblemático para nuestro presente o es sólo curiosidad sobre una hermosa y desgraciada mujer del pasado. En un trabajo publicado en la revista académica The Chronicle of Higher Education en septiembre de 2006, la ensayista estadounidense Camille Paglia llegó a inquietantes conclusiones. Citando a las ansiosas minorías inmigrantes en Europa y los Estados Unidos, el fundamentalismo religioso, el materialismo, el culto al estatus de Occidente y, sobre todo, la brecha de pobreza entre el tercer mundo y el primero, Paglia afirmaba: “El cuento de María Antonieta, con sus premoniciones de ruina dentro de una frivolidad fatalista, parece señalar una culpabilidad sobre inigualdades sociales insolubles". Y concluía rotundamente que la reina francesa es un sorprendente emblema para el mundo pos 11-S: "¿Cuándo, desde el reinado del terror, ha sido una constante tan común la decapitación ritualizada? El regreso de María Antonieta sugiere que hay fuerzas políticas funcionando en el mundo que el humanismo occidental no entiende por completo, y que posiblemente no podrá controlar”.
La biografía de Fraser no incluye referencias al presente o reflexiones globales. Sin embargo, la autora confesó que mientras escribía no pudo dejar de pensar en Diana Spencer. No es la única en ver correlaciones entre la Princesa de Gales y la decapitada reina francesa. Paglia también destaca la simetría entre ellas, describiendo a Diana como una mujer que fue reclutada para la procreación real, que se perdió en un laberinto de intrigas cortesanas y que tuvo un final trágico, también en París.
La biografía de Antonia Fraser: María Antonieta. La última reina
La biografía que le ha dedicado Antonia Fraser se titula María Antonieta. La última reina 3. Claramente favorable, se acerca a la mujer que había tras la reina, a sus razones y sentimientos, a sus verdades más ocultas, evitando caer en la leyenda negra que la Revolución construyó sobre ella. Fraser plantea claramente la intención de rescatar a María Antonieta. En el prólogo declara: "He tratado de aclarar los mitos crueles y las tergiversaciones obscenas que se han asociado con su nombre. Sobre todo, la que se refiere al conocido incidente según el cual María Antonieta instaba a los pobres para que, a falta de pan, comieran bollos... y en cuanto a la vida sexual de la reina —¿amante insaciable? ¿lesbiana voraz?— he tratado asimismo de aplicar el sentido común en un ámbito que siempre quedará sujeto a conjeturas...". En una entrevista de 2001 al salir la edición en inglés, Fraser dijo: "Seguramente el libro es revisionista. Es increíble el nivel de hostilidad misógina que hay hacia María Antonieta en otras biografías. Yo he intentado analizarla en frío y sus triunfos y fracasos, en términos de sus circunstancias". En su reseña sobre el libro en The Guardian la historiadora Hazel Mills, de la Universidad de Cambridge, sentenció con desdén cierta tendencia de Fraser a la especulación, reconociéndole, con todo, gracia: "Aunque por momentos es demasiado especulativa para satisfacer a historiadores profesionales, esta biografía es divertida, erudita y, a veces, inintencionalmente graciosa". Otros, como la historiadora Amanda Forman, destacan su rigor: "Muchos historiadores tienen gran estilo y brillantez, pero al final sucede que tal cosa no ocurrió en 1810 sino en 1812, o que no fue la 5 brigada de tanques sino la 11. Eso nunca pasa con Fraser. Cuando dice que María Antonieta vestía de verde, es que vestía de verde".
Antonia Fraser, nacida en 1932, escritora, católica y encendida feminista, es la esposa de Harold Pinter. Editora de la prestigiosa colección Kings and Queens of England, Fraser es autora de una amplia bibliografía de tema histórico en la que abundan las biografías de personajes de primera magnitud. Aunque Fraser ha tenido grandes éxitos con los lectores, llegando a las codiciadas listas de best-séllers, nunca ha logrado el pleno reconicimiento del mundo académico. Sin embargo, ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan el James Tait Black Memorial (por 'María Estuardo, reina de los escoceses'), el Premio Wolfson de Historia (por 'The Weaker Vessel: Women's Lot in Seventeenth-Century England') y el St Louis y la Daga de Oro de la CWA en la categoría de ensayo, ambos por 'La conspiración de la pólvora: catolicismo y terror en la Europa de 1605'. En 1999 fue nombrada “Comander of the British Empire” y al año siguiente recibía la Medalla Norton Medlicot otorgada por la Historical Association.
Mujer de gran personalidad, algunas de sus repuestas en una interesante entrevista de Andrew Graham-Yooll, publicada en el periódico argentino Página 12, nos pueden ayudar a descubrir a la mujer y a la historiadora. Ante todo es importante saber que Antonia Fraser es heredera de una sólida tradición política tanto por su padre como por su madre: “Mi padre, Lord Longford, fue ministro en un gobierno laborista. Mi madre dejó la política cuando yo tenía 18 años. La influencia de mi madre no fue tanto política como por sus campañas por los derechos de la mujer, y por ser una escritora que tenía ocho hijos. Yo me crié asumiendo que eso era lo que tenía que hacer una mujer. Fue un gran modelo... hacía campañas y criaba hijos. Fue candidata al Parlamento en 1942, y otra vez en 1950, cuando yo tenía 18. Después decidió que no podía mezclar la política con la maternidad, por lo que decidió dedicarse a la escritura. Para entonces yo estaba casada y empezaba a tener mis hijos. Pero me influyó todavía más mi padre, que parecía que vivía en campaña. Era muy valiente, no temía ser ridiculizado, como lo fue en su campaña por la reforma de las cárceles. Bueno... sí, a nadie le gusta que se burlen, pero él siguió adelante.” Su matrimonio con el famoso escritor británico Harold Pinter, premio Nobel de Literatura en 2005 y destacado activista político de izquierdas, contribuyó también a desarrollar su compromiso. La toma de posición de su marido contra la represión ejercida por los turcos sobre los kurdos, su crítica de los bombardeos de Kosovo, su radical oposición a la invasión de Afganistán y de Irak, ejercieron sobre ella indudable ascendiente.
Por ella misma y por las influencias recibidas, Antonia Fraser es una persona muy activa políticamente, capaz de movilizar al PEN y a numerosos escritores para defender los derechos humanos. El PEN Club Internacional, fundado en Londres el 5 de octubre de 1921, por la escritora, poeta y periodista británica, Catharine Amy Dawson Scott (1865-1934), reúne en su seno a más de quince mil poetas, ensayistas y narradores y cuenta con ciento treinta y ocho Centros, en noventa y ocho países. Su principal objetivo es promover la cooperación intelectual y la tolerancia mutua entre los escritores. El PEN lucha enérgicamente contra la censura política y trabaja con eficacia para defender los derechos de los creadores que caen víctimas de las torturas, de los encarcelamientos o de los asesinatos, propios de las tiranías y las dictaduras. Es una entidad plural, sin vinculación partidista alguna. Integran la organización cuatro comités: El Comité de Escritores Encarcelados, el Comité de Derechos Lingüísticos y de Traducción, el Comité de Escritoras y el Comité de la Paz.