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FILM REVIEWS



Confucio.
Historia de China, moralismo, política y espectáculo

Por J. M Caparrós Lera


T. O.: Confucius. Producción: Beijing Dadi Century-Dadi Entertainment-China Film Group (China, 2010). Productor: Han Sanping y Hu Mei. Directora: Hu Mei. Guión: Khan Chan, Jiang Quitao, He Yanjiang y Hu Mei. Fotografía: Peter Pau. Música: Su Cong. Diseño de producción: Mao Huaiqing y Lin Chaoxiang, Vestuario: Yee Chung-Man. Montaje: Zhan Haihong.

Intérpretes: Chow Yun-Fat (Confucio), Zhou Xun (Nanzi), Lu Yi (Ji Sunfei), Chen Jianbin (Ji-Sun Si), Yao Lu (Lu Jun), Zhang Xingzhe (Gongshan Niu), Ren Quan (Yan Hui), Ma Qiang (Ran Qiu), Li Wenbo (Zilu), Wang Ban (Shu Sunwu).

Color - 125 min. Estreno en Espanya: 23-VI-2011

 

Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo
si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes.
(CONFUCIO)

Confucio es una ambiciosa superproducción de la República Popular China, que ha captado el interés de historiadores y cinéfilos. Estamos, por tanto, ante una nueva película histórica de la veterana realizadora china Hu Mei. Natural de Beijing (1958), esta actriz teatral, productora y directora de cine y TV es bastante desconocida en nuestro país; sin embargo, es una profesional de prestigio, que pertenece -al igual que los maestros Zhang Yimou y Chen Kaige- a la llamada Quinta Generación de la época de Mao.

Hu -que es su apellido; en mandarín, Pinyin- es hija de un director de orquesta y una cantante, y cultivó el piano antes de trabajar como actriz en la Compañía del Ejército Popular de Liberación. Cuando en 1978, la Beijing Film Academy reabrió sus puertas, se matriculó en esta escuela para la clase dirigente bajo el estímulo de su padre. Una vez diplomada, como algunos de sus colegas fue asignada por el Gobierno comunista a los Estudios de rodaje Bavi, donde debutó como directora con Women’s Chamber (1984), antes de triunfar con Tiempos lejos de la guerra (1986), obra que está considerada como la primera película psicológica china.

Así, Hu Mei continuaría realizando filmes comerciales, hasta que destacó con la serie televisiva Dinastía Yongzheng (1997) -que se convirtió en un gran éxito en la China postMao-, entre otros dramas históricos concebidos para la pequeña pantalla, como el más reciente Gran Patio Qiao (2006). Y ahora nos sorprende con un film-espectáculo sobre el fundador del confucianismo, que confirma su categoría como cineasta. Estrenado en su país, el 28 de enero de 2010, ha llegado a España con año y medio de retraso.

Confucio es un film notable, y como tal ha sido saludado por la crítica más exigente. De entrada, nos ofrece una biografía del filósofo y moralista chino alejada de la propaganda política. El retrato del célebre maestro K’ung Fu Tse -latinizado por el jesuita Mateo Ricci como Confucius- está próximo a la hagiografía, pero no cae en la mitificación del personaje.

En realidad, se centra sólo en los última etapa de su vida (nacido en 551 a. C.), en un período conocido como el de los Reinos Combatientes, que comienza en su toma de cargo político a los 51 años, hasta su muerte a los 73. Precisamente en una época que tuvieron lugar duros enfrentamientos entre los Estados chinos -tres siglos de guerras entre los siete reinos-, y que tras su cese como ministro de Justicia del reinado de Lu, dedicará su voluntario exilio a la escritura de su obra filosófica y formación de sus discípulos.

Es obvio que la sentencias -más que religiosas, morales- de Confucio estaban reñidas con la política del siglo IV a. C. en la antigua China. Sus propuestas de paz y armonía, esa ética natural que está en la esencia de todas las religiones, le marginaron de los Estados de aquella época conflictiva. Por eso hoy, en el actual período de cambio y de crisis, parece como si el nuevo Gobierno chino quisiera recuperar su influyente y antes prohibida figura. Aun así, la realizadora no acaba de “comprometerse” del todo con su tímida propuesta, y se centra más en la Historia y en el espectáculo. De ahí que su biopic dé preferencia a las luchas y batallas, y se desarrolle dentro de una épica popular que nos recuerda a las películas históricas de los citados Zhang Yimou (Hero) y Chen Kaige (El emperador y el asesino).

En este mismo sentido, veamos cómo se pronunciaría un crítico de cine y profesor de Literatura inglesa, Fernando Gil-Delgado (“El dolor del sabio”, www.filasiete.com):

En Occidente, Confucio es más que un hombre, es la imagen de la sabiduría oriental, que suele ir orientada a algún epigrama. En Oriente, es un personaje más real, también asociado a la sabiduría. Es el sabio que inspiró durante milenios a los filósofos orientales, y que siempre destacó por su honradez y perspicacia. El trabajo de Hu Mei ha consistido en dar cuerpo al mito, convertir la leyenda en un ser humano y ponerle contexto. Y aprovechar la ocasión para seguir transmitiendo el mensaje del maestro: políticos, hace falta ética; todos, hace falta educación.

No obstante, Confucio sigue siendo un pensador conflictivo entre la “inteligentsia” de su propio país. Durante el apogeo de la Revolución Cultural, Mao atacó con dureza su figura, pues consideraba que era un resabio feudal, una sombra del pasado que debía eliminarse. Tanto es así, que la estatua de bronce erigida en enero de 2011 muy cerca de la célebre plaza de Tiananmen, próxima a un retrato del dictador Mao Tse-Tung, sería retirada enseguida.

Pero, curiosamente, el Gobierno comunista ha gastado 22 millones de dólares en esta superproducción, considerada una de las más caras. Y tras encargar la dirección a Hu Mei, ésta escogió al gran actor chino Chow Yun-Fat como protagonista. Nacido en Hong Kong (1955), este coetáneo ya había trabajado a las órdenes de Ang Lee (Tigre & Dragón, 2000) y del referido Yimou (La maldición de la flor dorada, 2006), con incursiones en el cine de Hollywood (Ana y el rey, 1999; Piratas del Caribe: En el fin del mundo, 2007), antes de encarnar con convicción el papel de Confucio, Un maestro al que se le atribuyen 2.000 discípulos, aunque la tradición habla de 72 que comprendieron y difundieron sus enseñanzas; especialmente Mong Tse, latinizado como Mencius (Mencio, en castellano). Entre las obras de Confucio, cabe destacar El libro de los versos, El libro de las mutaciones y La primavera y los otoños.

Por último, el especialista Juan Roger Rivière definiría con estos términos al gran moralista chino:

Confucio presentó una individualidad muy rica; destaca en él su sed de saber, su humildad, el agudo sentido de sus propias faltas, su interés por los valores humanos, su rectitud, su afán de educar, su desdén hacia los honores y riquezas, su culto a los santos y a los héroes, su sentido del humor, su impasibilidad frente al placer o al dolor, su ansia de seguir el ritmo universal de la naturaleza; todas esas cualidades demuestran un gran deseo de perfección humana y de sabiduría. (Vid. voz “Confucio y confucianismo”, en Gran Enciclopedia Rialp, vol. 6, Madrid, Rialp, 1972, pp. 234-237).

Francamente, algo de todo ello se apunta en este ejemplar film de Hu Mei. Sin duda, la realizadora china no sólo ha dado luz una valiosa obra artística, sino una digna película comercial, que gustará al gran público mundial y también puede provocar la reflexión crítica del espectador.

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XXI, nº 2 (2011)

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