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Llegó diciembre y con él una nueva edición del Festival de Sitges, en esta ocasión en su 37ª, una larga vida para un certamen entrañable. Ésta ha sido la segunda edición en su nuevo calendario, segunda y última; pues, al parecer, la edición del año que viene volverá a septiembre-octubre; para alegría de sus asistentes, puesto que el gélido clima que nos acompañó no hizo agradables los paseos, entre película y película, que son comunes a todo aquel que acude al festival.

Desde que, en la pasada edición, el crítico Àngel Sala se hiciera cargo de la dirección del certamen, éste ha tomado nuevos bríos. Poco a poco, abandona su tono generalista –con la supresión de la sección “Gran Angular”– para volver por sus fueros y dedicar especial atención al mundo del fantástico; hecho que ha sido recibido con simpatía por los aficionados, ya sean veteranos o jóvenes. Este año se presentaba una novedosa sección, “Noves Visions”, que haría las delicias de los espectadores y de la que auguramos lo mejor en próximas ediciones.

Al igual que en pasados años, y desde la irrupción del fenómeno Ring (Ringu, Hideo Nakata, 1998), el festival ha contado con una nutrida presencia de cine asiático en todas sus secciones –incluso contaba con la suya propia, “Orient Express”–, prueba de ello es el nutrido número de premios que se han llevado para casa. Se podría hablar muy bien de muchas de ellas, pero destacaré algunos títulos. La ganadora del festival Old Boy (Park Chan-Wook), sobresale entre todas ellas. La increíble historia de una venganza es, sin lugar a dudas, una obra maestra que ratifica a su director como uno de los autores más importantes del momento y, posiblemente, de un futuro próximo. Junto a Old Boy, también merecieron el elogio de crítica y público Howl's Moving Castle , la nueva fantasía de impecable factura del genio Hayao Miyazaki; Breaking News , estimable thriller con un arranque pasmoso, de Johnnie To; y, por último, Three...Extremes , película de episodios firmada por el mencionado Wook, Fruit Chan y Takashi Miike. Este último autor merece especial atención: Miike se ha convertido en todo un fenómeno para los seguidores del cine asiático. A pesar de su casi nula distribución en el mercado español, sus filmes son reverenciados y esperados cuando llegan a nuestras pantallas. Sin embargo, es un cineasta desigual, capaz de lo mejor y de lo peor, como pudimos ver en Sitges'2004. Por un lado, su historia en Three...Extremes Box – posiblemente sea la mejor de la cinta, mientras que en la sección oficial, Izô , fue, con seguridad, la película más protestada y odiada de ésta edición. Mención aparte merece Zebraman , divertimento sin pretensiones que fue acogido con simpatía.

En la sección oficial también estuvo presente el cine norteamericano. Decididamente su nivel fue muy inferior al del cine asiático o europeo, cintas como La memoria de los muertos (The Final Cut, Omar Naim) o The Hillside Strangler (Chuck Parello) decepcionaron, a pesar de contar con puntos de partida interesantes. Birth (Jonathan Glazer) ostentaba una buena interpretación de Nicole Kidman –a quién se daba por segura ganadora del premio de interpretación femenina, y que, sorpresivamente, no consiguió–, pero poco más. Dos cintas norteamericanas eran esperadas: El grito (The Grudge , Takashi Shimizu) y Saw (James Wan) –que finalmente no pudo competir al ser la ganadora del certamen especializado en cine fantástico de San Sebastián–.La primera es la enésima versión de Ju On (2000), firmada por el mismo Shimizu, pero con capital y reparto americano. Resultado: más de lo mismo; los fantasmas con la cara blanquecina, los mismos sustos, la casa hechizada... Por si fuera poco, la cinta está interpretada por Sarah Michele Gellar, la heroína de Buffy , Cazavampiros , más conocida por sus atributos físicos que interpretativos.


No obstante, Hollywood nos regaló una de las cintas más interesantes de Sitges'2004: Saw, del debutante James Wan. Entretenida y apasionante historia, cruce de Seven (1995) y The Game (1997) de David Fincher, y de Cube (Vincenzo Natali, 1997), que, al parecer, se estrenará en nuestras pantallas. Ojalá el fantástico norteamericano siguiera la estela de esta cinta y dejara de hacer remakes o repetir una y otra vez la misma historia. Por desgracia, a la salida de la proyección, más de uno comentaba que se está rodando su segunda parte; en fin...

El pabellón europeo quedó bien parado en esta edición del Festival. El cine británico presentó dos cintas: Freeze Frame (John Simpson) y Code 46 . La primera, un brillante ejercicio de estilo amparado en una brillante y maratoniana interpretación de su protagonista, el comediante Lee Evans. Code 46 del heterogéneo Michael Winterbottom, fue una de las mejores cintas del certamen. Apasionada cinta de amor, enclavada en un futuro próximo, podríamos decir que se trata de un Breve encuentro ( Brief Encounter, David Lean, 1945), ambientado en un mundo huxleyano. A destacar la brillantísima fotografía de Marcel Zyskin y Alwin H. Kuchler, y la sensible interpretación de Samantha Morton. Francia presentó dos soporíferas cintas: Les Revenants (Robin Campillo) y Arsène Lupin (Jean-Paul Salomé). La obra de Campillo tenía un brillante punto de partida –la integración en la sociedad de muertos vivientes– pero se malograba por su ritmo cansino y falta de desarrollo de tan inspirada idea. Arsène Lupin relata las aventuras del famoso detective francés. La cinta cuenta con un nutrido y espectacular reparto, gran presupuesto, brillantes decorados... para nada: el aburrimiento es la nota predominante en esta producción gala. Strings (Anders Ronow-Klarlund) era la única cinta escandinava a concurso. Imaginativa propuesta –la película cuenta tan sólo con marionetas como protagonistas– que quedaba lastrada por una historia simple y poco atractiva.

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