Junto a los largos en competición para la Sección Oficial y "Punto de Encuentro", también estuvieron presentes los cortometrajes. Destacamos la ganadora Ryan, de Chris Landreth, que combina la técnica de animación y la imagen real, y el elaborado por Antonioni en tono a la mirada de su tocayo Buonarroti a partir de algunas de sus esculturas. Si en años anteriores fueron Polonia o Bélgica los países invitados a mostrar su más reciente cine nacional, este año ha correspondido el turno a Suiza, con 15 largometrajes y otros tantos cortos: en líneas generales, se presentó como un cine en continua transición, en conexión con el mundo circundante y con el lenguaje publicitario y televisivo. La Escuela de Cine de Moscú, primera del mundo al ser creada en 1919 tras el triunfo de la Revolución de Octubre, ofreció un muestrario de 17 prácticas elaboradas entre 1958 y 2002 por autores de renombre como Tarkovski o Mihalkov. En el apartado de documentales, llegó la tercera entrega que recogía las aportaciones de Austria, España, Irlanda, Luxemburgo y la República Checa. Por último, destinada sobre todo a los periodistas extranjeros acredidatos, la Sección "Spanish Cinema" dio cabida –en versión subtitulada en inglés– a una selección de cine español actual, con títulos como Héctor (Gracia Querejeta), La flaqueza del bolchevique (Manuel Martínez Cuenca), El séptimo día ( Carlos Saura) o La mala educación (Almodóvar), entre otros.
En definitiva, muchas películas y un buen puñado de cine de muchos quilates, avanzadilla de lo que las Bodas de Oro pueden ofrecernos en la próxima edición. Esperemos que no defraude.