Con la publicación de El cine del nuevo siglo (2001-2003), José María Caparrós Lera reabre un ciclo que se había iniciado con la trilogía dedicada a las películas más significativas de los noventa. El nuevo período que se inaugura coincide con el comienzo de un nuevo siglo y, además, con el de un nuevo milenio, circunstancia que no deja pasar el historiador a la hora de realizar su balance.

Estructurada la obra en tres partes, una para cada año a los que va dedicada, la introducción sirve para resumir los títulos esenciales del 2003 y, paralelamente, trazar una panorámica de las principales líneas creativas observadas por el autor en el principio del siglo XXI.

Una vez recorrido un trienio de la nueva década, el profesor Caparrós considera que existen indicios suficientes que permiten señalar algunas de las nuevas tendencias que presenta el universo del celuloide. En el aspecto sociológico, cabe destacar el hecho de que las nuevas generaciones han adquirido hábitos radicalmente diferentes a la hora de visionar los filmes. Precisamente el aludido celuloide está cediendo su lugar como soporte de la obra fílmica a otros medios y formatos, como son la televisión, los videojuegos o Internet. Se sigue consumiendo productos audiovisuales en grandes cantidades, pero los hábitos de este consumo están sustituyendo el tradicional escenario público de la sala de cine por otros ámbitos más individualizantes.

En lo que se refiere a la vertiente creativa, José María Caparrós destaca también algunos aspectos interesantes que indican que no se está produciendo únicamente una importante modificación en la forma de ver cine, sino que esta mutación también afecta a los contenidos por los que el nuevo público muestra su preferencia. No parece casual que el repaso a las nuevas líneas de creación se abra con una referencia al cine oriental -concretamente a la película Dolls, del nipón Takeshi Kitano-, cuya estética, a juicio del autor, paulatinamente se está situando por encima de la media occidental. Por otro lado, no es sólo en los aspectos formales en los que las cinematografías japonesa, china, iraní o india ganan terreno, sino que el compromiso de sus cineastas con la idiosincrasia y las tradiciones de ese mundo oriental también les sitúa hoy en día en la vanguardia del Séptimo Arte.

Paralelamente al favor del público por la estética y los contenidos venidos de Oriente, en los últimos años se ha producido un auge en el género documental; auge que parece coincidir con una mayor demanda de realismo por parte de las nuevas generaciones. Esta preferencia se ha visto concretada en títulos como Bowling for Colombine, La Casita Blanca. La ciudad oculta o La pelota vasca. La piel contra la piedra, todos ellos filmes que han gozado del favor de los espectadores hasta un nivel años atrás insospechado para el género.

Volcado en el marketing y en la subsiguiente promoción de sus inacabables sagas -Matrix, Terminator-, así como en la búsqueda de efectos visuales que capten la atención de los más jóvenes, el cine norteamericano sigue acaparando horas de proyección en las salas de todo el mundo, aunque la crisis de contenidos también parece haberse acentuado con la llegada del nuevo milenio. No obstante, el circuito off-Hollywood, representado por los cinemas indie y chicano, y por autores más o menos independientes, como Woody Allen, viene a cubrir parcialmente el vacío de contenidos dejado por la vertiente más comercial del arte fílmico en los Estados Unidos.

Por lo que se refiere al cine español, la recurrente crisis parece que preocupa cada vez más a los exhibidores, pues el descenso de espectadores en las salas, unido a la proliferación de los home-cinema y el visionado de películas por Internet, está comenzando a resultar preocupante para una industria que, pese al impulso comercial que recibe ocasionalmente por parte de sus autores más internacionales, parece no poder abandonar el sempiterno estado de precariedad en que se encuentra. Como acertadamente señala Caparrós, el año que no estrenan Almodóvar, Amenabar o Segura, la taquilla nacional se resiente de forma considerable.

Las panorámicas dedicadas al cine europeo, al cine latinoamericano y a otras vertientes del cine contemporáneo vienen a completar el sugestivo análisis que el autor traza sobre las líneas creativas más notables de este primer trienio. Las otras dos partes de El cine del nuevo siglo (2001-2003) están integradas por una selección de críticas de filmes estrenados en los años respectivos. Se trata de críticas realizadas en función del estilo conceptual seguido por el profesor Caparrós Lera, es decir, redactadas a los pocos días del estreno, con profusión de datos sobre el rendimiento en taquilla, espectadores y posibles premios de los filmes, y a menudo completadas con comentarios realizados por los propios directores de las películas analizadas o por prestigiosos representantes del mundo de la crítica.

El emotivo prólogo a cargo de José Maria Sesé, hoy profesor de Historia del Cine en la Universidad de Murcia y antiguo Decano de Humanidades en la Universidad de Piura (Perú), discípulo de Caparrós, viene a atestiguar que el autor de la obra que nos ocupa ha creado escuela y que su influencia ha traspasado las fronteras de la Universidad de Barcelona, en la que hace más de dos décadas imparte docencia en la materia de Historia Contemporánea y Cine.

 El cine del nuevo siglo (2001-2003) es, en definitiva, algo más que un anuario de estrenos. En base a su conocimiento de las relaciones cine-historia, José María Caparrós avanza en esta obra lo que serán los nuevos rumbos del Séptimo Arte en la presente década, al mismo tiempo que analiza, desde el rigor de una perspectiva humanística bien documentada, los contenidos de las principales películas estrenadas en el primer trienio del siglo.

Tan solo destacar, por último, que el autor parece tener muy claro que para mantenerse en la vanguardia de cualquier disciplina hay que adaptarse a los nuevos tiempos, pues no en vano en lugar de haber sido publicadas en prensa, las críticas que aparecen en El cine del nuevo siglo (2001-2003) han servido de base para un diálogo abierto y espontáneo que el profesor Caparrós Lera ha venido manteniendo con los espectadores en los últimos años, a través de un chat semanal difundido por Internet.

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