La peculiaridad principal de este libro es que nos cuenta el final de veinte films escogidos por el autor según su propio criterio. Para empezar, uno se pregunta el sentido de un libro de cine que te cuenta el final de las películas. En un primer momento, uno piensa que es para llamar la atención, para provocar. Eso fue lo primero que pensé. Existen tantos libros de cine para tan poco mercado que el autor habrá pensado que sería llamativo escribir un libro destripa-finales. Podría ser un arma de doble filo.

Una vez nos introducimos en la lectura del libro, encontramos una perfecta introducción donde el autor no cesa en justificar la decisión de escribir un libro de estas características. Ésta es, quizás, la parte más rica del libro en cuanto a originalidad, ya que posteriormente y como el propio autor afirma, se hace un repaso a veinte obras clave del cine en blanco y negro, explicando lo que narran cada una de ellas sin más intención que la de refrescarlas en la memoria del lector y reivindicarlas, así como reivindicar el cine en blanco y negro, cada vez más denostado.

Como afirma José Ángel Garrido, el cine en blanco y negro ha quedado relegado a las altas horas de la noche en las cadenas de televisión pública, en caso de emisión de este tipo de cine, cada vez menos frecuente, o en cadenas de televisión de pago especializadas en cine. Así pues, una felicitación al autor por querer aproximar con este título el cine en blanco y negro a jóvenes generaciones como a la que pertenezco a quienes este tipo de estética, por muy modernas que sean algunas películas que la utilizan, les produce pereza. Garrido compara este suceso con el que debió ocurrir en la década de los treinta y los cuarenta con el cine mudo. Hoy hay mucha gente que se enorgullece de no haber visto jamás una película muda. Esperamos que con el blanco y negro no se llegue tan lejos.

En cuanto a la selección de títulos a comentar, podemos decir que es bastante heterodoxa, ya que encontramos filmes de diferentes épocas, estilos y procedencias. Es un acierto en su afán por dar a conocer el cine en blanco y negro, que se incluyan títulos de grandes maestros como Alfred Hitchcock (Psicosis), Woody Allen (Broadway Danny Rose) o Billy Wilder (Uno, dos, tres), pertenecientes a diferentes escuelas y movimientos cinematográficos, como Roma, ciudad abierta, El pequeño salvaje, Calabuch o Rashomon. Diferentes géneros como la comedia romántica y el western también están representados con títulos como El bazar de las sorpresas  y El hombre que mató a Liberty Balance, así como los últimos coletazos de calidad del cine en blanco y negro, véase La lista de Schindler o El hombre que nunca estuvo allí.

Es obvio que a cada lector le vendrán a la cabeza decenas de títulos que no aparecen en el índice del libro, pero el autor ha sabido coger lo mejor de cada casa aunando clásicos de la historia del cine con películas tal vez no tan conocidas para el gran público pero que de una manera especial contactaron con el autor, y citando al mismo, “si he de motivar al lector lo mejor que puedo ofrecer son mis propias impresiones”. Felicidades, pues, por compartir estos títulos y sus correspondientes impresiones.
Empezaré contando el final debe ser un libro que debemos tener a mano en nuestra biblioteca particular. Es una obra a la que se debe recurrir de manera insistente a medida que se van viendo, revisionando o descubriendo las películas que en él se analizan. La memoria es selectiva y en ocasiones olvidamos ciertos aspectos de la narración, los personajes o la trama, o simplemente, olvidamos porque ciertos títulos son primordiales en el estudio y análisis de la historia del cine. Un libro como éste puede hacernos refrescar la memoria y hacernos recordar por qué ciertas películas están en el lugar que se merecen dentro de la historia.

Por último, añadir que Empezaré contando el final cumple el propósito del autor, ya que a título personal me ha servido para conocer algunas películas, refrescarme otras o para obligarme a ver ciertos filmes que todavía no habían pasado por el visor de mi retina. Y espero no haberles contado el final.

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