UN MÉTODO PELIGROSO: ASUNTOS DE UNA MENTE ESCLAVA Y MAESTRA DE LOS IMPULSOS HUMANOS

Por Tara Karajica

T.O.: A Dangerous Method. Producción: Recorded Picture Company/ Lago Film/ Prospero Pictures (coproducción) (Gran Bretaña- Alemania- Canadá 2011). Productores: Jeremy Thomas. Co-productores: Marco Mehlitz y Martin Katz. Productores ejecutivos: Thomas Sterchi, Matthias Zimmermann, Karl Spoerri, Stephan Mallmann y Peter Watson. Productor asociado: Richard Mansell. Director: David Cronenberg. Guión: Christopher Hampton basado en la obra de teatro The Talking Cure de Christopher Hampton y la novela A Most Dangerous Method: the story of Jung, Freud, and Sabina Spielrein de John Kerr Fotografía: Peter Suschitzky. Música: Howard Shore. Diseño de producción: James McAteer. Diseño de vestuario: Denise Cronenberg. Montaje: Ronald Sanders.

Intérpretes: Keira Knightley (Sabina Spielrein), Viggo Mortensen (Sigmund Freud), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung), Vincent Cassel (Otto Gross), Sarah Gadon (Emma Jung).

Color – 99 min. Estreno en España: 25-XI-2011


Con un estreno bastante exitoso en la 68 Biennale de Venecia el pasado 2 de septiembre de 2011 y varias proyecciones consiguientes en los Festivales de Cine de Toronto, Nueva York y Londres, la nueva cinta de David Cronenberg se adentra en el agitado mundo de los orígenes de la psicoanálisis en el tournant du siècle europeo y explora la relación entre el padre de la psicoanalítica, Sigmund Freud y su discípulo y seguidor, Carl Jung… y Sabina Spielrein, una paciente o “analysand” que se convertiría en la primera mujer psicoanalista del mundo.

Un Metodo Peligroso es una adaptación por parte del oscarizado escritor Christopher Hampton de su obra de teatro A Talking Cure de 2002 a su vez inspirada en la novela no ficcionalizada de John Kerr del año 1993 titulada A Most Dangerous Method: the story of Jung, Freud, and Sabina Spielrein.

La película se rodó en Alemania y más concretamente en Berlín, en el Lago de Constanza, en Constanza y en unos estudios alemanes así como en Zurich y Viena donde uno de los escenarios más importantes fue la casa de Freud en la calle Berggasse número 19. Según Mortensen, “fue un lujo haber podido visitar Viena y poder filmar en la casa en la que él vivió realmente desde 1891 hasta 1938 y donde subió y bajó las escaleras innumerables veces”.

Un Metodo Peligroso es una reanudación de colaboraciones. De hecho, marca la tercera colaboración entre el director canadiense y el actor Viggo Mortensen tras Una Historia de Violencia y Promesas del Este y la segunda con el actor galo Vincent Cassel con el que también había trabajado en Promesas del Este. Por otra parte, esta película es también la tercera cooperación entre Cronenberg y el productor de cine británico Jeremy Thomas después de trabajar juntos en las adaptaciones de El Almuerzo Desnudo de William S. Burroughs y Crash de J. G. Ballard.

El filme es un drama filosófico-histórico que narra los inicios de la disciplina del psicoanálisis. Ambientada en el cambio del siglo en Viena y Zurich, la historia sigue las turbulentas relaciones entre Sigmund Freud, Carl Jung y Sabina Spielrein. Éste es un relato de temas psicosexuales, de asuntos de ética profesional y de puesta a prueba de límites en esos tiempos de tumulto académico europeo de principios de siglo cuyos personajes se enfrentan al surgimiento de un modo de pensar nuevo y retrata la confusión sexual de los padres del psicoanálisis. Esta historia se interesa más por la manera en que las normas sociales animan la represión del impulso humano y no tanto por el tratamiento de la enfermedad mental. En efecto, asistimos a unas sesiones terapéuticas, unas conversaciones (que duraron trece horas en la realidad!) y un intercambio epistolar en los que el argumento principal trata de los resortes de la mente y el esfuerzo desesperado de suprimir nuestros instintos más básicos.

Con Un Metodo Peligroso, David Cronenberg se vuelca hacia un género nuevo y crea algo diferente de sus anteriores realizaciones pero no tan lejano de su famosa signatura de “body horror”. De hecho siempre había estado interesado en el mecanismo de la mente y en sus películas, lo psicológico está íntimamente entrelazado con lo físico y declara que con esta última cinta ha “buscado hacer una película elegante que explota el horror emocional pero no pierde ninguno de sus poderes de seducción… es un ménage à trois intelectual”.

La cinta es la puesta en escena de unos acontecimientos históricos verdaderos pero contrariamente a muchas películas de este género, ésta es muy exacta y cercana a la realidad incluso en los últimos detalles, desde los tics de Sabina Spielrein hasta el despacho de Freud y los instrumentos de Jung. Por otra parte, es la adaptación de una novela que ha reconstruido las relaciones entre estos tres personajes a través de cartas encontradas por lo que siguen habiendo partes desconocidas de esta historia. No obstante, el diseño de producción de James McAteer, el vestuario de Denise Cronenberg y la fotografía de Peter Suschitzky, los colaboradores regulares del director canadiense, transportan impecable y precisamente esta veracidad histórica a la gran pantalla y nos trasladan a la Belle Époque gracias a una abundante luz y unos colores claros que reflejan la pureza y el frío del escenario de la época y logran esa elegancia buscada por Cronenberg.

Siguiendo esa veracidad histórica, la película muestra correctamente a los tres protagonistas Freud, Jung y Spielrein. Salvo unas dificultades con el supuesto acento ruso que intenta imitar, Keira Knightley interpreta bien a Spielrein como una mujer que corta los lazos de una sociedad patriarcal, se afirma a sí misma como una intelectual después de haber sido curada, al final convirtiéndose en psicoanalista, y cuyo concepto del libido que contiene tanto un instinto de destrucción como un instinto de transformación presentado a la Sociedad Psicanalítica de Viena en 1912, anticipa el tanatos (instinto de muerte) de Freud y las visiones sobre la transformación de Jung, y finalmente, una mujer que no ha sido más que una nota de pie de página en la historia de la psicoanálisis y que sale del olvido gracias a esta película. La actuación de Keira Knightley podría parecer un tanto exagerada si tan sólo se tomasen en cuenta las críticas que en unisón la califican de sobreactuada y se ignorasen los siguientes hechos: Jung escribió sobre los síntomas de Sabina Spielrein en grandes detalles al admitirla en la clínica de Burghölzli el 17 de agosto de 1904. Knightley y Cronenberg miraron las fotografías de mujeres que padecían histeria con contorsiones y posturas extremadamente deformadas y paralíticas, sacadas por el psiquiatra francés Charcot, así como materiales cinematográficos. No hay que olvidar que a Spielrein se le exigía decir lo indecible sobre su padre y masoquista, y ella quería confesar desesperadamente pero no podía.

En cuanto a Jung es retratado como el hijo y heredero de Freud que debe matar a la figura paterna para poder seguir viviendo al igual que Sabina (no olvidemos la conversación sobre Amenophis IV entre Freud y Jung); un hombre de familia y de principios que no acepta las cosas tales como son y cuestiona los límites al experimentar dilemas para cruzar los lindes de lo moral y éticamente aceptable incluso antes de que existiesen barreras entre doctores y pacientes mostrando así sus convicciones sobre la monogamia y su represión sexual. Es tan perfecto que al final tiene que acabar volviéndose loco y de ahí su famoso sueño apocalíptico. La interpretación de Freud es la del inventor del libido y del tanatos, de un hombre intolerante, centrado, vanidoso, inflexible, sexualmente obsesionado que no quiere poner en riesgo su autoridad y estatus de figura paterna, con un punto de vista sobre la religión y el misticismo muy crítico y los confines científicos más rigurosos. No olvidemos que Freud tenía que monetizar el psicoanálisis mientras que Jung no. Fassbender y Mortensen entregan una interpretación convincente pero demasiado contenida y sencilla y desde luego muy diferente que en sus papeles de galanes en Jane Eyre y Shame o Alatriste y El Señor de los Anillos respectivamente. Por lo que se refiere a Vincent Cassel, su Doctor Otto Gross es un tanto más vivo que los demás personajes, siendo una persona realística, impulsiva, errática, desafiante, un libertino que hace cuestionar la monogamia y restricción a Jung. Pese a estas consideraciones y la veracidad histórica, los personajes parecen algo superficiales y vacíos.

En cuanto a la película en sí, ésta es un relato contenido de las relaciones entre Freud y Jung y podría no ser apreciada por un público amplio pese a haber sido favorablemente aceptada en los Festivales de Venecia y Toronto. Puesto que reposa sobre una estructura epistolar, destila la disputa entre Jung y Freud en el sentido en que estos dos personajes no comparten mucho tiempo en la pantalla, lo cual hace su relación y disputa someras. No es fácil de entender que el pleito fue por la autoridad de Freud y el misticismo. Además de la estructura epistolar previamente mencionada, la película hace un énfasis sobre la conversación y el análisis. En efecto, los diálogos, casi siempre en un lenguaje elevado, son unas charlas y competiciones intelectuales sobre el psicoanálisis no siempre comprensibles para el común de los mortales. El resultado es demasiada charla y poca acción. Contrariamente a las ideas provocadoras de que el cerebro es el verdadero órgano sexual que transmite con declaraciones como “la mente es tanto esclava como maestra de los apetitos del cuerpo”, “no reprimas nunca nada”, “toda neurosis es de origen exclusivamente sexual”, la película transcurre en un tono calmado, demasiado austero, frío, apagado, aséptico, serio y para nada erótico al igual que la música, casi ausente, de Howard Shore. Es ciertamente informativa pero tediosa, superficial, lineal, demasiado cerebral y con un final agónico después del cual el espectador aún no ha descifrado el mensaje del filme. Así que un poco más de pasión y acción no harían daño y ambos doctores lo prescribirían sin ningún tipo de duda.

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