7.5.4 Superficies de velocidad relativa nula

 

La ecuación (64.7) es una relación entre el cuadrado de la velocidad y las coordenadas del cuerpo infinitesimal referido a los ejes que giran. Por consiguiente, cuando se ha determinado la constante de integración C numéricamente, por las condiciones iniciales, dicha ecuación determina la velocidad con que el cuerpo infinitesimal se moverá en todos los puntos del espacio que gira; y, recíprocamente, para una velocidad dada, la ecuación (64.7) da el lugar de puntos del espacio relativo donde puede estar el cuerpo de masa infinitesimal.

En particular, si en (64.7) hacemos V = 0, nos queda

 

2 U= C

 

o teniendo en cuenta el valor de U:

                                                                         (69.7)

 

Pero, recordando que  G(ml + m2) = n2A3 con A=rl +r2,  podemos escribir (69.7) de la forma:

 

                        

 

y tomando A=1, ml +m2 =1, m2/(ml+m2) = v, ml/(ml+m2) = 1-v, finalmente:

 

                                                                               (70.7)

donde

                                              

 

Para un dado valor de C (70.7) será el lugar de puntos situados en la superficie representada por la misma fórmula (70.7) y para distintos valores de C tendremos el lugar de superficies en el espacio definidas por (70.7).

            La ecuación (70.7) define, para un dado valor de C los límites de las regiones en que el cuerpo de masa m3 puede moverse. Es evidente que estas regiones son aquellas para las cuales es 2U > C pues de lo contrario V2 sería negativo y resultarían valo­res imaginarios para la velocidad. Dicha ecuación reci­be el nombre de superficie límite de Hill y no nos dice nada acerca de las órbitas que la partícula describe en el espacio en que se puede mover. Para obtenerlas es preciso conocer otras integrales del problema.

Las superficies expresadas por la ecuación (70.7) corresponden a las superficies de potencial constante ya que 2U = C.

Puesto que en (70.7)    y y z   figuran sólo eleva­das al cuadrado, resulta que las superficies límites de Hill son simétricas respecto al plano xy y respecto al plano xz, y cuando v = 1/2 también con respec­to al plano yz (si v = 1/2 los puntos x1 y x2 es­tán situados simétricamente respecto al origen). Las superficies para   pueden  considerarse  como  deformaciones  de  aquellas  para  las cuales v = 1/2.

Para tener una idea aproximada de la forma de estas superficies estudiaremos la de las curvas que resultan al cortar por los planos de referencia.

La ecuación de las curvas de intersección de las superficies con el plano xy se obtiene haciendo z = 0 en (70.7) y de la fórmula es

                                                 (71.7)

 

Para valores muy grandes de x y de y que satisfagan esta ecuación, el tercer y cuarto términos no son demasiado importantes y la ecuación puede escribirse

                                                     

 

donde es una cantidad pequeña. Esta ecuación repre­senta un círculo de radio ; por consiguiente, una rama de la curva en el plano xy es aproximadamen­te un óvalo circular asintótico al cilindro de eje el eje z y radio en el interior del cual están contenidas las superficies. En efecto, cuando , la ecuación (70.7) tiende a convertirse en la x2 + y2 = C. Cuanto mayor sea C, mayores son los valores de x y de y que satisfacen la ecuación y más pequeño es , y el óvalo es más circular.

Para valores pequeños de x y de y que satisfa­cen (71.7) el primer y segundo términos son poco importantes y la ecuación puede escribirse

                                                          (72.7)

 

ecuación de la curva equipotencial para los dos centros de fuerza 1 - v y v. Si C es grande, se compone de dos óvalos cerrados alrededor de cada uno de los centros    1 – v y v  (a,b Fig. 5.7). Para valores pequeños de C estos óvalos tienen tendencia a unirse entre sí. Hay un valor determinado de C para el cual los óvalos que envuelven 1 - v y v se encuen­tran en un punto doble L2 en el cual tienen una tangente común. Si el valor de C se hace más pequeño, los óvalos se unen para formar una superficie única con un cuello estrecho, indicada por C en la Fig. 5.7, por donde es posible que la partícula escape de la proximidad de una de las masas finitas hacia la otra, pero todavía no es posible que escape a la otra región. Para un nuevo decrecimiento de C, la región interior encuentra a la exterior en un nuevo punto doble L3. Si C sigue decreciendo, se halla otro punto doble L1, mientras que el ensanchamiento del cuello en torno a L3 proporciona a la partícula de masa infinitesimal la posibilidad de salir de la región que envuelve las dos masas finitas (e en Fig. 5.7). Si el proceso de decrecimiento de C continúa, las regiones inaccesibles para la partícula m3 sobre el plano xy se encogen hasta quedar reducidas a dos puntos, L4 y L5 (f en Fig. 5.7).

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FIG. 5.7

 

En la Fig. 6.7 se representan simultáneamente todas las curvas que hemos ido considerando.

Para obtener las intersecciones de las superficies con el plano  xz  haremos

 y = 0 en la ecuación (70.7), con lo que obtendremos

 

 

                                                         (73.7)

 

 

image252

FIG. 6.7

 

   

image253

FIG. 7.7

 

Para valores muy grandes de x y de z que satisfagan esta ecuación, el segundo y tercer términos no son muy importantes y podremos escribir

 

que es la ecuación de un par de rectas paralelas al eje z. Cuanto mayor sea C mayor es el valor de x que para un dado valor de z satisface la ecuación y menor es el valor de . Las rectas que corresponden al valor máximo de C son generatrices del cilindro asintótico. Para valores pequeños de x y de z que satisfagan la ecuación (73.7) podernos escribir

 

                                                           (74.7)

 

Volvemos a encontrar la ecuación de las curvas equipotenciales que tienen las mismas propiedades que las anteriores. Por consiguiente, la forma de las curvas en el plano xz es cualitativamente la dada en la Fig. 7.7, donde los números 1, 2, ... indican las curvas que corresponden a distintos valores decrecientes de C.

image254

FIG. 8.7

 

image255

FIG. 9.7

 

Haciendo x = 0 en la ecuación (70.7) obtenemos la ecuación de las curvas de intersección de las superficies y el plano yz, esto es:

                                                              (75.7)

 

Para valores muy grandes de y y de z que satisfagan la ecuación (75.7) el segundo y tercer términos son poco importantes y podemos escribir

                                                         

 

que es la ecuación de un par de líneas próximas a las generatrices del cilindro asintótico y que se aproximan a él cuando C aumenta. Si 1 – v es mucho mayor que v, el valor numérico de x2 es mucho mayor que el de x1; por consiguiente, para pequeños valores de y y de z que satisfagan (75.7) dicha ecuación se podrá escribir

 

 

 

que es la ecuación de un círculo de radio tanto mayor cuanto menor sea C. La forma de las curvas en el plano yz es cualitativamente la representada en la Fig. 8.7, donde los números 1,2,... indican, como antes, las curvas que corresponden a distintos valores decrecientes de C.

 

 

Es evidente, después del estudio efectuado, que las superficies de Hill para distintos valores de C consistirán, si C es grande, de dos superficies cerradas, aproximadamente esféricas, que envuelven cada una de las masas finitas, metidas dentro de un conjunto de superficies que cuelgan a modo de cortinas de un cilindro asintótico simétrico con respecto al plano xy; conforme el valor de C va disminuyendo, las superficies esféricas se van expan­diendo y acercando una a la otra hasta unirse para después, formando ya una sola superficie y para valores de C todavía más pequeños, encontrarse con las “cortinas”, estando los primeros puntos de contacto en el plano xy. Para valores de C suficientemente pequeños, las superficies constan de dos partes simétricas respecto al plano xy, sin puntos comunes. En la Fig. 9.7 damos un esquema simplificado de la forma de estas superficies.

Hallada la forma de las superficies de Hill, podemos ver en que regiones del espacio relativo se puede mover la partícula de masa infinitesimal. La ecuación (64.7) nos da el cuadrado de la velocidad y ya hemos dicho que para que la velocidad sea real debe ser 2U > C. Si esto ocurre en el interior de una superficie cerrada ocurrirá en cualquier otro punto interior a ella ya que la función cambia de signo solamente en una superficie de velocidad relativa cero (2U = C).

Es evidente que podemos tomar un punto tan cerca de 1 - v o de v, o lo que es lo mismo, ρ1 o ρ2 tan pequeños que por grande que sea C, se verifique que 2U > C; en este caso el movimiento será real en el interior de una de las dos superficies esferoidales cerradas que envuelven las masas finitas o, si C no es tan grande, en la superficie cerrada que envuelve las dos masas finitas. Por otro lado, en la ecuación (64.7) podemos tomar x e y suficientemente grandes para que, por grande que sea C, se verifique que 2U > C, en cuyo caso la partícula de masa infinitesimal estará muy alejada de las masas finitas y el movimiento será real en el espacio exterior.

 

Veamos una aplicación de lo estudiado al caso del movimiento de la Luna alrededor de la Tierra: Si se supone la órbita de la Tierra circular y la masa de la Luna infinitesimal, se demuestra, calculando el valor de C, que la Luna se mueve en el interior de una superficie cerrada esferoidal que envuelve la Tierra. Por consiguiente, la Luna no puede atravesar esta superficie de velocidad cero y en consecuencia no puede alejarse indefinidamente de la Tierra. Basándose en esta propiedad Hill demostró que la distancia de la Luna a la Tierra tiene un límite superior.

 

            7.5.5 Puntos dobles de las superficies V = 0

 

Se deduce de la expresión general de las superfi­cies de velocidad relativa nula que los puntos dobles que presentan cuando C disminuye están todos en el plano xy. Por consiguiente, es suficiente para su estudio considerar la ecuación de las curvas en el plano xy (ver 71.7). Como hemos visto, hay tres puntos dobles en el eje x que aparecen cuando los óvalos que circundan las masas finitas para un determinado valor de C se tocan (L2) y para otros valores de C tocan la curva exterior que los incluye (L1, L3); hay otros dos puntos dobles que aparecen cuando, para un valor de C muy pequeño, las superficies se encogen hasta desaparecer del plano xy en los dos puntos (L4, L5) que forman triángulo equilátero con los puntos ocupados por las masas finitas. Estos cinco puntos dobles reciben el nombre de puntos de Lagrange y están relacionados con importantes propiedades dinámicas del sistema.

Escribamos la ecuación (71.7) en la forma

                                                           (76.7)

 

Las condiciones para que presente puntos dobles son:

                                                               (77.7)

 

pero los primeros miembros de estas ecuaciones repre­sentan las derivadas de

                                                                             (78.7)

 

por consiguiente, recordando (62.7) y tomando n = 1 podemos escribir

                                                                                                    (79.7)

 

            Las expresiones  y  son propor­cionales a los cosenos directores de la normal a cualquier punto ordinario de las curvas y puesto que e  son nulos en las superficies de velocidad nula se deduce que las direcciones de la acelera­ción o líneas de fuerza efectiva son ortogonales a las superficies de velocidad relativa nula. Por consiguiente, si un cuerpo de masa infinitesimal se coloca en una superficie de velocidad relativa nula, empezará su movimiento en la dirección de la normal; pero, en un punto doble el sentido de la normal resulta ambiguo, de aquí que puede suponerse que si este cuerpo de masa infinitesimal fue colocado en uno de estos puntos, en él permanecerá relativamente en reposo.

Las condiciones impuestas por (76.7) y (77.7) suponen también teniendo en cuenta (79.7) que  e  son nulas. Por tanto, si el cuerpo de masa infinitesimal se coloca en un punto doble con velocidad relativa nula, sus coordenadas verifican idénticamente las ecuaciones diferenciales del movimiento y permanecerá siempre relativamente en reposo a menos que sea perturbado por fuerzas exteriores al sistema considerado.

Sean las ecuaciones (77.7) la segunda de las cuales se satisface para y = 0. Los puntos dobles sobre el eje x vendrán determinados por las condiciones

                                                         (80.7)

 

Es fácil ver que el primer miembro de la primera ecuación, considerado como una función de x, cambia de signo una sola vez entre  y x2, entre    x2 y x1    y entre xl y . Por consiguiente hay tres puntos dobles sobre el eje x en dichos intervalos. Designémosles por L1, L2 y L3, respectivamente.

Supongamos  que  la  distancia  entre  v y el punto doble Ll es ρ. Entonces, x - x2 = ρ, x - x1 = ρ1 = 1 + ρ, x = 1 - v + ρ. La ecuación que estamos considerando se puede escribir, sustituyendo todos los términos en función de ρ y quitando denomi­nadores, de la forma

                                                  (81.7)

 

ecuación con una sola raíz real positiva ya que sólo presenta una variación en el signo de sus coeficientes. El valor de esta raíz depende de v. Si  = 0, obtenemos

                                                 

 

ecuación que tiene la raíz triple ρ = 0 y otras dos imaginarias conjugadas. Si v  0, para un valor dado de  suficientemente pequeño, tres raíces de la ecua­ción (81.7) se pueden expresar por medio del desarrollo en serie de potencias de v1/3

                                                                                   (82.7)

 

correspondiendo al valor real de v1/3 un valor real de ρ y a los dos valores complejos de v1/3 dos va­lores complejos de ρ. Sustituyendo el valor de ρ da­do por (82.7) en (81.7) e igualando a cero los coeficientes de las distintas potencias de    v1/3, se halla:

                                             

 

Por consiguiente

                                                               (83.7)

 

Representemos  ahora  por  ρ  la  distancia  de  v  al punto doble L2.  Ahora xx2 = - ρ,  xx1 = ρ1 = 1 - ρ,  x = (1- v) - ρ. Por tanto, la primera ecuación de (80.7) resulta:

                                                  (84.7)

 

Resolviéndola como en el caso anterior se halla:

                                                               (85.7)

 

Finalmente llamemos 1 - ρ a la distancia entre 1 - v y el punto doble L3. En este caso tendremos x - x2 = -2 + ρ, xx1 = -1 + ρ, x = -v - 1 + ρ  y la primera ecuación de (80.7) se escribirá

                   (86.7)

 

Si v = 0           esta ecuación resulta

                                     

 

que tiene una raíz simple ρ = 0. Si v  0, ρ se puede expresar por medio de un desarrollo en serie de potencias de v que converge para valores de v suficientemente pequeños:

                                                                                    (87.7)

 

Sustituyendo este valor de ρ en (86.7), operando e igualando a cero los coeficientes de las distintas potencias de v, hallamos

                                       

 

con lo cual

                                                                                       (88.7)

 

Para hallar los puntos dobles L4 y L5 situados fuera del eje x consideremos otra vez las ecuaciones (77.7). Puesto que ahora es y  0, podemos dividir por y la segunda ecuación, obteniendo

                                                                                                  (89.7)

 

Multiplicando (89.7) primero por x - x2 y después por x - x1 y restando cada uno de los productos resultantes, separadamente, de la primera de (77.7), se obtiene

                                                                                        (90.7)

 

Pero, x2 = 1- v, x1 = -v  y  x2 - x1 = 1; por tanto, las ecuaciones (90.7) se reducen a

                                                                                                           (91.7)

 

siendo las soluciones reales de (91.7) ρ1 = ρ2 = 1. Por consiguiente, los puntos L4 y L5 forman sendos triángulos equiláteros con los cuerpos de masa finita.

 

 

           7.5.6     La estabilidad de los puntos de Lagrange

 

Hemos hallado cinco soluciones particulares del movimiento del cuerpo de masa infinitesimal. Si dicho cuerpo se desplaza un poco de uno de los puntos de Lagrange debido a alguna perturbación producida por alguna causa distinta de la atracción de las dos masas finitas, puede ocurrir que adquiera una velocidad tal que salga despedido alejándose rápidamente del punto de Lagrange o que la velocidad que adquiera sea tal que haga que se quede oscilando en torno a dicho punto. En el primer caso decimos que la solución es inestable y en el segundo caso que estamos ante una solución estable.

 

Supongamos que la posición de un punto de Lagrange en el sistema de coordenadas que gira es (x0, y0) y representemos por (x0 +, y0 +, ) la posición del cuerpo de masa infinitesimal cuando se ha desplaza­do respecto al punto de Lagrange con una velocidad . Sustituyendo los valores de la posición y la velocidad en las ecuaciones del movimiento (62.7) para n = 1 y desarrollando en serie obtendremos:

                                          (92.7)

 

donde el subíndice 0 indica el valor de las derivadas en el punto (x0, y0, z0).

 

Si los desplazamientos , ,  son pequeños podemos despreciar los términos del desarrollo a partir del segundo grado en , ,  y escribir las relaciones (92.7) en la forma

                                                                        (93.7)

 

donde, tanto las derivadas  como U se calculan para el punto de Lagrange (x0, y0, z0).

Consideremos, de momento, que nos situamos en el plano xy. Tendremos:

                                                                                     (94.7)

 

sistema de ecuaciones diferenciales lineales a coefi­cientes constantes cuya solución general es

                                                                               (95.7)

 

donde las αi son constantes de integración, las βi son constantes que dependen de ellas y de los coefi­cientes que aparecen en (94.7) y las λi son raíces del determinante característico

                                                                                    (96.7)

 

cuyos elementos son los coeficientes de α y β en las ecuaciones que se obtienen al sustituir en (94.7) las soluciones de la forma

                                                        

 

            Si todas las soluciones λi obtenidas de la ecuación (96.7) son imaginarias puras,  e  se expresan mediante funciones periódicas estables en las proximidades de (x0, y0, z0). Si algunas de las solucio­nes λi son reales o complejas,  e  crecen con el tiempo y la solución es inestable.

Puede suceder que algún término de (95.7) sea constante (λi = 0). En este caso, si el resto de las λi son imaginarias puras, la solución es también es­table.

Recordemos que  con

                                      

 

y hagamos

                                     

 

hallaremos:

                                                     (97.7)

 

            En las soluciones L1, L2, L3 es y0 = z0 = 0 de modo que

                                             

 

Por consiguiente, por una parte

                                                  

 

y por otra, las ecuaciones del movimiento para un pequeño desplazamiento se reducen a

                                                                                           (98.7)

 

La tercera ecuación es independiente de las otras dos. Su solución es

                                           

 

que nos dice que la oscilación en la dirección de z es finita y pequeña con periodo .

Sustituyendo los valores de Uxx, Uyy y Uzz en el determinante (96.7) y operando, obtenemos

                                                                       (99.7)

 

A cada punto alineado de Lagrange corresponderá un valor de A; por tanto, tendremos tres ecuaciones en λ, una para cada uno de los puntos L1, L2, L3, de la forma (99.7). Se puede probar que para valores pequeños de v y, para cualquiera de las tres A se verifica:

                                                     

 

            En consecuencia, la ecuación bicuadrada (99.7) considerada como en λ2 tiene dos raíces reales opuestas y la ecuación en λ4 tendrá cuatro raíces, dos reales y dos imaginarias conjugadas siendo las raíces de cada par iguales en valor absoluto pero de signos opuestos. Luego, las soluciones correspondientes a los puntos alineados son inestables. Sin embargo, escogiendo convenientemente los valores iniciales de x’, y’ y z’ el movimiento puede llegar a ser periódico, moviéndose el cuerpo de masa infinitesimal alrededor del punto de Lagrange en una trayectoria elíptica. De todos modos, en general, el caso colineal debe considerarse inestable.

            Sea ahora las soluciones en triángulo equilátero que dan los puntos de Lagrange L4 y L5. En este caso  z0=0. Tomando el punto L4 tenemos, sustituyendo en (97.7) y recordando que xl  = - v,  x2  = 1 - v:

                                                                  (100.7)

 

Las ecuaciones del movimiento para un pequeño desplazamiento resultan ser:

                                                                        (101.7)

 

Observamos que también en este caso la oscilación en la dirección de z’ es estable, viniendo dada por

                                                

 

donde C3 y C4 son constantes de integración, siendo el periodo .

Sustituyendo los valores (100.7) en la ecuación (96.7) y operando se obtiene

                                              

 

La condición para que las cuatro raíces de esta ecuación bicuadrada sean imaginarias puras, conjugadas dos a dos, es que

                                                   

 

                            Si hacemos

                                                    

 

obtenemos la ecuación

                                                 

 

cuyas soluciones son

                                                   

 

Recordando que , tomaremos la raíz que corresponde al signo menos.

Cuando sea  = 0, será v = 0.0385. Por tanto, para que el punto de Lagrange sea estable debe ser

                                                                                                         (102.7)

 

            El razonamiento que hemos hecho se puede aplicar sin más que tomar  , , z = 0, al punto L5. Por tanto, si se satisface la condición (102.7) existen alrededor de L4 y L5 cuerpos de masa infinitesimal que describen órbitas periódicas.

 

Aplicación al Sistema Solar: Después de haberse hallado las soluciones en línea recta y en triángulo equilátero del problema de los tres cuerpos que acabamos de exponer, se creyó durante algún tiempo que eran meras soluciones matemáticas, muy interesantes pero que no tendrían nunca aplicación astronómica ya que parecía muy improbable que pudieran existir tales formaciones en la naturaleza. Sin embargo, tales soluciones se dan en el Sistema Solar. En efecto, si tomamos como masas principales m1 y m2 el Sol y Júpiter, respectivamente, se verifica que  de modo que se satisface la condición de estabilidad (102.7), hallándose alrededor de los puntos L4 y L5 dos grupos de asteroides (Troyanos y Griegos) en oscilación, proporcionando cada uno de ellos con el Sol y Júpiter un ejemplo de solución en triángulo equilátero.

            Por otra parte, Kordelewski sugirió que en el sistema Tierra-Luna los puntos L4 y L5 están ocupados por partículas meteóricas que aparecen, en muy buenas condiciones de visibilidad, como unas ténues nebulosidades. Otro ejemplo lo tenemos en el descubrimiento por parte del Voyager 1 en su viaje hacia Saturno: El satélite Dione B Helena orbita a la misma distancia de Saturno que de Dione oscilando alrededor de un punto avanzado 60º con respecto a Dione.

Con respecto a las soluciones en línea recta, si m1 y m2 son el Sol y la Tierra, respectivamente, en el punto de Lagrange L3, opuesto al Sol, aparece una débil luminosidad visible después de la puesta del Sol en el plano de la eclíptica. El fenómeno recibe el nombre de “Gegenschein” y se cree que es debido a la iluminación por el Sol de una acumulación de partículas meteóricas en el citado punto de Lagrange.

 

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