LOS DESCENDIENTES. EL ALABADO DESCENSO DE ALEXANDER PAYNE

Por Virginia García

T. O.: The Descendants. Producción: Fox Searchlight Pictures y Ad Hominem Enterprises (USA). Productores: Tracy Boyd, Jim Burke, George Parra, Alexander Payne y Jim Taylor. Director: Alexander Payne. Guión: Alexander Payne, Nat Faxon y Jim Rash. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: V.A.(Dondi Bastone, Richard Ford y Eugene Kulikov). Diseño de producción: Jane Anne Stewart. Vestuario: Wendy Chuck. Montaje: Kevin Tent.

Intérpretes: George Clooney (Mat King), Shailene Woodley (Alexandra King), Amara Miller (Scottie King), Nick Krause (Sid), Patricia Hastie (Elizabeth King), Beau Bridges (Primo Hugh), Michael Ontkean (Primo Milo), Robert Forster (Scott Thorson), Matthew Lillard (Brian Speer), Judy Greer (Julie Speer)

Color – 115 min. Estreno en España: 20-I-2012


Matt King (George Clooney), casado y padre de dos niñas, se ve obligado a replantearse la vida cuando su mujer sufre un terrible accidente que la deja en coma. Hasta entonces nunca se había encargado de sus hijas y ahora no sabe cómo cuidarlas ni acercarse a ellas: la precoz Scottie tiene 10 años y Alexandra de 17,  está internada en un colegio por su rebeldía y sus problemas con las drogas.

Además de esta dramática situación familiar, Matt se encuentra en la tesitura de tener que vender las propiedades de la familia, (son descendientes y herederos de la realeza hawaiana), unas tierras vírgenes de un valor incalculable en la isla de Hawai.

Esta es la trama que Alexander Payne nos presenta en The Descendants, su nueva película donde nos cuenta alguno de los más espinosos asuntos a los que se puede enfrentar una familia contemporánea. Con un argumento de lo más dramático, sin embargo la película cuenta con frescura y una gran naturalidad. Bellamente elaborada, posee elegancia, suavidad y un tono de lo más agradable, que pretende encontrar el delicado equilibrio entre lo humillante y lo sentimental… pero también pretende ser trascendente sin conseguirlo.

Es palpable que, en este proyecto, Payne desea conmover al espectador en ambos aspectos, el cómico y el dramático y esta prueba no la supera. Intenta mostrarnos la textura de un verdadero trozo de vida, pero a pesar de todas las alabanzas y críticas positivas recibidas, esta película no cumple en absoluto las expectativas generadas a su alrededor. No llegamos a involucrarnos con el drama de la historia, vemos atisbos de comedia dentro de un drama que pretende celebrar la imperfección humana pero sin esos destellos de brillantez que tenía Billy Wilder y por su puesto Clooney, aunque tenga un gran don para la comedia, no es Jack Lemon.

Han afirmado que George Clooney nunca se ha expuesto a la cámara tan abiertamente, que es la mejor interpretación de su carrera, pero quitando un par de secuencias, una simpática y otra que conmueve mínimamente, no se encuentra ninguna gran interpretación en su papel. ¿Por qué tantas alabanzas en un año con tan buenas películas? ¿Realmente la actuación de Clooney es para tanto? ¿Qué diferencia tiene su interpretación con la de Up in the Air? Son roles muy similares en cuanto a la expresividad y el control corporal de  Clooney ante las cámaras, ¿qué tiene de impresionante? Su actuación en From Dusk Till Down o en Oh Brother! si fue novedosa.

El resto de actores que le acompañan, al igual que él están correctos… destaca Shailene Woodley, quien interpreta a su hija mayor, por su fuerza y belleza. También es una sorpresa encontrar al querido sheriff Harry S. Truman (Michael Ontkean), nombre difícil de olvidar tal y como nos indicaron en Twin Peaks, y por supuesto ver a Beau Bridges, siempre recuperado como secundario a la sombra de su gran hermano Jeff.

Muy comentada ha sido también la interpretación de Nick Krause en su papel de Sid, amigo inseparable de dicha hija mayor. Respecto a este personaje, tan solo comentaremos que hacía años que no se veía un papel tan forzado, metido con calzador en cada una de las secuencias donde no aporta absolutamente nada en toda la película. ¿A qué viene ese personaje? ¿De verdad es necesario? ¿Es por poner el punto gracioso? En una de las escenas pretende tener una conversación “trascendente” con el que es su alter ego (Clooney) que no puede ser más hueca y vacía, no tiene ni una sola frase brillante… ¿realmente creemos que un hombre como Matt King que se haya viviendo el drama de su vida, va a levantarse en medio de la noche para compartir sus inquietudes con un desconocido “fumado”? Lo único que se salva de este personaje es que le dan un puñetazo y le amenazan con cerrarle la boca varias veces…

Si seguimos analizando al resto de la familia King los roles en cada uno de los miembros no pueden ser más estereotipados: 1) la madre es una niña de papa, maravillosa, excitante, estupenda… pero su marido está demasiado ocupado para ella y termina engañándole; 2) el marido es un buen tipo, pero tiene demasiado trabajo, les quiere a todas pero no tiene tiempo; 3) la hija adolescente es una rebelde, ha coqueteado con las drogas y deben internarla, conclusión: odio a mis padres; 4) la hermana pequeña es graciosita y regordeta, quiere ser como la hermana mayor, pero es más chicazo; 5) y el suegro materno es un viejo cascarrabias que adora a su hija y sus nietas en detrimento de su yerno: podrías haber sido mejor marido y cuidar más a mi niña. ¿No habíamos visto esta estructura familiar nunca, verdad?

Dejando un lado las interpretaciones de novela, nos centramos en tan alabado guión. Tenemos la trama principal y una secundaria sobre la venta de las tierras, respecto a esta segunda… ¿realmente pretende dar otra perspectiva ante tal drama? ¿De verdad quieren que creamos que ante tal dolor vamos a poder enfrentarnos a esos problemas? Con el dolor, si es de verdad, no se viaja ni se habla de negocios. Esa trama secundaria sobre unos terrenos familiares resulta artificial, moralista y, en cierta medida, desorienta la película de su visión intimista.

Payne sabe cuánto ayuda al ser humano la desmitificación, no sólo de un lugar (en este caso Hawai) sino también de la verdad, la unidad familiar, el amor eterno y la importancia del perdón. Este sería el lado ambiguo que encontraríamos, pero no es palpable en la historia, no identificamos esta segunda intención narrativa. Los temas que nos muestra The Descendants son más cercanos a un telefilme barato y de esencia superficial y sentimentaloide, pero reconozcámoslo, Payne ha salído indemne, y no solo eso, también premiado por doquier.

Ha tratado la tragedia con pura ambivalencia frente al humor, ha intentado crear una perfecta balanza que no sabe hacia qué lado inclinarse porque ninguno de los dos se halla completo del todo.

Alexander Payne nos conmovió mucho más en Sideways, Hayden Church y Giamatti si consiguieron llegar a nuestra parte más profunda, incluso monólogos de secundarios como Virginia Madsen hablando del ritual de la elaboración y disfrute del vino, se quedaran para siempre con nosotros, nos conmovieron, nos excitaron…  porque en Sideways si llegamos a sentir lo miserables que podemos llegar a ser como individuos. Pero The Descendants, la historia de un hombre que corre detrás de algo parecido a la verdad esperando encontrar sentido o salida a la situación cruel y retorcida que le toca vivir, no alcanza ese nivel.

Sentimientos encontrados que confluyen ante un lecho de muerte. Mientras, islas a la deriva, que una vez fueron familia, intentan agruparse. Le acompaña un Hawai de luz melancólica, lleno de camisas floreadas y playas cálidas.

Hermosa idea transformada en un guión olvidable, en un sinfín de clichés, en un suave drama agridulce que consagra a su director para la prensa y la crítica, y le desmitifica ante sus fieles espectadores.

 

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