LA VIDA DE PI, DE ANG LEE: NATURALEZA Y MÍSTICA

Por Jordi Puigdomènech López

Tradicionalmente, las diferentes manifestaciones geográficas de la cultura asiática han coincidido en llevar a cabo una síntesis integradora entre distintos elementos ligados a la naturaleza y a la religión. Ya sea en la India, Nepal, China o Japón, los mitos, las leyendas y los cuentos populares abundan en referencias a la estrecha relación existente entre la naturaleza y la divinidad. En algunos casos, incluso, la síntesis entre ambas instancias desemboca en una visión panteísta de la realidad; es decir, en la identificación de la naturaleza con la divinidad, al modo como la definieron en Occidente pensadores como Plotino, Giordano Bruno o Spinoza. Por su parte, el panteísmo en Oriente ha desarrollado una forma de espiritualidad según la cual toda la naturaleza está animada por un hálito divino. Otras concepciones consideran que los seres naturales vienen a ser como el cuerpo físico de Dios, y como tal sus diferentes manifestaciones deben ser respetadas y veneradas adecuadamente. Doctrinas hindúes y budistas mezclan diferentes formas de panteísmo en libros sagrados como los Upanishads, el Bhagavad Gita o los Vedas. En el caso de este último, la divinidad aparece representada como un mar que envuelve toda la diversidad de las manifestaciones del ser, tal y como muestra la fábula puesta en imágenes en La vida de Pi.

A partir de la novela de Yann Martel que sirve de base al guión, en La vida de Pi el cineasta taiwanés Ang Lee recupera por tanto diversos elementos de la filosofía de la naturaleza integrada en la cultura y la religión hindú, con otros pertenecientes a las tradiciones sacras hebrea, cristiana y musulmana, a fin de mostrar los elementos comunes que una visión religiosa de la realidad presenta en un ámbito cultural global. En este sentido la propuesta de Lee recupera el espíritu de Dersu Uzala, producción soviética dirigida en 1975 por el cineasta japonés Akira Kurosawa, en la que los elementos religiosos y naturalistas tradicionales se relacionaban con otros presentes en los movimientos ecologistas contemporáneos a propósito de las vivencias de Dersu, un cazador mongol que habita en la taiga siberiana. Del mismo modo que Lee tiende un puente entre Oriente y Occidente a partir de la historia que el hindú Pi narra al novelista extranjero que se interesa por escribir su historia, Kurosawa toma como referente los diarios del explorador ruso Vladimir Arseniev y la relación que a partir de su viaje establece con el cazador Dersu y con el entorno natural que les rodea. Y curiosamente, en ambos casos el tigre es la figura que actúa a modo de catalizador de los acontecimientos que revelan a los personajes humanos el carácter numinoso de lo real: el mundo natural cobra sentido a partir del orden divino instaurado en él, mientras que un mundo sin Dios se presenta como un escenario desnaturalizado, en el que los seres humanos vagan sin encontrarle un sentido a su existencia.

El parentesco entre Akira Kurosawa y Ang Lee no se limita tan solo a algunas cuestiones de contenido, sino que incluso a nivel formal existe un cierto paralelismo en cuanto a su narrativa fílmica. En este caso el modelo a tomar en cuenta no es otro que Rashomon, la película con la que el cineasta japonés se dio a conocer al mundo en la década de los cincuenta. La novedad que Kurosawa introdujo en ella era la narración de una misma historia desde diferentes puntos de vista, dejando que fuera el espectador quien privilegiara aquélla que le pareciera oportuna. Aunque desde una perspectiva más restringida que la del japonés, Lee también propone una alternativa entre dos visiones de un mismo acontecimiento desde la oposición idealismo/ materialismo, representada por las dos versiones que Pi ofrece de su historia: la que explica a la compañía de seguros y la que narra al escritor extranjero. La diferencia es que La vida de Pi no pone en imágenes ambas posibilidades, sino que de entrada Ang Lee toma partido y recrea con toda profusión de detalles visuales la fábula que da sentido a la película, mientras que la versión materialista de los hechos aparece tan solo citada verbalmente y de un modo incidental. No por ello pierde fuerza su propuesta, entre cuyas virtudes se cuenta la de traer a la memoria la dos citadas obras maestras de Akira Kurosawa.

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ISSN 2014-668X | Latindex
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