6. DETERMINACION DE ORBITAS

 

Entre los numerosos problemas que resuelve la Mecánica Celeste está el de la determinación de las órbitas que describen los cuerpos celestes, problema que consiste en establecer una serie de fórmulas que permiten hallar los elementos fundamen­tales o parámetros que definen la órbita. Su interés práctico para la Astronomía se basa en el hecho de que continuamente se descubren pequeños planetas y cometas cuyas órbitas se han de calcular, de que sirve para el cálculo de órbitas de meteoros y actual­mente de que se aplica al cálculo de órbitas de satélites artificiales y vehículos espaciales.

 

Sabemos que, en primera aproximación, los cuerpos del sistema solar se mueven bajo la influencia de fuerzas gravitatorias que actúan de acuerdo con la ley de Newton, y decimos en primera aproximación porque en realidad deberíamos introducir correcciones relativistas, muy pequeñas en la mayoría de los casos, o correcciones debidas a otras causas, por ejemplo, en el caso de los cometas, a la presión de radiación solar o al descenso de su masa debido al desprendimiento de gases de su núcleo, producto de su intenso calentamiento al acercarse al Sol, razones por las cuales el movimiento de algunos cometas se desvía notablemente del predicho por una teoría basada únicamente en la ley de la gravita­ción universal.

 

Por otra parte, la forma, la estructura interna y la rotación de los cuerpos celestes influye directa­mente en su movimiento de traslación a lo largo de sus órbitas. En realidad, sólo si los cuerpos fueran esféricos y homogéneos o si estuvieran consti­tuidos por capas esféricas concéntricas de distintas densidades, se podría considerar que toda su masa está concentrada en su centro y que los cuerpos se atraen entre sí como puntos materiales. Sin embargo, las distancias entre los cuerpos del sistema solar son muy grandes comparadas con sus dimensiones y por eso usualmente los consideramos como puntos materiales y en una primera aproximación se supone que se mueven únicamente bajo la atracción del Sol sin estar sujetos a la influencia de ningún otro cuerpo. Si se quiere aproximar más, es necesario tener en cuenta las perturbaciones debidas a las atracciones de los grandes planetas, sobre todo en el cálculo de órbitas cometarias.

 

En general, para resolver el problema de la determinación de órbitas se hallan, en primer lugar, los elementos de una órbita preliminar sin tener en cuenta las perturbaciones (solución del problema de los dos cuerpos). Para ello se utilizan tres o cuatro observaciones del cuerpo en estudio que cubran generalmente un intervalo de varios días o semanas. Es interesante obtener una órbita preliminar de un cometa o de un pequeño planeta, por ejemplo, cuando se han obtenido sus primeras observaciones, para poder predecir su posición para futuras observaciones. Obtenida la órbita preliminar y después de una larga serie de observaciones, se puede corregir aquélla, lo cual se lleva a cabo en la mayoría de los casos sin tener aun en cuenta las perturbaciones. Finalmente, se calcula la órbita definitiva, entendiendo como tal aquélla cuyos puntos coinciden, sin mucho error, con las observaciones (O-C muy pequeño). Para calcular la órbita definitiva es casi siempre necesario tener en cuenta las perturbaciones, sobre todo las causadas por los planetas principales.

 

Hallada la órbita de un cuerpo celeste no es difícil calcular sus efemérides, las cuales pueden determinarse para una serie de años a fin de prever la posibilidad de redescubrir algún pequeño planeta o algún cometa periódico, en cuyo caso es necesario tener en cuenta las perturbaciones causadas por los planetas.

 

Las ecuaciones diferenciales del movimiento perturbado correspondientes al problema de tres o más cuerpos, a diferencia del problema de dos cuerpos, no admiten solución en forma finita. Se resuelven en forma aproximada ya sea con la ayuda de desarrollos en serie o por integración numérica. La solución en forma de desarrollos en serie, que dan una expresión analítica para las perturbaciones, ofrece una representación completa del carácter del movimiento del cuerpo durante un tiempo razonable­mente largo; pero, en cambio, es de difícil aplicación a la mayoría de pequeños planetas y a casi todos los cometas. Los métodos numéricos para el cálculo de las perturbaciones son fáciles de aplicar y seguros pero tienen el inconveniente de que las perturbaciones sólo se pueden calcular para el tiempo limitado por las observaciones de que se dispone; es decir, si se precisa hallar perturbaciones para una serie de años el trabajo resulta extremadamente penoso. A pesar de ello, los métodos numéricos para el cálculo de perturbaciones constituyen una parte importante de la teoría del movimiento de los cuerpos celestes.

 

En esencia casi todos los métodos analíticos utilizados en el cálculo de órbitas derivan de los de Laplace (1780), Olbers (1797) y Gauss (1809), que nos proponemos estudiar aquí, teniendo en cuenta las modificaciones que han ido sufriendo en el transcurso del tiempo, subsiguientes al desarrollo de la teoría de la determinación de órbitas.

 

 

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