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Título
original: Los lunes al sol. Producción: Elías
Querejeta P.C.-Quo Vadis-Eyescreen, para Sogepaq (España, 2002).
Productor: Elías Querejeta. Director: Fernando León
de Aranoa. Guión: Fernando León de Aranoa e Ignacio
del Moral. Fotografía: Alfredo Mayo. Música: Lucio Godoy.
Dirección artística: Julio Esteban. Montaje: Nacho Ruiz
Capillas. Intérpretes: Javier Bardem (Santa), Luis Tosar (José),
Nieve de Medina (Ana), José Ángel Egido (Lino), Celso
Bugallo (Amador), Joaquín Climent (Rico), Enrique Villén
(Reina), Serge Riaboukine (Serguei), Aida Folch (Nata), Laura Domínguez
(Ángela), Fernando Tejero (Lázaro), Andrés Lima
(Abogado). Color - 113 minutos. Estreno en España: 27-IX-2002.
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Lunes,
martes, miércoles..., todos los días son iguales para
un grupo de hombres, amigos, unidos desde hace ya dos años por
la misma desgracia, la misma marginación social del parado. Juntos
ven las horas pasar tomando el sol a bordo del ferry Lady España
o bebiendo en el bar del barrio. Son los desheredados habitantes de
una ciudad costera industrial que creció a causa del esfuerzo
de sus obreros, pero que, tras la reconversión de la industria
naval y el cierre de las fábricas, todo el mundo se olvidó
de ellos.
Fernando
León retoma con fuerza su compromiso social, en esta ocasión
denunciando no sólo la situación de los más de
dos millones de parados que "viven" en un país que
"va bien", sino la de muchísimos más que intentan
sobrevivir en un mundo injusto, en el que la economía es la dueña
absoluta del destino de las personas. Como representación, sitúa
la acción en Galicia, dos años después de que el
cierre de unos astilleros en Vigo, como resultado de la política
de reconversión, dejase a un montón de trabajadores en
la calle, excedentes de la sociedad de consumo. El director elaboró
un cuidadoso trabajo de documentación, presenciando los momentos
más críticos:
Eso
fue en el 2000. Al año volví para ver que había
pasado con los trabajadores que se habían quedado en la calle.
Estuve conviviendo con ellos. Consentir que se deterioraran las relaciones
laborales era algo que no se podía permitir, no ya sólo
para mantener su puesto de trabajo sino porque lo que ellos negociaran
lo heredarían sus hijos. En sus asambleas salía a relucir
que el trabajo era un bien común. No una fuente de riqueza
sino una riqueza en sí misma.
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Así
aborda Fernando León la dramática y silenciada realidad
del paro, "uno de los problemas más terribles de nuestra temible
sociedad".
El film se abre con unas imágenes en formato
documental (filmadas por el director durante los disturbios del año
2000) que constituyen el pasado inmediato del grupo de hombres protagonista:
trabajadores de un astillero, todos lucharon por impedir el cierre de
la fábrica, juntos formaron barricadas y se enfrentaron a las fuerzas
del orden. Tras su fracaso, cadauno
tiene su particular forma de intentar sobrevivir.
Amador
(Celso Bugallo) es el mayor de todos. Habita en un piso del extrarradio
sin agua y rodeado de basura. Este personaje será introductor de
algunos mensajes básicos de la película, como el de la imposibilidad
de cambio si se nace en el bando de los perdedores, de los explotados:
"no cuenta si creemos o no creemos en Dios; lo que cuenta es que
Dios no cree en nosotros", o como el de la necesidad de unión
entre compañeros: "somos como los siameses, cuando uno cae,
caemos los otros". Entregado a la miseria y al alcohol, abandonado
por su mujer y abandonado a sí mismo, Amador es el espejo en el
que el resto podría mirarse pronto.
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Lino
(José Ángel Egido) es el único que busca activamente
empleo. Intentará no quedar fuera del sistema, presentándose
a cualquier oportunidad de trabajo y compitiendo con jóvenes
mucho más preparados que él. Para ello disfrazará
su angustia y frustración tiñéndose el pelo, usando
la ropa de su hijo e intentando aprender informática. Sin palabras,
serán sus ojos los que nos muestren su conformismo y su desesperación.
Con el personaje de Lino, el director denuncia esos absurdos consejos
que se nos dan para conseguir empleo y que, con la insistencia en la
"buena presencia", no hacen más que convertirnos en
un disfraz, inútil la mayoría de ocasiones:
Entre
la documentación que leí -dice
León de Aranoa - con
Ignacio del Moral, mi coguionista, apareció una Guía
de cómo conseguir empleo. Son manuales ridículos sobre
cómo comportarte en una entrevista de trabajo. Eso lo he reflejado
en el personaje de Lino, muy preocupado en cómo ocultar su
edad para reinsertarse en el mundo laboral.
José
(Luis Tosar) es el más conformista con su situación de
parado obligado. José habla poco, ya no lucha y su salud mental
se está deteriorando. Está casado y vive del sueldo de
su mujer, Ana (Nieve de Medina), que trabaja envasando pescado en una
fábrica, en el turno de noche. No tardarán en sumarse
a los problemas económicos los sentimentales entre el matrimonio.
Ambos habrán perdido la ilusión y José se hundirá
cada vez más en el alcohol.
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Rico
(Joaquín Climent) montó un bar con el dinero de la indemnización,
que será el punto de encuentro del grupo, donde pasarán
las horas muertas charlando y bebiendo cerveza. El negocio a duras penas
saldrá adelante.
Otro
personaje que frecuenta el grupo es un inmigrante ruso (Serge Riabukine)
desencantado de su país de origen y del que reside en la actualidad.
Afirma: "Todo lo que nos contaban sobre los comunistas era mentira,
pero lo peor es que todo lo que nos contaban sobre el capitalismo era
verdad".
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Santa (Javier Bardem) es el más joven y
el más fuerte. No tiene familia y vive en una pensión.
Santa es orgulloso, reivindicativo y sincero. Tiene firme voluntad de
estar contra el sistema porque no le gusta nada el mundo en el que vive:
Santa entra en el ferry sin pagar billete; Santa merienda de los supermercados
sin pasar por caja; Santa seduce a madres casadas, madres solteras,
jovencitas y empleadas del INEM; Santa rompe farolas; Santa sueña
con marcharse a Australia, a las Antípodas porque "allí
todo es lo contrario". Santa es soñador y divertido: Santa
es casi médico porque trabajó de camarero en un hospital;
Santa sabe esquiar porque estuvo de cocinero en Suiza; Santa pilota
barcos porque trabajó como cocinero en uno; Santa puede ser presentador
de televisión. Santa tiene los pies sobre la tierra. Santa ríe,
llora, da consejos, miente. Él es el eje que cohesiona el grupo.
Su discurso defiende los principios básicos de la lucha obrera
y recupera los mensajes lanzados por Amador, el mayor del grupo: recuerda
a sus compañeros que la lucha contra el cierre patronal sólo
la perdieron cuando los dividieron, "si no estamos juntos, nos
joden", dice Santa, identificándose con la fábula
de los siameses de Amador, y, como éste, insiste en lo irreversible
de una sociedad en la que se nace "hormiga" (trabajadora,
sumisa y triunfadora) o "cigarra" (vividora, rebelde y perdedora).
A pesar de las distintas evoluciones de cada personaje, el discurso
de Santa es el que prevalece, el que les transmite la fuerza necesaria
para seguir sobreviviendo. Por eso, aunque formen parte de una sociedad
en la que no dejarán de ser los perdedores, la secuencia final
transmite cierto alivio, cierto aire de dignidad y libertad.
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Reina
(Enrique Villén) no pertenece al grupo de amigos. Es sólo
un ex compañero con un cuñado influyente que le consiguió
un puesto de guardia de seguridad (con pistola). Este personaje representa
el discurso convencional difundido por el poder y tristemente interiorizado
por mucha gente: "el que no trabaja es porque no quiere... si
hay trabajo para los de fuera, como no va a haber para los de aquí".
Fernando León rescata a unos personajes tan
marginados en el ámbito cinematográfico como en la realidad.
Con habilidad insólita combina el drama que caracteriza el tema
del desempleo con un brillante sentido del humor que abunda en la mayoría
de sus conversaciones. Como afirma el propio director:
No
pretendo que el humor suavice el drama que viven estos hombres. Muestro
la parte amable de los personajes que, a pesar de todo, disfrutan en
la medida que pueden de la vida. El humor funciona como contrapeso.
Es un mecanismo de defensa contra la miseria.
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Otra
dualidad que consigue reunir el film es la que se da entre el realismo
y la ficción:
Hay
una base de realismo muy fuerte, pero no es sólo eso. La ficción
tiene mucha importancia A mí me gusta mucho crear personajes
y situaciones y complicarlas hasta el punto de que sean casi surrealistas.
Aunque en mis películas se tenga la sensación de que
los personajes existen y son reales hay una especie de vuelta de tuerca,
una reinvención de la realidad. No quiero hacer un mero retrato
sin más, dice León de Aranoa.
En
este sentido, recupera la imaginación de Familia, su primer largometraje,
con la frescura y cotidianidad de Barrio. Desde el punto de vista
estructural, la película abandona la convencional historia lineal
a favor de una estructura fragmentaria, con acumulación de líneas
narrativas (como en Barrio, muestra sólo parte de las
vidas de los protagonistas) que convergen en un mismo problema (el paro).
Finalmente, es necesario destacar la inmejorable interpretación
tanto de Javier Bardem como del resto de compañeros del reparto.
Los
lunes al sol
ha recibido el reconocimiento de la crítica cinematográfica:
Concha de Oro (Festival Internacional de Cine de San Sebastián),
Premio FIPRESCI (Festival Internacional de Cine de San Sebastián),
seleccionada por la Academia Española de Cine para el Oscar a
la Mejor Película Extranjera, Premio "Ondas" Mejor
Película, seis Premios CEC (a Mejor Película, Mejor Dirección,
Mejor Guión, Mejor Actor Principal, Mejor Actor de Reparto, Mejor
Actriz de Reparto), cinco Premios "Goya" (a Mejor Película,
Mejor Dirección, Mejor Actor Protagonista, Mejor Actor de Reparto,
Mejor Actor Revelación). Pero, sin duda, su mayor éxito
ha sido acercarnos y sensibilizarnos con un problema tan real como silenciado:
el desempleo.
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