Para acometer este proyecto, el productor cinematográfico se lo encargó a Jaime Chávarri, tan aplaudido por la crítica por El desencanto y A un dios desconocido, películas de considerable importancia en los años 70, y que estaba en pleno montaje de Bearn o La sala de las muñecas, quien en seguida se puso manos a la obra. Como guionista había sido contratada Lola Salvador, que debía de concentrar en una película de hora y pico las tres horas de la versión teatral. Chavarri y Gil Parrondo, estuvieron recorriendo Madrid en busca de exteriores, lo que no resultó fácil:
El pobre Gil Parrondo (decorador y ambientador, Oscar de Hollywood) y yo estuvimos buscando las localizaciones con lupa como quien dice. No sólo las casas, también los pavimentos, los techos sin antenas... .3Que pudieron encontrar en las populares calles de Segovia y Príncipe de Anglona, la Costanilla de San Pedro y sobre todo la Plaza de la Paja. Además se tuvieron que cubrir algunas fachadas modernas, vaciar de coches las vías e incluso conseguir un tranvía, por lo que se decidió rodar en agosto, mes más adecuado para estos trabajos, en los que contaron con la colaboración del Ayuntamiento. El rodaje se extendió durante dos meses, una cantidad de tiempo relativamente larga para una producción española, pero que impuso la ambientación del paso de las estaciones con recursos como la gradación de iluminación.
El productor Matas, siempre tan bien relacionado, ultimó unos acuerdos con la Twentieth Century Fox, que garantizaban su distribución internacional, con el propósito de rentabilizar los cien millones que costó la cinta. Este hecho determinó un estreno multitudinario, con cerca de dos mil personas de la sala Capitol de Madrid. Acudieron entre otros, además de los principales intérpretes, representantes del cine, la cultura y la política, entre ellos: Pilar Miró, Javier Solana, Antonio Garrigues, Charo López, Fiorella Faltoyano, Eusebio Poncela, Pedro Masó, Luis García Berlanga, Cristina Marsillach y Joaquín Ruiz-Giménez. Los espectadores aplaudieron la obra varias veces, una de ellas cuando se desentraña el misterio de las cucharadas de lentejas.
Entre los actores destacan en su papel protagonista Agustín González, que había hecho el mismo papel -Luis- en la pieza teatral, Amparo Soler Leal, que da vida a su abnegada esposa Dolores, Gabino Diego como Luisito, que debutaba, y Victoria Abril, que compuso una alegre Manolita. En la obra teatral la historia estaba más centrada en el niño, y la puesta en pantalla añadió un cierto aire coral, que no deja de diferenciar ambas versiones.
