T. O.: Intolerable Cruelty.
Producción: Alphaville Films, Brian Grazer Productions e Imagine Entertainment, para Universal Pictures (USA, 2003).
Productores: Ethan Coen y Brian Grazer.
Director: Joel Coen.
Argumento: Robert Ramsey, Matthew Stone y John Romano.
Guión: Robert Ramsey, Matthew Stone, Ethan Coen y Joel Coen.
Fotografía: Roger Deakins.
Música: Carter Burwell.
Diseño de producción: Leslie McDonald.
Montaje: Roderick Jaynes (seudónimo de Joel y Ethan Coen).

 

Intérpretes: George Clooney (Miles Massey), Catherine Zeta-Jones (Marilyn Rexroth), Geoffrey Rush (Donovan Donnelly), Cedric The Entertainer (Gus Petch), Edward Herrmann (Rex Rexroth), Richard Jenkins (Freddy Bender), Billy Bob Thornton (Howard Doyle), Paul Adelstein (Wrigley), Julia Duffy (Sara Sorkin), Jack Kyle (Ollie Olerud), Michael A. Tessiero (Shot Jockey).

Color - 100 min. Estreno en España: 24-10-2003.

En la actualidad son muy pocos los cineastas capaces de recuperar con fortuna el espíritu del cine clásico norteamericano. Algunos géneros, como el musical, el cine negro o el western, prácticamente han desaparecido o han variado substancialmente su tratamiento hasta perder sus señas de identidad originarias en pos de una modernización rupturista respecto a las convenciones de antaño. Sin embargo, los hermanos Coen continúan realizando sus aproximaciones a dichos géneros conservando la esencia del cine de los viejos maestros. Crueldad intolerable es la prueba fehaciente de su personal devoción hacia la época del Hollywood dorado.

En esta ocasión, los Coen han firmado un homenaje a las screwball comedies, aquellas comedias locas de los años 30 y 40 generalmente planteadas en torno al enfrentamiento entre sexos. Obras míticas de Howard Hawks (La fiera de mi niña, Luna nueva, Bola de fuego), George Cukor (Historias de Filadelfia, La costilla de Adán), Ernst Lubitsch (El bazar de las sorpresas, Lo que piensan las mujeres) o William A. Wellman (La reina de Nueva York) han sido los referentes de los Coen a la hora de rodar su décima película.

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En el film, George Clooney interpreta a un abogado de divorcios especializado en que sus clientes puedan anular sus matrimonios sin cederles ni un centavo a sus ex esposas. Una de sus víctimas, encarnada por Catherine Zeta-Jones, será la responsable de llevar a cabo una terrible venganza, seduciéndole y casándose con él con el propósito de arrebatarle la fortuna que ha amasado defendiendo a maridos en apuros.

Partiendo de esta base argumental, los hermanos Coen arremeten contra la sociedad del éxito y del bienestar económico para reivindicar, en clave de comedia romántica, los sentimientos humanos contradictorios y las ambigüedades del corazón.

Los dos protagonistas principales brillan a la altura de las viejas glorias del star-system, especialmente Clooney que ha manifestado su satisfacción respecto a su personaje y al film en los siguientes términos:

Es la película más cercana que he hecho del estilo de Lubitsch, Hawks o PrestonSturges.Resulta inevitable que mi personaje recuerde a los que Cary Grant o Joel McCrea interpretaban en aquellas películas y es maravilloso que me comparen con esos actores.

Del mismo modo, resultan memorables las intervenciones de Geoffrey Rush, en una alocada secuencia inicial muy propia del screwball, y de Billy Bob Thornton, protagonista absoluto de la anterior cinta de los Coen, El hombre que nunca estuvo allí (2001).

Sin embargo, la génesis de Crueldad intolerable ha sido algo conflictiva y se podría llegar a pensar que estamos ante una obra un tanto impersonal en comparación con aquellas a las que los responsables de Fargo (1996) nos tienen acostumbrados. Estos realizadores recibieron el encargo de rodar una película a partir de un guión que ellos mismos habían reescrito a mediados de los 90 sin la intención inicial de trasladarlo a la gran pantalla. El hecho de que el argumento no sea original y de que hayan aceptado filmarlo para un gran estudio y con la participación de grandes estrellas ha sembrado la polémica sobre el posible paso de los Coen del cine independiente a las producciones para las majors. Polémica que además ha venido aderezada a causa de su nuevo proyecto: un remake de El quinteto de la muerte (1955), interpretado por Tom Hanks. Ethan Coen se ha defendido de tales acusaciones con estas palabras:

La verdad es que la distinción entre el cine independiente y el cine de los grandes estudios es mucho más importante para la gente que escribe sobre cine que para la gente que lo hace. Todas las películas que hemos hecho, con la excepción de la primera, fueron distribuidas por los grandes estudios. Como dijo Joel, nuestra intención siempre fue que nuestras películas fueran vistas por la mayor cantidad de gente posible. Nunca nos interesó hacer un cine elitista que fuera visto por unos pocos. Para nosotros esa distinción entre cine independiente y cine de los grandes estudios no existe.

A pesar de toda esta controversia, resulta innegable que la presente obra conserva el sello personal del cine de los Coen. La vivacidad de los diálogos y el dinamismo de la puesta en escena es equiparable a los que podemos observar en otras comedias suyas, aunque no se hallen adscritas al subgénero del screwball. Crueldad intolerable está repleta de la sutil ironía, el humor negro y la malicia propias de películas como Arizona Baby (1987) o El gran Lebowsky (1998).

Con todo, en este nuevo film se detectan también ciertos defectos que tal vez se deban al hecho de tratarse de un guión no ideado de buenas a primeras por esta pareja de cineastas. Algunas secuencias acusan un excesivo ternurismo que, aunque tenga un tratamiento ciertamente irónico, resulta más propio de las comedias románticas más convencionales de hoy en día y, por otra parte, el acercamiento a los clásicos americanos no siempre goza aquí de la elegancia de las obras de Lubitsch o Sturges. Lamentablemente, tampoco se ha conseguido modificar el televisivo título que ya traía el proyecto cuando fue a parar a manos de los Coen y que provoca ciertas reticencias a la hora de referirse a la cinta.

Estos elementos hacen de Crueldad intolerable una obra inferior a la capacidad creativa habitual de sus autores que esperamos que, en lo sucesivo, siga haciendo gala de la buena salud que ha demostrado hasta el momento.

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