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Llibres de ciència, cultura i actualitat
Juny
2016
Novetats editorials d’Edicions de la Universitat de Barcelona
Dimarts 21 de juny
«Estamos en la sociedad de la comunicación, pero continúan en ella los conflictos por falta de comunicación. La gente está bien informada sobre gente que no se comunica. No deja de ser una paradoja. Aunque estemos hoy hiperconectados, conversar sigue siendo lo más difícil en todos los niveles de la relación humana. A pesar de las “redes sociales” —y a causa de ellas, por qué ignorarlo—, el modo de opinar por este medio es generalmente el monólogo. Y también, pese a la televisión y los “medios de comunicación”, la manera de debatir en estos foros es casi siempre la confrontación. Por eso la democracia se ha vuelto partisana, cerrada al diálogo y paradójicamente populista, generadora de actos, marcas y mensajes, en lugar de ideas, programas y políticas. ¿Dónde quedan el diálogo y la discusión? En la sociedad de la comunicación puede existir tanta conexión como se quiera, pero ¿hay “contacto” ahí? ¿Hay realmente “intercambio”? Sin embargo, del diálogo y del entendimiento depende que en el mundo haya paz y no guerra, cooperación y no hostilidad, convivencia y no conflicto en el hogar o entre compañeros. La conversación contribuye a evitar la escalada conflictual o, por lo menos, a controlarla. El conflicto se produce a menudo porque la incomunicación o los malentendidos acrecientan sus causas.»

«La humanidad tiene problemas que conciernen a todos: el calentamiento global, el agua, la energía, la salud, la seguridad, el ciberterrorismo, los derechos humanos… Y casi todos ellos están pendientes de resolver por la existencia de conflictos entre las partes implicadas. Por ello, es vital proceder a la gestión de esos conflictos y tomarse en serio la negociación, hoy ya global e intercultural, como la forma más asequible y eficaz de manejarlos. El diálogo, motor central de la negociación, es más económico y por descontado ético que el uso de la fuerza militar, ultima ratio todavía para la solución de conflictos en el plano internacional, y a la que no tienen empacho en acudir potencias supuestamente civilizadas como Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea o Israel. Las negociaciones internacionales están casi monopolizadas por políticos y diplomáticos que protegen a toda costa el interés nacional y muchas veces el de un partido o un grupo económico dominantes. De este modo, aun siendo su oficio, no satisfacen las cláusulas y condiciones necesarias para entablar una verdadera conversación. Pero la libertad y la seguridad internacionales se consiguen por vía del diálogo y no de la fuerza, que deshace toda discusión a base de acabar deshaciéndose de los mismos que discuten. Es la “solución” del problema en el sentido literal del término.

»En ciencia política y económica ha habido importantes contribuciones al estudio de los conflictos y de la negocia­ción como vía para resolverlos, sobre todo a partir de la llamada “teoría de juegos”, de Von Neumann y Morgenstern. Sin embargo, ni en sociología de la comunicación ni en filosofía se ha desarrollado un análisis sistemático del uso y de las reglas del diálogo en su vertiente más práctica. Así, y sobre todo, la teoría del Conversation analysis, a partir de los trabajos del sociólogo Harvey Sacks, es aún demasiado descriptiva para tal comprensión sistemática. Y la teoría de la Diskursethik, iniciada por el filósofo Jürgen Habermas y centrada en los presupuestos ideales del diálogo, resulta por el contrario demasiado metafísica. Sencillamente, el desafío para toda teoría del diálogo que se pretenda válida para la práctica consiste en cómo hacer posible su comprensión social y su aplicación empírica. Pero una “pragmática del diálogo” está todavía en su fase germinal, por lo menos en cuanto estudio del diálogo en su sentido moral y político más práctico. Es decir, del diálogo como configurador de la acción, tanto personal como interpersonal. Una “pragmática” del diálogo diferirá, así, de una “analítica” del mismo, por la importancia que concede a los usos y modos de esta relación verbal por encima de otros factores, sin desdeñar por ello las cuestiones de principio ni los aspectos valorativos ligados al hecho de dialogar.»


 
 
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