En cualquier caso, el debate sobre el momento del cine español fue uno de los protagonistas del Festival, donde precisamente se celebró unas mesa redonda sobre “Cine y democracia” (en realidad sobre el cine español), a la que acudieron reputados cineastas y la ministra de Cultura. Hubo un director que llegó a afirmar –comparando la actual situación con la etapa de Aznar– que, “con un Gobierno competente y progresista, es difícil que hagamos malas películas”. Pero no todos debían estar de acuerdo con esta conclusión –que la propia historia del cine, llena de dictaduras con buen cine y de democracias sin cine de calidad, se encarga de desmentir–, puesto que durante el Festival corrieron rumores sobre la preparación de un manifiesto contra el incumplimiento de las promesas cinematográficas del Gobierno Zapatero, que todavía no puede ser juzgado con perspectiva en este terreno.
Muchas cosas más sucedieron en los días del Festival, sin que sea posible reseñarlas aquí. La sección Zabaltegi fue un año más un cajón de sastre con filmes muy interesantes y otros que no lo eran en absoluto. Horizontes Latinos nos acercó de nuevo a un cine interesante y heterogéneo. Otras secciones han ofrecido la posibilidad de volver a ver la filmografía de Robert Wise, Abel Ferrara y un ciclo temático sobre mujeres Rebeldes e insumisas. En definitiva, un año gris, que probablemente es un reflejo de lo que hay en un panorama cinematográfico español y mundial con mucha medianía y poco destacable. En cualquier caso, habrá que esperar a ver lo que sucede el año que viene.