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T.
O.: Kamchatka. Producción: Patagonik (Argentina, 2002).
Productores: Cecilia Bossi y Ricardo García Arroyo. Director:
Marcelo Piñeyro. Guión: Marcelo Figueras y Marcelo Piñeyro.
Fotografía: Alfredo Mayo. Música: Bingen Mendizábal.
Montaje: Juan Carlos Macías. Intérpretes: Ricardo Darín
(Padre), Cecilia Roth (Madre), Matías del Pozo (Harry), Héctor
Alterio (Abuelo), Milton de la Canal ("El Enano"), FernandaMistral
(Abuyela), Tomás Fonzi (Lucas). Color - 104 min. Estreno en España:
29 Noviembre 2002.
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Kamchatka,
península del extremo oriental de Siberia, se convierte en este
film en una metáfora del lugar donde resistir. Y ese, para la
familia protagonista, es cualquier sitio en el que puedan permanecer
unidos, durante los primeros días de la dictadura argentina del
general Videla.
Entre
1976 y 1983, Argentina sufrió las consecuencias de un régimen
militar inédito por la escala y la naturaleza de la violencia
a la que apeló. La Junta Militar inició lo que llamó
"una revolución regeneradora", basada en una política
de exterminio "justificada" en la supuesta y concurrida "amenaza
comunista". Secuestros, interrogatorios y torturas que, en la mayoría
de casos acababan en asesinatos, entraron a formar parte de la vida
cotidiana argentina. La infraestructura represiva era altamente descentralizada,
lo que permitía al gobierno negar toda responsabilidad en la
violación de los derechos humanos. Por otra parte, las actividades
de la maquinaria represiva fueron fundamentalmente secretas, con lo
cual resultaba muy difícil establecer el número de víctimas;
éstas pasaron a formar parte de una categoría por la que
Argentina se hizo tristemente famosa: "los desaparecidos",
aquellos de los que nunca se volvió a saber nada. Sobre el alcance
de esta política criminal podemos hacernos una idea recordando
las palabras del general Videla: "un terrorista no es sólo
el portador de una bomba o una pistola, sino también el que difunde
ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana".
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Con
la instauración del sistema democrático, algunos cineastas
han querido recuperar la memoria de una etapa de la historia que las autoridades
han decidido olvidar: Rodolfo Kuhn con El señor Galíndez
(1983), Luis Puenzo con La historia oficial (1984), Héctor
Olivera con La noche de los lápices (1986), Marco Bechis
con Garage Olimpo (1999), Manane Rodríguez con Los pasos
perdidos (2001), Fito Páez con Vidas privadas (2001),
Christopher Hampton con Imagining Argentina (2002).
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Marcelo
Piñeyro, tras realizar la producción ejecutiva de La
historia oficial (Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa),
debutó como director con Tango feroz (1992). A ella le
siguieron Caballos salvajes (1995), Cenizas del Paraíso
(1997) y Plata quemada (2000). En Kamchatka nos vuelve
a hacer sentir con su particular rescate de la Historia, tan a menudo
desterrada al olvido, en esta ocasión, la dictadura militar es
tan sólo el marco que permite a Piñeyro hablarnos de amor,
amistad, vínculos familiares
; sentimientos, en definitiva.
Kamchatka no es una película política. "Era arriesgado
hacer otra película sobre la dictadura", dice el director,
"porque la gente no está predispuesta a revivirla más
en el cine. Pero yo estaba convencido de que había que buscar
un punto de vista distinto para contarlo. En toda la película
la dictadura está en off. Nunca es el centro del relato,
sino sus consecuencias en unas personas válidas y honestas. Esta
historia era necesaria".
Será
la inocente mirada de Harry (Matías del Pozo), un niño
de diez años, la que nos cuente cómo transcurrieron los
últimos días en que su familia pudo permanecer unida.
El desconcierto de Harry empezará cuando su madre (Cecilia Roth)
lo saque precipitadamente del colegio, abandonen Buenos Aires sin recoger
sus cosas y se instalen en una casa de campo aislada. En su nuevo hogar,
como un juego, estará prohibido utilizar el teléfono y,
además, se cambiarán los nombres. Será un juego
muy misterioso. Comenzará una nueva vida para Harry en la que
dedicará su tiempo a su serie de televisión favorita,
Los Invasores (posible metáfora de los militares), a la lectura
del libro titulado Houdini, el mayor escapista de todos los tiempos
(posible metáfora del intento de escape que está viviendo
su familia), cuyo protagonista se convertirá en su héroe,
y a las partidas de Táctica y Estrategia de Guerra (popular juego
de mesa en la Argentina de los años setenta, sobre la conquista
de países) que compartirá con su padre (Ricardo Darín),
siempre vencedor, excepto en la última partida, en la que se
producirá un estancamiento en la península siberiana de
Kamchatka. Estos entretenimientos no serán suficientes para que
el niño no se dé cuenta de que algo extraño está
pasando.
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La
llegada a la casa de un joven que dice llamarse Lucas (Tomás
Fonzi) será otra sorpresa misteriosa por la que Harry tendrá
que pasar. Lucas introducirá en la película un nuevo sentimiento:
la amistad. A pesar del inicial rechazo del niño hacia el joven,
éste, con sus persistentes intentos de acercamiento hacia Harry,
se convertirá en su único amigo. El personaje de Lucas
será un reflejo del cineasta quien, en aquellos años del
régimen militar, pasó unos días refugiado en una
casa similar a la del film, junto a una familia de la que jamás
volvió a saber.
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"El
Enano" (Milton de la Canal), hermano pequeño de Harry, será
quien mejor se adapte a su nueva vida. La confusión entre "El
Santo", su héroe televisivo preferido, y los santos, le
facilitará la integración en un nuevo colegio católico,
en el que no serán inscritos, gracias a la colaboración
de un cura defensor de la libertad.
Los padres serán los que soporten
con total entereza el peso de las circunstancias. Desde sus respectivos
despidos del trabajo hasta enterarse de la caída de sus amigos,
mantendrán siempre la alegría en sus rostros. Los juegos,
las bromas, las caricias hacia sus hijos estarán presentes en
todo momento, ocultando su angustia, para construir de cara a los niños
una forma de normalidad. No hay oportunidad para las lágrimas
cuando ellos están juntos, aunque, desde el primer instante de
la película sabes (por su estructura elíptica) que no
hay esperanza, que no podrán esconderse eternamente y que nadie
irá a rescatarlos. Será esa desesperanza la que se convierta
en la fuerza sentimental que la familia necesita para resistir. A pesar
del optimismo que demuestran los padres, Harry será consciente
con el paso de los días de que las circunstancias que está
viviendo son peligrosas. Así se lo desvelará a su abuelo
(Héctor Alterio) en una visita que servirá para que éste
y su padre, representantes de generaciones divididas, estrechen unos
lazos que serán vitales para el futuro.
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Poco
tiempo después, acorralados por el enemigo invisible, se producirá
la separación definitiva de la familia. En cualquier país,
las mejores ideas, los mejores sentimientos, las mejores personas serán
perseguidas hasta el exterminio. Los padres dejarán a los niños
al cuidado de sus abuelos y, fuertes en su dolor, "huirán",
sin escape, tras una breve despedida con sus hijos. Lo último que
Harry recordará de su madre será el papel de su paquete
de tabaco en el que dibujó un montón de corazones. El último
recuerdo de su padre, unas palabras que le inculcarán la resistencia
moral: "Kamchatka es el lugar donde resistir". Harry no volverá
a ver a sus padres, pero lo mejor de ellos, sus ideas y sentimientos,
tomarán el relevo en él. La canción "Palabras
para Julia" será el broche de oro más acertado.
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Muchos
aspectos cinematográficos podríamos destacar en la película,
especialmente dirección, guión e interpretación;
de hecho, fue seleccionada para representar a Argentina en los Oscar
de Hollywood '2002. Pero sin duda, lo mejor de Kamchatka es su
capacidad para hacernos sentir, en esta peculiar contribución
a la lucha contra el olvido.
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