<< 1 2 3 4 >>

En contrapartida, opta por diferenciar a los dos personajes femeninos mediante un recurso de peluquería (pelo largo para Linda y corto para Clarisse) y en la manera de abordar los encuadres de cámara de cada una, como afirma de nuevo en su diario: “ Julie Christie será asombrosa (…) En ese papel de Linda voy a filmarla generalmente de perfil, reservando las tomas de frente para el papel de Clarisse” 8. Esta elección diferenciada de encuadres para cada una implica un posicionamiento moral del director: el perfil resulta huidizo, nos provoca desconfianza, como si tuviera algo que ocultar, mientras que el rostro completo nos revela la verdad con su total transparencia.

Fahrenheit 451 es una producción de 1966. Atrás quedaba ya la Nouvelle Vague, de la que Truffaut fue un miembro destacado junto a Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Claude Chabrol y Éric Rohmer, desde que en 1962 empezaron a deteriorarse las relaciones personales y los vínculos de amistad entre los miembros de su “núcleo duro” 9. Cada uno de estos cineastas siguió desarrollando su obra cinematográfica por su cuenta, y Truffaut se encontraba con este film ante ciertas novedades respecto a sus trabajos anteriores: era una producción no francesa que dependía de la Universal, cuyo rodaje se llevaba a cabo en Inglaterra; por otro lado, el realizador galo no había trabajado nunca el género de la ciencia-ficción y era la primera vez que rodaba en color.

Para dotar a la película de esa atmósfera futurista, se recurre a la dirección artística (decorados, vestuario, mobiliario, etc.), donde el contraste de colores juega un papel destacado, y a efectos de montaje como fundidos en blanco y en rojo. Sin embargo, la concepción que tiene el cineasta de cómo enfocar los elementos de ciencia-ficción en el film distan mucho de los estereotipos habituales del género. Su propuesta busca un acercamiento a la realidad, como argumentaba en sus notas de rodaje: “ A decir verdad, Fahrenheit 451, que defraudará a los aficionados al género fantástico, es ciencia ficción al estilo de Les parapluis de Cherburg * . En lugar de una historia normal en la que se canta en lugar de hablar, tenemos una historia normal en la que está prohibido leer. Es más claro que el ‘agua', pero ¿acaso es tan clara el agua? (...) Aquí, en el caso de Fahrenheit 451, era cuestión de tratar una historia fantástica con familiaridad, haciendo banales las escenas demasiado extrañas y anormales las escenas cotidianas” 10.

Truffaut respeta la sociedad ficticia creada por Bradbury, pero centra su discurso en la cultura y la educación como base fundamental para la formación de las personas, dejando en un segundo plano los elementos futuristas (e incluso suprimiendo algunos) que arropan la historia. Es por ello que la atmósfera futurista recreada en el film posee, al mismo tiempo, un cierto aire retro, pasado de moda, consecuencia de la voluntad del director de querer mostrar una sociedad no tan irreal. Por otro lado, pese a poseer una puesta en escena en la que se reconoce claramente el “estilo Truffaut”, Fahrenheit 451 cuenta con una estructura narrativa y unos encuadres menos osados que sus predecesoras.

 

SOBRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

El 8 de septiembre de 1970, François Truffaut escribió una carta al presidente de la República francesa en la que denunciaba el embargo por parte de las autoridades del periódico La cause du peuple, dirigido por Jean-Paul Sartre, así como las detenciones por parte de la policía de vendedores y lectores poseedores de ejemplares de dicho periódico. En ella exponía: “ Nunca he llevado a cabo actividades políticas y tampoco soy más maoísta que pompidolista, puesto que soy incapaz de sentir nada por cualquier jefe de Estado.

Lo único que ocurre es que a mí me encantan los libros y los periódicos y soy muy partidario de la libertad de prensa y de la independencia de la justicia.

También resulta que he rodado una película titulada Fahrenheit 451 que describe, y condena, una sociedad imaginaria en la que el poder quema sistemáticamente todos los libros; por tanto, he querido unir en ella mis ideas de cineasta con mis ideas de ciudadano francés.

Por este motivo, el 20 de junio decidí ejercer como vendedor público del periódico La cause du peuple” 11.

La ausencia de libertad de expresión resulta más evidente en algunas sociedades, caso de dictaduras (cimentadas en la imposición social), que en otras, caso de democracias (fundamentadas en el pacto social). Mientras que en las primeras es una práctica habitual, no ocurre así en las segundas, ya que éstas permiten la existencia de una pluralidad de opiniones. No obstante, las democracias no son perfectas y en ocasiones ocurren casos como el denunciado por el propio Truffaut.

Fahrenheit 451, la temperatura a la que el papel de los libros empieza a arder, es la denuncia y condena de la censura y de la ausencia de libertad de expresión. Un poder que prohíbe los libros y, en consecuencia, la cultura bajo el supuesto pretexto del interés común esconde la manipulación y la voluntad de control de una población homogeneizada, una sociedad de individuos numerados en la que se cosifica al sujeto. Fomentar la ignorancia en las personas es el caldo de cultivo necesario para facilitar la instauración de un sistema totalitario que dicta las pautas de comportamiento de una sociedad caracterizada por la ausencia de modelos de pensamiento, y que, por tanto, no se cuestiona el poder que la manipula.

Quemar los libros, esos “más que objetos” a los que Truffaut les procesa amor desde pequeño, es destruir la pluralidad. Cada libro recoge los pensamientos y sentimientos de la persona que lo ha escrito. Su relación con el mundo, con la vida, su manera de entender la realidad queda expuesta, compartida y preservada con posterioridad a su existencia. La palabra escrita recogida en un libro es símbolo de individualidad: un libro es una persona.

En una de las secuencias más significativas del film, los bomberos acuden a la casa de una mujer mayor que oculta toda una biblioteca; una vez descubierta, éstos proceden a quemar los libros, pero en esta ocasión la rutina se ve alterada porque la mujer decide no abandonarlos y morir con ellos. Ella es víctima de una situación impuesta, de una opresión, del contexto que le ha tocado vivir; no obstante, toma una determinación y decide qué hacer. El suicidio, una posibilidad de actuación a título personal, resulta ser su opción. En esta ocasión (como ocurre con Montag) la individualidad se ha impuesto a la adversidad contextual y la ha vencido.

<< 1 2 3 4 >>

NOTAS Y REFERENCIAS

8Truffaut, op. cit., p. 234.

9 VV.AA.: La Nouvelle Vague. Sus protagonistas, Barcelona, Paidós, 2004; y Monterde, José Enrique: “De un tiempo y un lugar. Re trato de una generación”, en Heredero, Carlos F. y Monterde, José Enrique (eds.): En torno a la Nouvelle Vague. Rupturas y horizontes de la modernidad, Valencia, Institut Valencià de Cinematografia Ricardo Muñoz Suay, 2002.

10 Truffaut, op. cit., pp. 246, 319; Los paraguas de Cherburgo. 1963. Jacques Demy (N. del t.).

11 Truffaut, François: “Señor presidente”, en Truffaut, François: El placer de la mirada , cit., p. 278.