HYDE PARK ON HUDSON: UNA INTERPRETACIÓN PASIVA Y DESENFADADA DE LA HISTORIA

Por Tara Karajica

T.O.: Hyde Park on Hudson. Producción: Daybreak Pictures, Film Four y Free Range Films (Reino Unido 2012). Productores: David Aukin y Kevin Loader. Productor de línea: Rosa Romero. Director: Roger Michell. Guión: Richard Nelson. Fotografía: Lol Crawley. Música: Jeremy Sams. Diseño de producción: Simon Bowles. Diseño de vestuario: Dinah Collin. Montaje: Nicolas Gaster.

Intérpretes: Bill Murray (Franklin D. Roosevelt), Laura Linney (Margaret (Daisy) Suckley), Samuel West (Rey Jorge VI – Bertie), Olivia Colman (Reina Isabel), Elizabeth Marvel (Missy), Olivia Wiliams (Eleanor Roosevelt), Elizabeth Wilson (Sra. Roosevelt), Martin McDougall (Tommy), Eleanor Bron (tía de Daisy), Samantha Dakin (Mary la maid).

Color – 94 min. Estreno en España: 1-III-2013

 

Hyde Park on Hudson es una comedia biográfica histórica dirigida por Roger Michell, más famoso por sus películas desenfadadas como Notting Hill o Morning Glory. El foco de atención de la película es un fin de semana que pudo haber acabado planeando el curso de la Historia Contemporánea. De hecho, en junio de 1939, el tardamudeante Rey Jorge VI y su esposa, la Reina Isabel, hicieron una visita a los Estados Unidos, durante la cual se quedaron en la finca del Presidente Franklin D. Roosevelt en Hyde Park, Nueva York. Al mismo tiempo, el Presidente se estaba acercando a su quinta prima y sospechada amante, Margaret (Daisy) Suckley. Roosevelt esperaba usar la visita para, en parte, reforzar el apoyo americano al Reino Unido en vísperas de la Segunda Guerra mundial, que estalló menos de tres meses más tarde.

Margaret (Daisy) Suckley fue una prima lejana, amiga íntima y confidente del Presidente americano Franklin D. Roosevelt. Fue una de las cuatro mujeres presentes en la Pequeña Casa Blanca con Roosevelt en Warm Springs, Georgia, cuando falleció de una hemorragia cerebral en 1945. A principios de los años 1930 Suckley y Roosevelt hablaron de haber construido una casita de campo en su lugar preferido llamado  “Our Hill” que se convirtió en la casa preferida de Roosevelt donde ella sacó dos de sus raras fotografías en una silla de ruedas. Habiendo sido la archivista personal de Roosevelt, Suckley jugó un papel importante en la fundación de la Biblioteca Presidencial y Museo Franklin D. Roosevelt en Hyde Park donde trabajó hasta 1963.

Basada en cartas personales y diarios encontrados debajo de la cama de Daisy después de su muerte, la narrativa explora su relación con el paralítico Roosevelt. En efecto, después de que muriese, su hija, Anna Roosevelt Halsted, y un amigo encontraron un alijo de cartas de Suckley, escondido en la caja de su colección de sellos que llevaba siempre consigo. Nada indica que Halsted haya leído las cartas o entendido su significado y las devolvió a Suckley quien falleció el 29 de junio de 1991 a los 99 años de edad. Los historiadores aseguran que su relación era platónica pero la película sugiere lo contrario aunque permanece un poco evasiva sobre cuan íntimos realmente eran. El guionista Richard Nelson (quien también escribió el guión como un radio drama – pues Roger Michell no se encontraba disponible en aquel momento – producido por la BBC en 2009 y dirigido por Ned Chaillet) fue inspirado por la historia de Suckley después de leer una colección de cartas y diarios póstumamente publicada. Se sintió atraído por la historia por la perspectiva única que ofrecía Daisy sobre una serie de eventos históricos importantes. Numerosos artículos de prensa fueron publicados sobre Suckley y su relación con el Presidente fue también el objeto de un libro escrito por Geoffrey Ward.

Hyde Park on Hudson es una película agradable pero nunca enteramente absorbente, inspirada por acontecimientos históricos, una historia real y memorias personales que fueron objeto de especulaciones durante muchas décadas. Sin embargo, las posibilidades de unas historia y película buenas fueron muchas: la amante del Presidente, una visita real y un picnic con perritos calientes en vísperas del fraguamiento de una alianza americano-británica son los ingredientes perfectos para un buen drama. Desgraciadamente, esta cinta es lenta y chapucera. En realidad, nos quedamos con la impresión de que los cineastas hayan elegido un gran momento en la Historia, y, en un intento de explorar su aspecto humano, han perdido el hilo de su historia. El resultado es un drama inocente e inconsistente. El guionista parece no poder decidirse sobre qué aspecto de la vida privada de Franklin D. Roosevelt enfocarse. No podemos sino preguntarnos si la película es sobre su gobernar el país desde su silla de ruedas, si es sobre su flirteo o sobre su madre dominante... Todos estos temas están abordados pero no suficientemente desarrollados. En todo caso, el propósito de la película parece ser que estuvo teniendo varias aventuras, lo cual definitivamente no basta para una película. Suckley estuvo presente cuando el Rey Jorge y la Reina Isabel visitaron la finca de Hyde Park en Nueva York en un esfuerzo de asegurar el apoyo americano antes de la Segunda Guerra mundial y eso es todo. Ciertamente, contar la historia desde su punto de vista es la técnica esperada aunque no la más interesante pues el personaje de Daisy es fundamentalmente aburrido.

Hay una tensión dramática limitada e incluso la visita real acaba siendo tediosa puesto que no hay nada realmente estimulante o lo bastante entretenido para captivarnos. Es más, el hecho de que un Presidente de Estados Unidos esté teniendo aventuras secretas ya no choca. La cinta tenía que haber sido hecha no mucho después de los acontecimientos reales cuando el público podía estar un poco más sorprendido por la idea de que un Presidente americano tuviese una amante o dos y más divertido por la perturbación que el Rey y la Reina de Inglaterra mostraron a la perspectiva de tener que comer algo llamado “perrito caliente”.

En lo relativo al trabajo de los actores, podemos decir que Bill Murray es bueno como el paralítico y alegre Franklin D. Roosevelt y consigue explotar las varias capas dadas al personaje del Presidente. Ciertamente, está a gusto en este papel y no parece demasiado diferente para ser creíble en la pantalla. Su actuación fue elogiada pues recibió una nominación al Globo de Oro al Mejor Actor en la categoría de musical o comedia. Laura Linney como Margaret Daisy Suckley es típicamente grácil y magistral aunque tiene que contenerse para poder presentar a una joven ingenua, desharrapada y tímida sobre la que reposa toda la película. Olivia Williams es fabulosa como Eleanor, la esposa compleja, delicada pero lista del Presidente, cuya presencia levanta la película. Elizabeth Marvel es excelente como su secretaria Missy. El casting de la pareja real es perfecto ya que son completamente diferentes a las interpretaciones de Colin Firth y Helena Bonham Carter en El discurso del rey de Tom Hooper. Las comparaciones son efectivamente difíciles de evitar. Hay algo en la apariencia física de Colman que nos recuerda a la Reina Madre y por tanto trae cierta credibilidad a su representación. Además, las conversaciones privadas entre el atosigado y tartamudeante Rey y la reprochadora Reina (como por ejemplo cuando “Bertie” declara su exacerbación al estar incesamente comparado con su hermano Eduardo quien dejó el trono por Wallis Simpson) ofrecen una percepción histérica de la vida matrimonial real así como unos comentarios sobre el comportamiento poco convencional del Presidente. No obstante, ninguno de los actores tiene mucho con que trabajar pues sus personajes son poco esbozados.

Hyde Park on Hudson es, sin embargo, interesante en el hecho de que no es sólo un retrato de un presidente excepcional sino también  el de un período y de una conexión entre dos países que no siempre estaban destinados a tener una “relación especial”. El problema de la veracidad histórica sigue siendo un tema espinoso para los tradicionalistas e historiadores a pesar del tono ligero de esta versión de los hechos. En efecto, durante la Segunda Guerra mundial, Suckley se quedaba a menudo en la Casa Blanca, haciendo compañía al Presidente. Aunque se sabe que Roosevelt tuvo una aventura con Lucy Mercer durante la Primera Guerra mundial, no hay pruebas directas de que hubiese tenido una relación similar con Suckley, a pesar del hecho de que sí hubiese habido conexión emocional. Aparentemente, Roosevelt le ordenó a Daisy quemar algunas de las cartas que le había escrito, lo que, por supuesto, alimentó las especulaciones sobre su contenido. Conrad Black, el autor de Franklin Delano Roosevelt: Champion of Freedom declaró que la película tomaba grandes, a veces injuriosas, libertades con acontecimientos históricos y erraba en su representación de la relación de Roosevelt con las mujeres y de la sexualidad de Eleanor Roosevelt. Las cartas supervivientes incluyen menciones afectuosas personales, así como informes y reflexiones sobre el progreso de la guerra y los encuentros con figuras como Winston Churchill y Stalin, en la Conferencia de Yalta.

El picnic real y la pareja real así como sus preocupaciones por la cocina americana arriba mencionadas son altamente entretenidas, siendo a lo mejor la parte más divertida de la película, que es ciertamente enfocada en la cortesía y las costumbres sociales: las risas derivan de la diferencia entre la pareja real estirada y el sentido de humor pícaro de Roosevelt.

Podemos decir con certeza que las partes técnicas de la película son las mejores. Ésta es maravillosa gracias a la fotografía exquisita de Lol Crawley del bonito campo inglés (posando como Hyde Park, Nueva York): efectivamente, los colores, la luz y el escenario de campos verdes parecen sacados de un cuadro así como el bonito e históricamente verdadero vestuario de Dinah Collin. La música de Jeremy Sams es asimismo muy agradable y le da cierta dinámica a la, sino, lenta acción de la película.

En conclusión, el guión está salpicado de momentos cómicos aunque los pasajes dramáticos no son tan buenos, y ninguno tiene un peso verdadero, dejando Hyde Park on Hudson bastante desigual a pesar de su belleza visual. Hyde Park on Hudson es una empresa letárgica y exánime que no se esfuerza nunca por desarrollar sus personajes y acción. En términos generales, la película es una interpretación superficial de un período importante contado desde la perspectiva de un personaje inerte.

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