TORU TAKEMITSU Y LA DISCRECIÓN DE SONIDOS EN EL FILM

Por Horacio Verdún

Un sonido es, sin duda, algo vivo. Es como la naturaleza, que no tiene individualidad. Igual que las transformaciones de viento y agua son complejas, un sonido se hace rico o incluso pobre. Eso depende de cómo nuestras sensibilidades acepten el sonido. Nosotros los compositores no deberíamos asumir una actitud arrogante frente al sonido, porque escribimos música en colaboración con sonidos. Lo que importa es cómo podemos hacer realmente natural el acto artificial de escribir música.
(Toru Takemitsu)

Las líneas que acabamos de leer son reflexiones de Toru Takemitsu (1930-1996), músico y compositor japonés nacido en Tokio. Sus primeras influencias musicales provienen de la música clásica occidental y de la música jazz que oía su padre. Vale destacar la influencia clásica francesa de Claude Debussy y Olivier Messiaen en la formación musical de Toru. Al principio de su carrera no mostró mucho interés por la música tradicional japonesa pero gradualmente fue introduciéndose en ella, hasta el punto de utilizar instrumentos japoneses tales como el Shakuhachi (flauta de bambú) y el Biwa (Laúd japonés) en sus composiciones. Un ejemplo de esta introducción de la música y de los instrumentos tradicionales japoneses en sus obras, la podemos encontrar en su obra November Steps, obra filarmónica en la que se utiliza por primera vez instrumentos orientales y occidentales.

Alabado públicamente por Ígor Stravinski en 1959 al escuchar accidentalmente su Requiem para orquesta de cuerdas, Takemitsu fue cada vez más escuchado por las grandes audiencias. Compuso obras para orquesta, piano, cuerdas, flauta, guitarra y arpa. Destacamos las obras para piano Rain Tree Sketch I y II y Les Yeux Clos I y II, consideradas entre las mejores piezas escritas en el siglo XX. Mostrando una gran capacidad para adaptarse a los tiempos y a la tecnología más vanguardista, compone música electroacústica y bandas sonoras para el cine japonés, destacamos las bandas sonoras de Ran (Akira Kurosawa) y Black Rain (Shohei Imamura).

Los sonidos vendrán del silencio.
Un sonido siempre confronta el silencio.
(Toru Takemitsu)

Takemitsu tiene varias obras que son hoy día referencias musicales importantes, pero no nombraremos todas sus obras sino que intentaremos centrarnos más en la estética de su obra. En la vida podemos experimentar encuentros y experiencias maravillosas y que cambian el modo en que entiendes la vida y todo lo que te rodea, en mi caso me ha ocurrido algo similar con la película Sueños de Akira Kurosawa. Han pasado más de diez años luego de volver a verla y ha sido un feliz reencuentro que ha comportado una nueva experiencia en la época vital en la que me encuentro. En mi adolescencia la película me pareció abstracta, inconmensurable, muy humana y filosófica, me encontraba atrapado por la imagen, los colores y personajes, las breves historias o sueños, la tragedia y la felicidad. No había puesto atención a la banda sonora, ya que la imagen y todo lo que viene tras ella me abstraían por completo del sonido musical. Hoy día puedo decir que en todo caso el sonido que me cautivaba procedía del sonido ambiente que los escenarios naturales aportaban sin ninguna manipulación tecnológica. Ese sonido más bien lo definiría como “grandes silencios sonoros” que resultaban siendo de gran importancia en el contexto del film.

En este feliz romance que vuelvo a tener con las películas de Akira Kurosawa, tengo la posibilidad de ver otra gran obra del director japonés. Ran (1985), cuya banda sonora es de  Toru Takemitsu, nuevamente la imagen, el escenario y los personajes tienen todo el protagonismo. Me encuentro contemplando vastas montañas verdes, en pleno siglo XVI en el cual reinan y luchan entre ellas grandes familias samuráis. Ante semejante escenario vuelvo a abstraerme de la presencia de la música.

La imagen y el sonido lo son todo, aunque pareciera que de pronto se hizo el silencio. ¿O quizás es la misma música la que nos mete en el ambiente de la película? Lo mismo sucede con la obra de Toru Takemitsu.  Es como si hubiera un pacto entre la historia y la música que acompaña a dicha historia, un pacto de respeto hacia el sonido que viene directamente del ambiente natural, los diálogos entre los personajes y el ritmo que los acontecimientos proponen, para que el resultado sea una perfecta armonía entre imagen y sonido. Takemitsu maneja conceptos que le serán determinantes a lo largo de su carrera como compositor. La idea de nuevos colores sonoros, obteniendo nuevos sonidos extraídos de las películas y que entren a formar parte de ella. Así también en su imaginería musical forman parte importante la pintura, sus mismos sueños y su visión tradicional del jardín japonés.

Como dato curioso pero no menos importante, otra de sus grandes influencias musicales era el músico de jazz Duke Ellington. Más arriba comentamos sus primeras influencias de la música clásica y el jazz proveniente de la colección de discos de su padre, por lo tanto podemos concluir que tanto la música clásica y moderna (jazz) y la propia naturaleza, eran la fuente de su inspiración. En Takemitsu se aprecia un amplio abanico de símbolos que le permiten dar sentido a su obra. Desde los instrumentos típicos japoneses, pasando por sus experiencias personales, su contexto histórico, la naturaleza característica de su cultura, la dimensión religiosa y filosófica, hasta llegar a los nuevos medios y posibilidades que la tecnología aporta en el campo de la música a mediados del siglo XX.      

Si nos fijamos en los aspectos estilísticos de su obra, y sabiendo que ha compuesto piezas musicales clásicas, románticas y modernistas, Takemitsu también hizo lo que hoy conocemos como World Music, en aquella época este género musical no era conocido con este nombre. Él logra unir por medio de la música las culturas de Oriente y Occidente combinando música, estilos e instrumentos que serían populares desde entonces. Esto se nota claramente en películas como la que nombramos anteriormente, Ran de Akira Kurosawa, una música que los críticos de cine denominan música heroica, debido a la monumentalidad de la historia que se narra. Ran se ha convertido en una de las películas más originales e impactantes de todos los tiempos.  Takemitsu se ha interesado por los sonidos y contextos de todas las culturas, viajando por todo el mundo ha sabido tomar aquellos paisajes sonoros para representar en su música la historia que se debía narrar. En el caso de Ran, se debía expresar no solo los episodios de las batallas sino también los sentimientos de los protagonistas principales, sus caracteres y motivaciones.

Terminamos este breve comentario sobre la obra musical de Toru Takemitsu con una reflexión suya, que expresa muy bien lo que hemos dicho sobre su concepto musical y su obra:

No es bueno decorar imágenes con mucha música [hablando de música de cine] cuando las propias imágenes tienen suficiente contenido como para despertar intensamente la imaginación de la audiencia. Pongo música para que la audiencia escuche los sonidos puros que existen con naturalidad en la película. Creo que es más importante eliminar música de las películas que añadírsela.

Podemos finalizar diciendo que Takemitsu intenta hacer una especie de economía-ecología de sonido en las obras que compuso para el cine. Estamos acostumbrados a ver películas llenas de sonido que rápidamente se convierten en puro ruido, y que resultan alterando de manera negativa nuestra percepción e imaginación. Toru Takemitsu fue todo un precursor de un estilo y de formas de aplicar sensibilidad, austeridad, coherencia y criterios humanísticos en toda su obra musical. La manera como entiende la vida es la manera en la que concibe su obra, los medios que utiliza, los instrumentos, y cómo los emplea, está estrechamente vinculado a aquello que cree que es verdadero para él.

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