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FILM REVIEWS



23-F: la película:
Una ocasión perdida

Por Juan Manuel Alonso


T. O.: 23-F: la película. Producción: Lazonafilms/Wave, con la colaboración de TVE-Telemadrid y Canal+ (España, 2011). Productores: Ignacio y Gonzalo Salazar-Simpson. Director: Chema de la Peña. Guión: Joaquín Andújar. Fotografía: David Azcano. Música: Antonio Fernández. Decorados: Antón Laguna. Vestuario: María José Iglesias. Montaje: Meco Paulogorrán.

Intérpretes: Fernando Cayo (Don Juan Carlos), Paco Tous (Antonio Tejero), Juan Diego (Alfonso Armada), Mariano Venancio (Sabino Fernández Campo), Ginés García Millán (Adolfo Suárez), Lluís Marco (Jaime Milans del Bosch), Juan Calot (Leopoldo Calvo-Sotelo), Jesús Castejón (Aramburu Topete), Joan Pera (Santiago Carrillo), Manolo Solo (Fernando Castedo).

Color – 97 minutos. Estreno: 23-II-2011

 

Al cumplirse treinta años del intento frustrado de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, los productores Ignacio y Gonzalo Salazar-Simpson han pretendido reflejar fielmente lo ocurrido. Tras haber visto The Queen (Stephen Frears, 2006), una excelente cinta sobre la reacción de la soberana inglesa Isabel II ante la muerte de su ex nuera, Lady Diana Spencer, asunto que trascendió la esfera doméstica de la realeza británica y se convirtió en un asunto mediático y político, los productores españoles encargaron a Chema de la Peña este trabajo que pretende ser fiel y riguroso, y que respondiera a las dudas de algunos de los implicados, como el mismísimo Antonio Tejero.

La película española comienza con algunas imágenes documentales que recuerdan el atentado a Carrero y la muerte de Franco, el primero de ellos extraído de Operación Ogro (Gillo Pontecorvo, 1979). A continuación vemos los entierros de los militares asesinados por ETA, y la tensión en el Ejército, representada por los empujones al Teniente general Gutiérrez Mellado. Pero se echan de menos unas frases que complementen las imágenes, y donde se expliquen la exasperación de los militares ante la violenta campaña terrorista de ETA. Nada se dice tampoco sobre la inestabilidad política del país, inmerso en una crisis económica y sin una dirección política clara ante el desgaste de Adolfo Suárez y la desintegración de la UCD. A continuación vemos un zoom sobre las mangas del uniforme de un militar que se está vistiendo, y que resulta ser el Teniente coronel Antonio Tejero. Nada le dice a su mujer cuando sale de casa para dirigirse al cuartel. Allí le esperan los autobuses, repletos de guardias civiles armados, que les llevarán a todos al Congreso de los Diputados. Mientras tanto, en Valencia el Teniente general Jaime Milans del Bosch da las últimas instrucciones a sus subordinados y se ejecuta un pequeño travelling sobre una columna blindada (a falta de los históricos M-47 Chafee, se usó los M-60) que se prepara para salir a las calles. En Madrid, Tejero y sus hombres arrollan a los servicios de seguridad e interrumpen la votación de la moción de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. A partir de aquí veremos múltiples escenas donde se mueven una serie de protagonistas: en el Palacio de la Zarzuela el Rey Juan Carlos I pasa de la sorpresa inicial a dirigir las contramedidas; el General Torres Rojas se hace cargo de la División Acorazada Brunete y manda columnas que toman los estudios de TVE en Prado del Rey; el General Juste da media vuelta en su vehículo de camino a Zaragoza para volver a Madrid; los sindicalistas y activistas políticos se deshacen de documentos comprometedores y algunas familias abandonan el país.

La película tiene algunos momentos de gran altura, como cuando Aramburu Topete entra en el Congreso y se enfrenta a Tejero, o en las discusiones telefónicas que Don Juan Carlos tiene con Milans del Bosch. Con menos fortuna se retratan algunos hechos, como la respuesta de algunas Capitanías Generales, que son mencionadas de forma indirecta, cuando en realidad varias de ellas mantenían una actitud expectante. La trama civil del Golpe sólo está representada por García Carrés, mientras que la intervención del CSID es completamente olvidada, sin reparar en la condena del Comandante Cortina y en su grupo de operaciones especial montado para coordinar las comunicaciones de los sublevados.

Desde el punto de vista artístico cabe destacar las interpretaciones de Fernando Cayo, que como siempre, y van tres, clava el personaje del Rey. El trabajo de Mariano Venancio en el papel de Sabino Fernández Campo y el de Ginés García Millán, protagonista de la excelente miniserie televisiva sobre Adolfo Suárez, es bastante digno, pero su guión resulta un tanto anodino. Especial interés despiertan las actuaciones de Paco Tous, como Antonio Tejero, y Juan Diego como Alfonso Armada, que estan sobresalientes. El primero muestra a un Teniente coronel de la Guardia Civil desconfiado y con mala uva, y a veces un poco infantil, y el segundo sabe retratar a un conspirador algo acobardado por el giro de los acontecimientos y moviéndose sin mostrar sus verdaderas intenciones. El papel de José Gabeiras, como Jefe del Estado Mayor del Ejército no responde a la realidad, ya que la cinta lo hace parecer como un hombre enérgico y con autoridad, cuando en realidad los hechos demostraron que no tenía mucha predicatura, debido a su controvertido nombramiento. Lo mismo ocurre con Juste, de quien hubiese sido deseable una imagen más insegura, porque le habían movido los tanques sin su permiso, y se encontró rodeado de conspiradores que desobedecían sus primeras contraórdenes.

La película, por tanto, tiene altibajos y carece de la deseable audacia que el cine político exige. Quizá un error sea recrear las 17 horas que duró el Golpe, cuando la conspiración previa podía haberse prestado a explicar muchas cosas que hoy día parecen absurdas, como por ejemplo las promesas de adhesión incumplidas que pudieron a dejar a Tejero y Milans en la estacada. El director no consigue recrear la imprescindible atmósfera de incertidumbre que toda película necesita para captar al espectador, al margen del consabido desenlace de los acontecimientos. No parece que en ningún momento la suerte de la Democracia estuviese pendiente de un hilo, ni se insinúa la importante cantidad de partidarios que el Golpe podía tener, como tampoco las ambigüedades del Rey y parte de la clase política a últimos de 1980, hecho mencionado por el recientemente fallecido historiador Gabriel Cardona en su obra póstuma Las torres del honor. Un capitán del ejército en la Trasición y el golpe de estado del 23-F (Barcelona: Destino, 2011), así como tampoco la singular situación de la Guardia Civil, objeto de un riguroso estudio (La Guardia Civil en la pantalla, 1933-2004, Diputación de Badajoz, 2008) por parte del también historiador José María Abril Palacios. Se carga la responsabilidad en Alfonso Armada, Milans del Bosch y Antonio Tejero, siguiendo a pies juntillas los veredictos del Juicio de Campamento, como remachan las últimas escenas del film, sin explotar plenamente las posibilidades cinematográficas de un hecho de gran importancia política del que tanto se ha escrito y del que tan poco se ha averigüado.

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XXI, nº 1 (2011)

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Grup de Recerca i Laboratori d'Història Contemporània i Cinema