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El interés de Saura en Borges no es nada nuevo, ni mucho menos trivial. En 1991 Saura se traslada a Buenos Aires para rodar El Sur, una aproximación personal al mundo de Borges. Se trata de un capítulo, realizado para televisión, de la serie Cuentos de Borges . “El Sur” es uno de los relatos más célebres del escritor argentino. Está incluido en la colección Ficciones (OC I, 1944) y cuenta la historia de un hombre que, tras un accidente, sufre una grave lesión en el cerebro. Es la historia de Juan Dahlmann, figura del ciudadano bonaerense culto y refinado, supuestamente la antítesis de otra imagen de signo nacional, la del gaucho, con quien después se identificaría. Durante la intervención quirúrgica, hecha a vida o muerte, el protagonista sueña. El desdoblamiento del personaje en la vivencia de dos espacios –uno supuestamente exterior: el de la ciudad y la llanura campestre, y otro interior: el de sus sueños en la habitación del hospital– termina borrando los estatutos ontológicos de lo real y de lo ficticio. El relato concluye presentando al protagonista ante la aceptación fatal de un duelo a cuchillo, destino que él hubiera elegido por encima de su lucha por la vida en el hospital.
Si en El Sur Saura pretende inicialmente llevar a la pantalla el relato de Borges del mismo nombre, en Tango tan sólo intenta incorporarlo de manera original y alusiva: dos navajas, un duelo. Aquí la magia y la tensión de la escena giran con la cámara, apenas rozando el silencio, mientras brilla en el metal empuñado, y a dúo en las miradas de los contrincantes, la danza del reto. Las alusiones al desenlace de “El Sur” se incorporan en el duelo de navajas que interpretan dos de los personajes en Tango. Se trata de una escena que, indudablemente, se engarza con la narrativa de la película, pero que posee un valor y una autonomía tales que bien puede ser, toda ella, un tributo deliberado y simbólico al célebre cuento del maestro argentino. No es la primera vez, tanto en la obra de Saura a través del baile, como en la de Borges, que las armas blancas adquieren un protagonismo inquietante y simbólico.5En Carmen aparece en momentos de alta tensión dramática: inicialmente en la escena de La Farruca –cuando la bella gitana invita a un duelo a su rival– y en la escena final, cuando muere al filo de una navaja en los brazos, por ella rechazados, de su amante.
Canta Borges en “La Recoleta,” poema incluido en Fervor de Buenos Aires: “Vibrante en las espadas y en la pasión / y dormida en la hiedra, / sólo la vida existe” (OP 29). Es una vida simulacro, ficción, pero llamada al duelo y al arte. Es un destino romántico el elegido por los protagonistas de estas historias –tanto en el relato de Jorge Luis Borges como en el de Mérimée/Bizet/Saura; un destino al que se ven arrojados, pero que anticipan y aceptan sin vacilación.