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BOOK REVIEWS



Pantalla Lírica. El cine va a la ópera
Rafael de España
(Badajoz: Diputación Provincial, 2011, 520 pp.)

 

Difícil y arriesgado trabajo el llevado a cabo por Rafael de España Renedo en este volumen. Difícil, porque, como el propio autor explica, «el problema fundamental de los films de ambiente operístico (…) es que en la mayoría de los casos no se sabe a qué tipo de espectador van dirigidos. Al que le gusta la ópera, la ve en el teatro que es su medio natural y solo puede motivarle para ir al cine la curiosidad de ver a un determinado cantante o revivir (casi siempre con excesiva imaginación) efemérides curiosas de la Historia de la Lírica, mientras que a quien solo le gusta el cine y no tiene la más mínima educación operística se aburre con las escenas de canto y, lo que es peor, es incapaz de distinguir los eventuales aciertos de una determinada película a no ser que venga avalada por el nombre de un cineasta de prestigio: es exclusivamente por eso que los críticos toleran La flauta mágica de Bergman, el Don Giovanni de Losey (aunque les digas que Losey se dormía en la ópera) o el Parsifal de Syberberg (a pesar de que muy pocos se aproximen al “perfect wagnerite” que quería George Bernard Shaw)» (p. 17).

Hemos dicho también que se trata de una obra arriesgada, habida cuenta de que tanto los así llamados films-ópera (que son las adaptaciones cinematográficas de óperas famosas) como los films de ambiente operístico (que vendrían a ser los referidos al mundo de la ópera en un sentido más general) nunca han sido grandes éxitos comerciales, con muy contadas excepciones y haciendo (relativas) salvedades en determinados momentos históricos; un ejemplo de esto último serían los films-ópera italianos: «el único país del mundo donde se ha podido hacer este tipo de cine con obtención de beneficios económicos fue en Italia, donde se convirtió en casi un “género” durante unos diez años a partir de 1945. Esto nos demuestra que la ópera, por lo menos en aquel momento, tenía arraigo popular, pero no permite una generalización en el tiempo ni, mucho menos, en el espacio, pues en ningún otro país ha ocurrido semejante fenómeno, ni siquiera en Alemania o Austria con toda su tradición melómana» (pp. 16-17).

No obstante, de toda esa dificultad y riesgo surge una obra tan notable como Pantalla lírica. El cine va a la ópera, que a fecha de hoy me parece la mejor introducción de que puedan disponer los interesados por el cine y por la ópera hacia el pantanoso pero a la vez apasionante territorio de los films-ópera y los operísticos, en un volumen ameno y exhaustivo que está dividido en dos partes compactas. La primera, la titulada Cine y ópera: la extraña pareja, aborda a lo largo de diez capítulos (pp. 23 a 168) la historia del «género» (si es que puede llamarse así) abordado, desde sus inicios en el cine mudo (cierto: por paradójico que suene, y nunca mejor dicho, durante el período silente se realizaron films-ópera), y hasta el momento actual, sin olvidar detenerse en un subgénero o variante genérico-temática relacionada con la anterior, la formada por las películas que se centran en las vidas de compositores o cantantes de ópera La segunda parte, Del “palcoscenico” al “teatro”. Filmografía comentada de películas basadas en óperas, 1898-2010, como su título indica, comenta por orden cronológico films-ópera o de ambiente operístico, desde Opera of Martha, Second Act (1898), hasta Io, Don Giovanni (2009), de Carlos Saura; «al hablar sobre las películas sobre óperas —concluye De España— he preferido no gastar páginas en explicar los libretos, por una parte porque el lector interesado seguro que conoce los de todas las que son objeto de estudio y, en los casos que no sea así, pueden encontrarse resúmenes muy bien explicados en innumerables fuentes bibliográficas o de Internet. Lo único que he citado (a riesgo de caer en la redundancia) son los autores de la obra original y la fecha de su primera representación, pues me ha parecido que es una base para la información que se da después» (p. 184).

La mayor virtud de este volumen reside en que su autor tiene muy claras, y las explica muy bien, las diferencias entre cine y ópera, o mejor dicho, demuestra conocer con meridiana claridad que un mismo film puede ser al mismo tiempo una buena película y una mala adaptación de la ópera de la cual parte, y a la inversa. Son conceptos que, en el caso de films-ópera, acostumbran a confundirse, de tal manera que hay películas que son valoradas en función de méritos que, en puridad de conceptos, no les pertenecen, habida cuenta de que aquéllos deben ser atribuidos a la ópera que les proporciona su base dramático-musical (la partitura, la calidad de la orquesta y de los cantantes, etc.), del mismo modo que resulta frecuente hallarnos ante films meritorios desde una perspectiva cinematográfica a pesar de ser mediocres o cuanto menos discutibles adaptaciones operísticas. Esa diferenciación, fundamental para comprender en su real medida el valor de este «género» cinematográfico, Rafael de España consigue trazarla mediante una metodología a la vez crítica y didáctica, a la par rigurosa e instructiva, que combina hábilmente la terminología fílmica con la operística y nos revela que, en sus mejores momentos, el cine y la ópera han logrado fusiones más que interesantes, complementándose y enriqueciéndose el uno a la otra. Una parcela del cine poco tratada, y por eso mismo apasionante, que haya en este excelente volumen una referencia ineludible de cara a futuros estudios sobre el tema.

 

TOMÁS FERNÁNDEZ VALENTÍ

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XXI, nº 2 (2011)

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Grup de Recerca i Laboratori d'Història Contemporània i Cinema