Isabella Rossellini, hija del maestro del Neorrealismo Roberto Rossellini y la actriz Ingrid Bergman, interpreta a Lady Port Huntly, uno de sus papeles más inusuales desde su participación en Blue Veltet de David Lynch. Inspirada en la famosa actriz de cine mudo Lon Chaney (The Unknown, West of Zanzibar), que perdió sus piernas en un accidente, Isabella Rossellini interpreta de forma magistral esta versión de villana encarnada en la “Baronesa de la Cerveza”
Acompañando a estos actores, encontramos a una magnífica María de Medeiros, que prosigue en su imparable carrera cinematográfica internacional, esta vez caracterizada como la "musa" y novia amnésica de Chester, que poco a poco recuerda su pasada relación con Roderick. Pero esta interpretación no careció de problemas, ya que la Medeiros estaba participando en un montaje teatral en Oporto al mismo tiempo que se inició el rodaje de la película. Rodando con el doble de cámaras previstos inicialmente, Guy Maddin pudo de esta forma reducir a cinco días de rodaje la parte en que trabajaba María de Medeiros y permitir a la actriz volver a tiempo a Portugal para actuar en la obra Castro.
Unos de los principales mensajes que se desprenden de este filme es la incapacidad de los Estados Unidos como nación capaz de crear una cultura propia. La escena final, en que Chester recurre al soborno y a la contratación de músicos de todo el mundo, para representar un triste episodio de la cultura americana, es un vivo reflejo del Imperialismo Cultural Americano, que está personificado en el personaje de Chester y que absorbe culturas y pueblos en su avance por el mundo, pero que termina careciendo de identidad propia.
Galardonada con un premio a la mejor dirección en el Festival de Toronto y cuatro premios Genie en Canadá a la mejor dirección, edición, vestuario y guión original, The Saddest Music in the World en un regalo para todos los sentidos. Una producción de Guy Maddin que nos demuestra su magia a la hora de jugar con los sentimientos más extremos, trocando la melancolía por alegría, la nostalgia por esperanza y por encima de todo, la tristeza por felicidad. Como dice Chester Kent en The Saddest Music in the World: “La tristeza no es más que la felicidad dada la vuelta, todo es un negocio del espectáculo”.