Monografia. Crisi, vulnerabilitat i nous imaginaris socials
Universitat Rovira i Virgili i Universitat Oberta de Catalunya
Introducció
La construcción del conocimiento en el campo de la salud mental, tanto en su dimensión etiológica como prospectiva, ha estado históricamente centralizada en los saberes expertos. Desde allí, se ha ido articulando una suerte de monólogo vertical (Martínez Hernáez, 1998) que adopta diferentes modos y variaciones, pero que de manera sistemática deja al margen toda producción de sentido que surja desde el conocimiento vinculado a la experiencia subjetivada del sufrimiento mental. En todo caso, el discurso desde la aflicción es incorporado y aceptado en tanto materializa la evidencia del síntoma, pero nunca como enunciador de una narrativa a partir de la cual puedan articularse propuestas de salud. El sujeto del diagnóstico es, para los sistemas médicos y sanitarios, enunciador del dolor o manifestante de una suerte de confusión que llevaría a un abordaje clínico determinado, pero no productor de un relato posible alrededor de la construcción o elaboración de una terapéutica propia. In extremis, suele permitirse y aceptarse aquella terapéutica enunciada por el sujeto, siempre que se constituya en tanto réplica asumida de las orientaciones clínicas expertas; nunca, aquella derivada de una subjetividad constructiva particular e individual. Toda esta situación o circunstancia, como ya hemos desarrollado en trabajos anteriores (Correa-Urquiza, 2010), está estrechamente vinculada a dos factores fundamentales que intentaré sintetizar a continuación.