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Conclusión sobre la Trilogía

La Trilogía cinematográfica denominada El Señor de los Anillos la componen tres películas rodadas simultáneamente y estrenadas consecutivamente en tres años, algo que nunca antes se había hecho. Peter Jackson consagró siete años de su vida a la adaptación, abarcando no sólo el rodaje, sino el montaje, las localizaciones, el casting y el guión. Se llamaron a artesanos y herreros profesionales, jardineros y decoradores, así como a otros técnicos y especialistas para recrear el mundo de Tolkien. Varios actores de importancia, como Cate Blanchett o Elijah Wood fueron seleccionados, junto a secundarios de lujo como Christopher Lee, un entusiasta de la Tierra Media. El director neozelandés se implicó tan a fondo que confesó que nunca más se embarcaría en un trabajo de tanta envergadura, en el que no hay que olvidar que los efectos especiales eran responsabilidad de una empresa del director. Sin embargo, la ambición con la que se encaró el proyecto costó bastante más del ya abultado presupuesto, y supuso la entrada de dos productoras adicionales.

No obstante, el resultado está siendo positivo. Sólo con destacar que la saga de Harry Potter ha debido de modificar su estreno, para no coincidir como pasó en el 2001 y 2002, está todo dicho. El número de espectadores de la primera entrega fue superado ligeramente por la segunda, lo que era ya toda una garantía, pues se incumplía la regla general de que las segundas partes siempre flojeaban, quizá con la muy significativa excepción de El Padrino 2 (Francis Ford Coppola, 1974).

A este éxito han debido de contribuir -y mucho- la multitud de tolkinianos repartidos por todo el mundo, que mayoritariamente han aprobado la adaptación. Estos grupos de jóvenes -y no tan jóvenes- han funcionado como un gigantesco amplificador que ha llevado la fiebre de la Tierra Media y el Anillo Único a todos los rincones del mundo, facilitando y allanando la promoción y publicidad del producto, que ha encontrado un terreno abonado allá donde se había traducido la novela, que ha sido virtualmente en todas las lenguas, ya que además de un excelente relato de fantasía es una obra de aquilatado prestigio literario 3.

Las tres películas comienzan con sendas introducciones. En la primera se asiste al nacimiento del Anillo Único, la naturaleza de su poder, y su pérdida por Sauron. En la segunda asistimos al desenlace del combate -que había quedado en suspenso en la primera parte- de Gandalf y el Balrog de Moria. En la tercera, podemos ver cómo el Anillo aparece de nuevo y es robado por Sméagol, que se convierte en Gollum. Estas introducciones, características con frecuencia de las superproducciones, son todas espectaculares y cada una de ellas cumple un objetivo: en la primera, los espectadores pueden conocer la historia del Anillo, narrado por una voz femenina -Galadriel- que destila la esencia nostálgica del relato original:

- El mundo ha cambiado. Lo siento en el aire, lo siento en el agua. Lo huelo en el aire. Mucho se perdió entonces. Pero nadie vive ahora para recordarlo.

En la segunda parte, The Two Towers, en cambio, el énfasis de la introducción se pone en conectar con la primera parte, con una vista aérea de unos picos nevados, y mientras la cámara se acerca a sus laderas se oyen progresivamente altos los gritos de Gandalf en su lucha con el Balrog, el ruido de su enfrentamiento, y la imperiosa voz del mago que dice: "¡¡No puedes pasar!!". Y golpeando con su vara el puente de Khazad-Dum, se enfrenta al gigantesco demonio de sombra y fuego que es el Balrog, provisto de un peligroso látigo llameante.

La tercera parte, The Return of the King, se abre con una escena, en principio bucólica, de pesca en un río, y con la anécdota de un pez que arrastra a uno de sus captores hacia el fondo, donde se halla el Anillo, semienterrado por el lodo. Después vemos el envilecimiento del nuevo dueño de la joya, lo que nos presta el episodio que faltaba para recomponer la historia completa, en una andadura parecida a la del rifle de Winchester 73 (Anthony Mann, 1950).


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NOTAS Y REFERENCIAS

3.Tolkien, eminente lingüista y filólogo, dictó una serie de reglas de fonética para traducir su novela.