T.O.: Pompeii. Producción: TriStar, FilmDistrict, Constantin Film, Don Carmody Productions (USA, 2014). Productores: Jeremy Bolt, Paul W. S. Anderson, Robert Kulzer, Don Carmody. Director: Paul W. S. Anderson. Guión: Janet Scott, Lee Batchler, Michael Robert. Fotografía: Glen MacPherson. Música: Clinton Shorter. Montaje: Michelle Conroy.
Intérpretes: Kit Harington (Milo), Carrie-Anne Moss (Aurelia), Emily Browning (Cassia), Adewale Akinnuoye-Agbaje (Ático), Jared Harris (Severo), Joe Pingue (Graco), Kiefer Sutherland (Corvo).
Color - 104 min. Estreno en España: 25- IV- 2014.
Una voz en off, al principio de la película, adelanta al espectador unas premonitorias supuestas palabras de Plinio el Joven sobre el desastre que contemplará. Analizando la acción, mezclamos en una coctelera cinematográfica a Conan el bárbaro, Gladiator, Titanic, El día de mañana (por citar algunas), un presupuesto de cien millones de dólares y surge Pompeya, con una trama tan previsible, que uno, hasta se divierte visualizándola y anticipando las situaciones.
Tras aplastar los romanos la rebelión de los Celtas en Britania en el año 62 (suponiendo históricamente la rebelión de Boudica), solo queda un superviviente de la tribu de jinetes, un niño, que esclavizado y adiestrado como gladiador es trasladado de Londinium a Pompeya, llegando en agosto del 79 coincidiendo con el Festival de la Vinalia, una fiesta agrícola en honor de Júpiter y Venus. Simultáneamente, el mismo día, nuestra protagonista regresa a su patria. Hija única de una de las familias oligárquicas más poderosas de Pompeya, la joven Cassia retorna de su periplo en Roma, una ciudad que en propias palabras, desde que Tito es el emperador, está alcanzando unas cotas de corrupción detestables:
¡Desde que Tito ostenta el poder, los corruptos acaparan la atención del emperador y pueden hacer lo que quieran!
En el transcurso de tres días, nuestro protagonista, el celta, conoce al amor de su vida, suegros incluidos, que gozan de una gran posición, encuentra a su mejor amigo, un gladiador de honor con el que incluso se permite una clase de esgrima, anunciando como será la muerte del otro, de colegueo, pero sin pajillas, tras 17 años, como mínimo, vuelve a sentir el placer de montar un caballo, a pelo y sin estribos (no como los romanos) y, por si fuera poco, el destino le ha puesto al alcance la ansiada venganza y su repulsa al imperialismo romano, y todos, todos, con unos dientes de anuncio, impecables.
Pero la madre naturaleza, tiene la última palabra, la montaña gruñe, y Vulcano habla. Socialmente, Pompeya muestra una sociedad básicamente esclavista, donde la masa social, la plebs, parece conformarse con el entretenimiento financiado por los poderosos, ofrecido en el circo (que no anfiteatro) de la pequeña ciudad de recreo, lo que no es deporte, es política, reflejo en el que se mira la mayoría de la sociedad actual, adormecida por el fútbol y otros acontecimientos parecidos, utilizados para el mismo fin que en la Antigüedad.
Sobre el protagonismo del Vesubio, cabe apuntar que los efectos especiales de la actividad y erupción del volcán son realmente espectaculares, aunque opino que se abusa por momentos de las supuestas tomas aéreas. La acción del Monte, que indirectamente trastoca los planes de los malvados, ayuda a nuestro héroe y su amada, que milagrosamente van sobreviviendo a la catástrofe, hasta el momento de pagar tributo a la naturaleza, materializado en la cuarta oleada piroclástica, que nos llevará a la congelación en el tiempo de las estampas humanas; estampas, a las que el director y guionistas de la película, basándose en las que se encontraron arqueológicamente, podrían haberle sacado mejor partido, simplemente utilizando un poco más de sentido artístico y de revisión historiográfica del material humano rescatado en el yacimiento y que podría haber sido plasmado en el final de algunos de los protagonistas, como fotocopias para una eternidad que probablemente quedará relegada fílmicamente.
El producto está amortizado (premisa prioritaria de la industria), pero, si nos basamos en una valoración, tomando los elementos de juicio del film (según Rafael de España): críticas, premios y la acogida del público, Pompeii es una película que a diferencia de la histórica ciudad de la que toma el título, caerá sedimentada en el olvido estratigráfico del Séptimo Arte... Polvo al polvo, cenizas a las cenizas.